Espero tener éxito en realizar el pasaje desde mis archivos personales a esta página de libre acceso, para su correcta difusión.
Asimismo espero poder compartir con mis amigos no solo los textos de elaboración propia, sino también lindas imágenes virtuales de dominio público, como corresponde a todo blog que se precie de serlo.
El título de este primer artículo que comparto remite a una de las inquietudes que resultaron incentivadas por las lecturas opcionales que ofrecían las diferentes cátedras de Antropología.
Estoy abierta a comentarios, críticas y discusiones, y que propicie la emergencia de interrogantes en los lectores que lleguen hasta el final.
Al menos, por parte de mis amigos
PD: En esta ocasión decidí hacer la prueba de aumentar el tamaño de las letras (conocidas como fuentes) para la publicacio mi artículo, algo que de cuenta de la franja etaria de mis amigos..Vamos a ver cómo queda.
Tradición Oral… ¿la “Hermanita Pobre” de la Literatura?
por Vivina Perla
Salvetti [1]
“Falta de introspección, de proeza
analítica, de preocupación de la voluntad como tal, y de un sentido de
diferencia entre pasado y futuro.”
Esta descripción de las
capacidades cognitivas de un grupo nativo permite captar el desconcierto y el
asombro por parte de los europeos hace varios siglos, relato de un encuentro
que explicita la perplejidad por costumbres
y creencias desconocidas.
Se trata de una diferencia constitutiva que
abrió un largo debate para dar cuenta de por qué los seres que habitaban las nuevas tierras se
presentaban como un Otro tan distinto. Cabe consignar que entre los
antropólogos y hasta hace unos pocos años fueron usuales las definiciones de
estos grupos a partir de lo que les faltaba. A los rasgos ausentes señalados al
comienzo, fueron añadidos referencias
tales como “Pueblos sin
Escritura”, “Sociedades sin Estado”,
“Pueblos sin Historia”[2].
El mismo interrogante permeaba todas las discusiones:
“¿Qué hay detrás de
estas conductas tan desconcertantes?”
Solo recientemente los
abordajes cognitivos permitieron echar alguna luz sobre este asunto. Como estas
“Sociedades sin Escritura” son constitutivamente Orales, en las líneas que
siguen, trataré de presentar a la Oralidad y la Escritura como sistemas cognitivos diferenciados donde las diferencias perceptivas permiten
arribar a la comprensión sobre modos distintos de entender el mundo que nos rodea.
Comprender asimismo
la Oralidad y la Escritura no como sistemas opuestos, sino complementarios,
permitirá entender sus riquezas y sus
carencias particulares, en lugar de ubicarlos en una imaginaria línea evolutiva
que clasifica los pueblos orales como una suerte de minusválidos intelectuales.
Desde una geofísica del
poder, vale recordar que según definiciones de Derrida nuestra racional
sociedad occidental ha devenido
Logocentrista, esto es, ha elaborado toda una metafísica del signo escrito.
Por otra parte y
particularmente como antropóloga me interesa focalizar en los problemas
vinculados con representaciones de la literalidad que presumo se encuentran vinculadas con el
aumento de trastornos de ansiedad y conductas adictivas. Considero que la catarata de representaciones
virtuales en la que nos hallamos inmersos estimula procesos cognitivos
particulares que pueden dan lugar a un razonamiento circular y cerrado en sí mismo.
Peculiaridades
de la Oralidad y la Escritura. Tecnologías de la Palabra
Para poder entender el
abismo que se abrió entre los nativos y los estudiosos occidentales, se hace
necesario abordar las diferencias cognitivas que emergieron como consecuencia
de la aparición de la Escritura. Pero no de la escritura en general.
El sacerdote jesuita
Walter Ong (1912-2003), quien realizó un extenso trabajo sobre el tema,
distingue entre sistemas de escritura pictográficos, silabarios, mixtos, y
alfabéticos. Y entre los alfabéticos, diferencia entre los semíticos
constituidos por consonantes (que suplen las vocales al leer, como el árabe o
el hebreo) y lo que denomina como el gran logro griego de inventar el primer
alfabeto griego con vocales.
Sus elaboraciones
acerca de cómo estas tecnologías “reestructuran
la Conciencia” permiten entender los
cambios cognitivos subsiguientes, e introdujo un elemento crucial para
comprender la brecha que fue abriendo la Historia entre Oriente y Occidente.
Para entender las
particularidades del alfabeto griego Ong cita a Eric Havelock (El Arte de la Comunicación en el Mundo
Antiguo) quien opina que el alfabeto griego completo con vocales permitió la transformación decisiva, casi total de la
palabra, pues hizo posible el pasaje del sonido a la imagen e introdujo la
abstracción sobre los elementos visualizados.
En cambio, el carácter de otras escrituras de
la época, como las constituidas por elementos que merecen complementarse con
datos no escritos requerían que el lector se apoyara en datos contextuales. Un
antiguo lector hebreo por ejemplo,
completaba las palabras escritas únicamente por consonantes supliendo las
vocales faltantes, de un modo similar al que nosotros hoy logramos comprender
las palabras incompletas de los avisos clasificados. Las escrituras semíticas
requerían conocimiento del idioma para
saber cuáles vocales agregar entre las consonantes, por lo que Havelock
sostiene que este tipo de escrituras se
hallaba parcialmente inmersa en el mundo no textual.
En cambio, el alfabeto
griego, analizaba el sonido de manera más abstracta, a partir de elementos
puramente visuales. Recordemos por ejemplo que este tipo de alfabetos permiten
registrar la “fonética” de lenguajes de los que desconocemos absolutamente el
significado. Ese logro griego de analizar abstractamente el evasivo mundo del
sonido en equivalentes visuales (no de forma perfecta, por supuesto, pero de
manera global) presagiaba y aportaba los medios para las ulteriores proezas
analíticas vinculadas con el desarrollo de la filosofía griega.
Por lo tanto, Ong
propone que las distintas etapas evolutivas que intentaron dar cuenta de las Culturas no Occidentales, como
progreso de la Magia a la Ciencia, o aquellas consideraciones (de Levy-Bruhl) del llamado estado de
conciencia pre-lógico a uno cada vez más racional, asi como del pensamiento salvaje de Levi-Strauss al
pensamiento domesticado, permiten explicarse de manera más escueta como cambios
de la oralidad a diversos estados del conocimiento de la escritura.
“Muchos
de los contrastes a menudo
establecidos entre perspectivas occidentales y otras, parecen
reducibles a diferencias entre el conocimiento
profundamente internalizado de la escritura y los estados de conciencia más
o menos residualmente orales.”(Ong 1993:36, resaltado es propio)
Ong también comenta que
Marshall McLuhan dio gran importancia a los contrastes entre “lo oral y lo textual…llamando la atención a
las polaridades entre ojo y oído… Su lema principal, “El Medio es el Mensaje”,
manifestó su aguda conciencia de la importancia de la evolución desde la
oralidad a la escritura, y desde la
imprenta hasta los medios electrónicos”. (Ong 1993:36)
Sin embargo, en vez de considerar a la
Tradición Oral de algunas culturas como la “hermanita Pobre” de las Sociedades
Letradas por asociarla con un estadio “primitivo”, sería pertinente
considerar sus particularidades.
Los antropólogos hemos
tenido ocasión de registrar cómo las culturas orales producen representaciones
verbales pujantes y hermosas, de gran valor artístico y humano en "performances"
que no admiten su pasaje a la escritura. Hay muchas referencias por ejemplo a
ciertos mitos, cuya complejidad en el relato
no solo resulta difícil de describir por escrito por parte de los
antropólogos, sino que pierden incluso
la posibilidad de reproducción una vez que la escritura ha tomado posesión de
la psique del grupo.
Por otra parte, sin la
escritura, la conciencia humana no puede alcanzar su potencial más pleno, no
puede producir creaciones intensas y
hermosas, así como otros textos a partir de una Analítica y una Lógica que solo fue posible a partir de la abstracción que permite el lenguaje escrito
En este sentido la
oralidad debe u está destinada a complementar la escritura
Particularidades
de las Culturas Orales
Estamos tan inmersos en
un mundo visual y letrado que resulta difícil imaginarse cómo sería nacer y
crecer en una cultura oral, antes del desarrollo de cualquier tipo de
escritura.
Se ha señalado que toda
sensación tiene lugar en el tiempo, pero el sonido es evanescente. No existe
manera de detener el sonido y contenerlo. A diferencia con las imágenes
visuales, pasibles de ser “fijadas” con una cámara, el sonido permite ser
registrado (en una grabación) pero no detenido. Por lo tanto, la comunicación humana condicionada
por esta fugacidad, ha elaborado métodos para reproducirla, desde la
repetición, hasta el aprendizaje de formulas de memoria.
El antropólogo B.
Mallinowsky (1973) por su parte ha
comprobado que entre los pueblos orales la lengua es un “modo de acción” y no
solo la contraparte del pensamiento.
Las Normas se conocen y
reproducen mediante refranes y proverbios
El conocimiento se
repite en voz alta una y otra vez.
Son usuales el empleo
de formulas para memorizar, capacidad
altamente valorada.
Se suelen contar relatos en grupo, mientras
que la lectura se realiza en forma individual.
Los ancianos (símbolos
de memoria acumulada) son considerados referentes de sabiduría
Las técnicas se
aprenden desde la relación del maestro con el discípulo atento a imitarlo.
Una última referencia
particular de la Oralidad con respecto a la Escritura. Para una Cultura Oral
aprender significa hacerlo desde una comunicación en grupo y en estrecha
asociación con lo sabido.
En cambio la lectura -
individual por definición- separa al que sabe de lo sabido y así establece condiciones para “objetividad”, tal como lo
describió Derrida en su obra “De la Gramatologia”
Aunque Derrida no se
refiera específicamente a las particularidades del alfabeto griego como tal si
nos recuerda cómo la escritura griega contribuyó a definir el campo de la
ciencia:
“La
Escritura no solo es un medio auxiliar al servicio de la ciencia…sino que es…la
condición de posibilidad de los objetos ideales, y por lo tanto, de la
objetividad científica. Antes de ser su objeto,
la escritura es condición de la episteme” (Derrida 1971:37)
Emergencia
de la objetividad mediante la escritura
Walter Ong nos
recuerda el origen griego de las
categorías vinculada con el desarrollo de la filosofía clásica. El término “concepto” junto con el resto de abordajes propiciados
por los griegos halla su vinculación histórica con la reestructuración de una
conciencia mítica que devino objetiva. Esta
objetividad es presentada por Ong como consecuencia cognitiva del ejercicio
visual de las particularidades del alfabeto griego que permitían “despegarse”
del texto y facilitar su análisis.
Cabe recordar que la
“imagen sonora” constitutiva del signo escrito tal como fuera definida por
Saussure, remite al inmutable “Mundo de la Ideas”, y permite definir la
imagen visual como elemento que “fija” el sonido evanescente, y cierra
toda posibilidad de cambio.
En
el principio fue la phoné
Con el propósito de
recordar que los Sistemas de
Comunicación Oral precedieron a la Escritura durante miles de años, creo que sería pertinente incluir algunas reflexiones
del filosofo Jacques Derrida (1930-2004) acerca de un lenguaje fijado en
convenciones escritas que parece haber olvidado sus raíces orales. Derrida
critica la confusión entre lenguaje y signo linguistico.
Vale la pena recordar
que el signo linguistico definido por
Saussure se halla compuesto por un significado y un significante, esto es, un
concepto y una “imagen sonora”.
La “imagen sonora”
constitutiva del signo escrito tal como fuera definida por Saussure, remite al
inmutable “Mundo de la Ideas”, y permite definir la
imagen visual como elemento que “fija” el sonido evanescente, y cierra
toda posibilidad de cambio.
Durante la comunicación
escrita, estos dos aspectos del signo se relacionan entre sí y permiten la
comunicación. Sin embargo, esta convención
acerca del signo escrito devenida en paradigma y extrapolada a toda expresión
humana en general, es cuestionada por Derrida.
Cabe insistir en cómo este filósofo distingue adecuadamente entre el
lenguaje oral y el signo lingüístico en tanto signo escrito:
“No hay signo linguístico antes de la
escritura” porque “La exterioridad del significante es la exterioridad de
la escritura en general” (Derrida 1971:21)
Mientras nuestra sociedad logocentrista ha conseguido subsumir la oralidad dentro de
una escritura que se considera
evolucionada, Derrida introduce una reflexión que subvierte la escritura dentro
de la oralidad.
Para sustentar sus
comentarios acerca del privilegio de la
voz interior en la producción de ideas
primarias que posteriormente son
expresadas mediante el lenguaje, Derrida se remite a la “Estética” de Hegel:
“Hegel
demuestra muy bien el extraño privilegio
del sonido en la idealización, la producción del concepto y la presencia consigo del sujeto:
“Este
movimiento ideal, por medio del cual
…se manifiesta la simple subjetividad, el alma del cuerpo resonante, la oreja lo percibe de la misma manera
teórica en que el ojo percibe el color o la forma: la interioridad del
objeto se convierte así en la del sujeto…Por el contrario la oreja, sin
volverse prácticamente hacia los objetos, percibe
el resultado… mediante el cual se manifiesta y muestra, no la figura material sino una primera idealidad que viene del alma.”
“Lo
dicho del sonido en general vale con mayor razón para la fonía, por cuyo intermedio
el sujeto, merced al oírse-hablar
–sistema indisociable- se afecta a sí mismo y se vincula consigo mismo en el
elemento de la idealidad” ( Derrida
1971:18)
En estas líneas
iluminadoras, Derrida al aplicar los razonamientos de Hegel describe de qué manera el sujeto, debido al oírse-hablar (sistema indisociable) se
afecta a sí mismo y se vincula consigo en el elemento de la idealidad. Si la
voz es la más próxima al sentido significado, el significante escrito entonces
sería derivado.
Para decirlo de otro
modo:
Lo que Derrida está
proponiendo como indisociable es el oírse-hablar, donde prestar
atención a la voz interior es condición
necesaria para subjetividad. Cuestiona
así la inmutabilidad del signo escrito y recupera la voz interior,
característica fundante de las Culturas Orales, cuyos sujetos simplemente se
hacen oír.
Para decirlo de otro
modo, la condición de subjetividad emerge cuando el individuo ha conseguido
prestar atención a sus percepciones más profundas y significativas.
El
deconstructivismo y el fin de las certezas
Las críticas derridianas
sobre la entronización filosófica de la palabra escrita, introdujeron la
lectura “deconstructivista” de numerosos textos canónicos.
El gran aporte de este
filósofo creo que consistió en haber mostrado que si la razón se hace depender
de la palabra escrita, favorece su identificación entre razón y
realidad. Esta condena a la fetichización
de la palabra escrita dio lugar a que el Deconstructivismo reciba numerosos
críticas por propiciar el fin de las certezas.
Pero ¿de qué certezas?
Se trataría de las certezas atribuidas a un texto escrito e inmutable que
impide la emergencia de una subjetividad que re-conoce las percepciones más
profundas y significativas del espíritu
humano.
Quienes consideran al
Deconstructivismo como el fin de las certezas, no hacen más que corroborar la
vigencia del paradigma del signo escrito que cierra toda posibilidad de
escuchar la voz interior.
En lugar de considerar
al Deconstructivismo como el fin de las certezas, otro camino sería transitarlo como la recuperación de la voz
interior en el continuo devenir del sujeto.
Una
Digresión Lacaniana
En esta crítica del
paradigma del signo escrito, me permite una breve digresión lacaniana
El psicoanalista
Jacques Lacan introduce un sujeto atravesado por el lenguaje y simbolizado a
partir del signo saussureano, por lo que este sujeto barrado-borrado resulta significante de un
vacio, una falta.
Sin embargo, me permito
deconstruir esta afirmación lacaniana para definir un sujeto atravesado por el
lenguaje escrito, en tanto remite al
signo de Saussure.
Si el
significado-significante corresponde al signo saussureano, y se halla por lo
tanto circunscripto al signo escrito, ¿Acaso Lacan estaría derivando el vacío en un individuo
atravesado por la Escritura?
En otras palabras. Si
el sujeto lacaniano se halla constituido sólo
por sus lecturas ¿En qué momento las lecturas permiten o reprimen la
emergencia de la voz interior?
Por lo tanto ¿hasta qué
punto el sujeto “borrado” de Lacan es aquel que, en tanto constituido desde el
lenguaje escrito, permanece “fijado” en éste, impidiendo la emergencia de
su propia voz interior?
Si es así, un sujeto
constituido a costa de negar su propia voz interior, no puede menos que devenir
objeto de una fractura psíquica fundante.
Horizonte
de preguntas
Si todo lenguaje y pensamiento “recorta” la
experiencia, y es el lenguaje escrito aquel que
permite expresiones sin contexto existencial alguno ¿Hasta qué punto las
especulaciones filosóficas que han sido facilitadas por la escritura, han
llegado al extremo de conducir a muchos intelectuales a su encierro en “torres
de Marfil” que pierden todo contacto con
la Realidad?
¿Hasta qué punto el
énfasis de la Filosofía clásica en “dominar las pasiones” y “racionalizar” todo
impulso ha impedido la canalización adecuada de las mismas, facilitando sus
desbordes?
¿Pueden filósofos como
Nietzsche y Merleau-Ponty al haber cuestionado el racionalismo a ultranza,
introducir un reconocimiento de nuestra Corporalidad perdida?
Se trata de formular
preguntas que abran caminos, no que los cierren.
Conclusiones
Esta "voz interior"
recuperada por Derrida, ha venido siendo reconocida y valorada por las Culturas
Orales desde mucho antes que la aparición la Escritura en tanto Tecnología reestructurara la conciencia occidental.
Sin embargo, esta
búsqueda de “voz propia” es una tarea
con la que se hallan familiarizados muchos escritores, lo que demuestra que
Oralidad y Escritura, en lugar de excluirse mutuamente, se fortalecen.
Solo valorando ambas en
justa medida, la “Hermanita Pobre” dejará de serlo, enriqueciéndonos a todos.
Bibliografía
Derrida, Jacques (1971)
De
la Gramatología. Editorial Siglo XXI- Argentina
Malinowsky, Bronislaw
(1973 ) Los Argonautas del Pacífico
Occidental .Planeta Buenos Aires
Ong, Walter (1993) Oralidad y Escritura. Tecnologías de la
Palabra. FCE. México
Rifflet-Lemair, Anika
(1981 Lacan. Sudamericana Bs
As
[1]
Licenciada en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos Aires (visalvetti@gmail.com)
[2]
Me hace acordar del antropólogo Eric Wolf y su texto de 400 páginas “Europa y
la gente sin historia”, título irónico si los hay, para referirse al abundante
registro histórico de pueblos considerados por los europeos como” Sin historia”
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