A. La Memoria y los procesos sociales de
construcción de la realidad
B. Aportes de la Fenomenología de la Percepción
B.1 Construcción intersubjetiva de sentido
B.2 Existo, luego pienso
C. Neurociencias, Memoria y emociones
C.1 Conceptos elementales
C.2 Cambridge, memorias de una tradición
C.3 El Error de Descartes
C.4 Mente humana, demasiado humana
C.5 En el principio fue la imagen
C.6
Imágenes ancladas en el cuerpo ¿Emoción
o sentimiento?
C.7.1 Marcador Somático- Percepción cognitiva
de emociones
C.7.2
Marcador Somático adquirido en la socialización temprana
C.7.3
Marcador Somático y representación de categorías
Respuesta a
interrogantes de la Antropología clásica
A. La Memoria y los procesos sociales de construcción de la realidad
El carácter socialmente construido de la realidad, uno de los
supuestos de esta propuesta para Tesis, ha formado parte constante del material
estudiado en la carrera de ciencias antropológicas a lo largo de estos años.
Algunos de los textos clásicos que
abordan la temática, lo hacen a partir de una propuesta de tipo fenomenológica. Es el caso de A. Schutz, en El Problema de la Realidad Social, donde desde las primeras
páginas, este autor de principios del siglo XX afirma:
“Todo muestro conocimiento del mundo supone construcciones, es decir,
conjuntos de abstracciones… …en términos estrictos, los hechos puros y simples
no existen” (Schutz 1974:36)
Sin embargo Schutz distingue las
construcciones del sentido común de las construcciones usadas por el
especialista en ciencias sociales, a las que denomina “de segundo grado”:
“Los hechos y sucesos y datos que aborda el especialista en Ciencias
Sociales tienen un sentido particular… han preseleccionado este mundo mediante una serie de construcciones… de segundo grado. O
sea, construcciones de construcciones hechas por los actores de la sociedad
misma” (Schutz 1974:37)
En términos generales, a este autor
le interesa el modo en que el individuo (ya fuera el hombre común por un lado
como el científico por otro) construye su realidad, donde parece partir del
supuesto de un mundo que existe previo al individuo. Por otra parte, el lugar
de los afectos y las emociones que Schutz otorga en la elaboración de esas
“construcciones”, es mínimo.
Posteriormente, encontramos autores
que llevan la postura constructivista de la realidad a un extremo denominado constructivismo radical, como es el
caso del texto compilado por P. Watzlawick, La Realidad Inventada:
“El mundo que experimentamos lo construimos automáticamente nosotros
mismos, porque no reparamos –y ciertamente no sabemos- en cómo realizamos ese
acto de construcción” (Watzlawick 1990:20)
Pero si para algunos “no sabemos cómo
construimos el mundo” hubo otros que retomaron las palabras de Schutz y
centraron su análisis en la fenomenología de la vida cotidiana. Es el caso de
los sociólogos P. Berger y T. Luckmann
en La Construcción Social de la Realidad:
“La vida cotidiana se presenta
como una realidad interpretada por los hombres y que para ellos tiene el
significado subjetivo de un mundo coherente…
… como sociólogos… cabe tomar esta realidad como dada” (Berger y Luckmann
1995:36)
Estos autores entonces también parten
para su análisis de una realidad como
dada, aunque reconozcan su carácter de construcción. Y construcción recíproca,
además.
Por ejemplo, cuando describen los
procesos de interacción cotidiana, donde surgen situaciones que denominan “cara
a cara” mencionan pautas que se establecen “en el transcurso de la interacción”
a las que denominan “esquemas
tipificadores”:
“La realidad de la vida cotidiana contiene esquemas tipificadores en cuyos términos los otros son aprehendidos
y tratados en encuentros cara a cara… …
Estos esquemas tipificadores son
recíprocos” (Berger y Luckmann 1995:48)
Entre otros aspectos que quisiera
llamar la atención sobre estos autores, además de sus conceptos novedosos para
dar cuenta de cómo la realidad social es construida dinámicamente, de modo recíproco y tomando en cuenta el entorno, se halla su mención del lugar que
les otorgan a las emociones:
(Por ejemplo) la actitud subjetiva
de la ira se expresa directamente en la situación “cara a cara” mediante
una variedad de índices corporales…
el aspecto facial, la posición general del cuerpo, ciertos movimientos
específicos (como puede ser cerrar el puño al mismo tiempo que se lo
mueve…)…constituyen índices que dan acceso
( y por lo tanto permiten interpretar) la subjetividad ajena”(Berger y
Luckmann 1995:53)
Sin embargo estos autores, expresando
su continuidad con una larga tradición filosófica, se limitan a relacionar las emociones pasionales en
general con las expresiones corporales correspondientes, donde la razón no tiene cabida, algo que la
neurociencia experimental más reciente se atreve a discutir, como veremos más
adelante.
B. Aportes de la fenomenología de la Percepción
B.1 Construcción intersubjetiva
de sentido
Merleau-Ponty, en las primeras
páginas de su “Fenomenología de la
Percepción” expresa con palabras sencillas una de las frases que más
bellamente describe nuestra relación con el mundo que nos rodea:
“En el mundo estamos condenados
al sentido... a un sentido que se transparenta en la intersección de mis experiencias y en la intersección de mis experiencias con las del otro”
(Merleau-Ponty 1945:19)
Sencillamente, si estamos condenados
al sentido, no podemos no sentir. Además
sentimos (y conocemos) con el otro.[1]
Este autor, mediante la presentación
de distintos argumentos, cuestiona el carácter
estático de las percepciones. Los objetos permiten ser abordados de
diferentes ángulos, permiten que cambie de lo que conocemos sobre ellos. El espacio es dinámico y nuestro cuerpo
percibe y maneja las distancias. El ojo puede ser engañado, tiene que comparar
los datos obtenidos con los del resto de los sentidos…
B.2 Existo, luego pienso
En Merleau-Ponty encontramos
conclusiones que apelan no solo a la fenomenología (abordaje que por provenir
de la filosofía tiene carácter especulativo), sino a los aportes que la
psicología de la Gestalt [2] presentó en su día, además de los
conocimientos de las funciones psíquicas realizados hasta allí.
Su propuesta exigía la revisión de
algunos conceptos clásicos, aunque como discutiré después, este autor también
estuvo constreñido por antiguos y muy arraigados presupuestos y tradiciones.
El punto que personalmente me
interesa resaltar y que resulta relevante para no apartarnos del hilo de este
trabajo, es que este autor propone que no
conocemos a través de la mente, sino
del cuerpo, mediante algo que permite definirse como “percepción activa”.
Esta percepción corporal no se limita
a las funciones de los sentidos, sino que, y de manera novedosa, incorpora cómo
desde el cuerpo se perciben las categorías kantianas de tiempo y el espacio.[3]
El cuerpo es, para Merleau-Ponty,
constituyente tanto de la apertura perceptiva así como de la creación de este
mundo, de un mundo que no distingue entre el sujeto que conoce y el objeto
conocido (otro cuestionamiento a Kant y a la tradición alemana)
Sin embargo, tal como fue previamente
anticipado, con todo lo valiosas que resultan sus contribuciones, este autor se
encontraba constreñido por una construcción teórica dominante que obtuvo su formulación con
Descartes, varios siglos antes, y que se halla imbricada en la tradición
académica francesa.
Todos sus argumentos filosóficos,
orientados a señalar la primacía de las percepciones del cuerpo en el modo en
que conocemos el mundo, son seguidos de argumentos del modo en que se produce
una suerte de “pasaje reflexivo” entre las percepciones corporales y el modo en
que la conciencia del yo aborda estas percepciones.
Es decir, Merleau-Ponty sigue
distinguiendo una mente apartada del cuerpo propia del dualismo cartesiano,
aunque invierta el orden del “pienso,
luego existo” por su propuesta “existo, luego pienso”.
Será esta construcción social (de
“segundo grado”) aquella que las neurociencias en general y la fisiología
experimental de Antonio Damasio en particular se verá obligada a cuestionar,
cuando sus investigaciones le permitan introducir el concepto de percepción emocional en todo proceso cognitivo exitoso.
C. Neurociencias, Memoria y
emociones
C.1 Conceptos elementales
Las neurociencias pueden definirse
como aquellas “que intentan proporcionar
una explicación científica de cómo el cerebro lleva a cabo funciones mentales
complejas, como la memoria” (Parkins 1999:3)
Las neurociencias estudian los
problemas relacionados con procesos mentales, entre los que se hallan
principalmente la atención, la percepción y la memoria individual.
Otros señalan que las
neurociencias estudian “aquellos procesos mentales que posibilitan nuestro diario desenvolvimiento en el reconocimiento de objetos familiares,
personas conocidas y el manejo del mundo
que nos rodea” (Manning, 1992:73)
Por otra parte, estudios
experimentales recientemente realizados en la Universidad de Buenos Aires [1] han comprobado que en la selección
de los recuerdos intervienen de manera definitoria neurotransmisores específicos
vinculados con las emociones. (Ilustr.1)
Podemos afirmar entonces que los
procesos de memoria abordados por las neurociencias, estudian la interacción y retroalimentación de los
procesos de percepción, atención y memoria de cada individuo, así como la
manera en que estos procesos intervienen en el manejo adaptativo del entorno, fenómenos también abordados por la antropología, pero
orientado desde los grupos humanos (Batra 2007 ver tambiénVigotsk1931,1934 y
1970[2])
C.2 Cambridge, memorias de una tradición
Sin embargo, este interés de abordar
los fenómenos de la Memoria como tal se remonta a varios siglos atrás, ya que
las elaboraciones cartesianas merecen contextualizarse con las agudas reflexiones
sobre la memoria que se dieron inicio en
Cambridge, Inglaterra.
La historia registra los estudios
de Francis Bacon, alguien considerado
clave en el desarrollo del empirismo
como método científico, y precursor de las ideas elaboradas posteriormente por John Locke y David Hume.
Tal como se acostumbraba, ingresó
durante su adolescencia al Trinity College de Cambridge, y sus estudios le
permitieron elaborar lo que hoy denominaríamos una propuesta metodológica.
Percibió que eliminando toda noción preconcebida del mundo, se puede y debe estudiar al hombre y su entorno mediante
observaciones detalladas y controladas que merecen validarse por la
experiencia.
A partir de sus reflexiones, Bacon
sometió a revisión todas las ramas del saber humano aceptadas en su tiempo, clasificándolas de acuerdo con las facultades de la
mente a la que pertenecían: memoria, razón o imaginación.
Varios siglos después, también en
Cambridge, lo que sugiere una continuidad en la tradición que inició Bacon
siglos antes, no solo se llevaría a cabo
en 1888 la Expedición antropológica al Estrecho de Torres, sino que se
permitiría probar experimentalmente lo que hoy denominamos “procesos dinámicos”
de memoria a partir de los datos
obtenidos por los antropólogos que participaron en dicha expedición. [3]
Sostenida por esta tradición de Cambridge,
sobre los años 30 del siglo XX, y a
cargo del psicólogo experimental Frederik Barlett se llevaron a cabo
investigaciones sobre el carácter de la
Memoria, impulsadas por los resultados obtenidos en la expedición al Estrecho
de Torres realizada en 1888 por el antropólogo H.R.Rivers.
Barlett, quien se dedicó a estudiar la memoria como construcción subjetiva, demostró
que el recuerdo se ve afectado por las experiencias vividas, donde el pasado incide de manera significativa en
los procesos perceptivos, y es lo que hace posible que una persona
reconozca una situación y actúe de una manera que resulte adecuada a ésta.[4] Advirtió así que las experiencias no
operan como elementos aislados, sino como una totalidad organizada, con un
patrón de actividad dinámica, que denominó Esquemas.
(Rosa y Bresco, 2005)
Según lo propone Barlett,
en su texto “Remembering” del
año 1932, hay que deshacerse de la idea de que la memoria es literalmente reduplicativa [5].De hecho construimos cada vez de
nuevo, conforme a las necesidades del momento,
conforme a un “Esquema Mental” que consiste en sesgos, racionalizaciones, y cambios que tienen tanto
origen personal como social (Barlett 1995:199)
Este abordaje inicial sobre procesos
de memoria en el marco de la psicología experimental derivó por un lado en los
modelos formales vinculados con la psicología
de las ciencias cognitivas, así como en los abordajes de las
neurociencias, de tono experimental.
C.3 El Error de Descartes
Incorporar la percepción de las emociones como factor necesario en todo proceso
cognitivo exitoso [6] requiere de
su adecuada justificación a partir de los resultados obtenidos por el
neurofisiólogo portugués Antonio Damasio.
En su obra de divulgación El Error
de Descartes. La razón de las Emociones (publicada en 1994), discute aquel
supuesto de la filosofía clásica que sostiene que actos humanos como razonar y decidir derivan
su eficiencia de una capacidad deductiva y matemática que deja fuera toda
emoción. Por el contrario, sus
investigaciones le permitieron demostrar experimentalmente [7] que una postura racionalista que
deja fuera las pasiones se halla vinculada a individuos con desastrosos
derroteros de fracaso.
Su teoría se inscribe dentro de un
paradigma monista y evolutivo, que sitúa en las redes neuronales la ontología
de la mente y el comportamiento humano (Martinez y Vasco, 2011)
Según Javier Monserrat (2005) a
través de sus trabajos, Damasio:
“Ha explorado brillantemente las
estructuras y sistemas neuronales que permiten a los organismos la sensación de sí mismos así como de la
producción consecuente de estados
emocionales primigenios… …Autores
como Daniel Goleman han contribuido
a la divulgación del concepto de Inteligencia Emocional cuyo
origen hay que buscarlo en las aportaciones científicas de Damasio” [8] (Monserrat 2005:2, el
resaltado es mío)
Desviándose de la corriente cognitiva
tradicional que aborda los procesos mentales en sentido abstracto, Damasio ha orientado su trabajo en la interacción de las emociones con el
resto de las estructuras corticales del cerebro:
“Parece insensato excluir del concepto global de mente a las emociones y
sentimientos…
Los sentimientos son tan cognitivos como cualquier otra imagen
perceptual, y dependen, como cualquier otra imagen, del procesamiento
cerebro-cortical (en su conjunto)” (Damasio 1999: 184)
C.4 Mente humana, demasiado
humana
Damasio ha desarrollado una compleja
teoría emergentista de la mente [9]
cuyas operaciones fisiológicas están lejos de emanar con exclusividad de
la actividad neuronal, como sostiene la neurología tradicional.
Su Teoría, de neto corte evolutivo y
constructivista, le otorga una atención especial al momento disruptivo en que el
individuo “toma conciencia de sí mismo” al adquirir la facultad de evocar
voluntariamente imágenes del pasado,[10] separándose así
del resto de los organismos con cerebro.
La postura de Damasio está por lo
tanto anclada en los siguientes postulados:
1) El cerebro humano y el resto del cuerpo
constituyen un organismo indisociable, un todo integrado mediante circuitos regulatorios, neurales y
bioquímicos, mutuamente interactivos
2) El organismo así entendido interactúa en
y con el entorno como un Todo
3) Las operaciones fisiológicas que llamamos mente no emanan solo del
cerebro sino del conjunto estructural y funcional, que interactúa con un
medio
C.5 En el principio fue la
Imagen
Damasio distingue evolutivamente
entre organismos con cerebro y organismos con mente, donde la diferencia
fundamental radica en el carácter de las
Imágenes percibidas.
Todos los organismos con cerebro son
capaces de percibir imágenes visuales, auditivas y olfativas como respuesta al
entorno, donde la conducta adaptativa resulta del registro corporal de
esas imágenes para seleccionar la conducta motora y es lo que condiciona
la conducta.
En cambio (y éste es uno de los
aspectos más novedosos de la Teoría de Damasio) el origen de la Mente se halla vinculado con un “darse
cuenta” de la propia capacidad individual de desplegar, recordar y organizar
las imágenes internas definiendo la especificidad humana.
“Mi posición entonces es que un organismo
provisto con mente forma representaciones neuronales que pueden transformarse en imágenes,
manipularlas (y organizarlas) en un proceso llamado pensamiento y finalmente
influir en la conducta… imágenes que
cada uno experimenta como propias.” (Damasio 1999: 110)
Las imágenes perceptuales (visuales,
auditivas, olfativas y otras) permiten clasificarse en:
·
Inmediatas (del
tiempo presente) característica de todo organismo con Cerebro
·
Diferidas (evocadas o imaginadas) exclusivas de organismo con Mente
Todas resultan “construcciones del cerebro de nuestro
organismo” (Damasio 1999:118)
Son reales para nosotros y están
organizadas topográficamente en diferentes capas corticales.
Estas imágenes tienen carácter
dinámico. “No se almacenan como facsímiles de cosas, acontecimientos, palabras
o frases… Tenemos evidencia directa de que cuando
recordamos un objeto determinado no logramos una reproducción exacta, sino una interpretación…Como indicó el
psicólogo inglés Frederik Barlett, hace décadas… la memoria es esencialmente reconstructiva” (Damasio 1999: 121)
C.6 Imágenes ancladas en el
cuerpo ¿emoción o sentimiento?
Otro de los hallazgos de las
investigaciones de Damasio gira en torno a la diferencia que establece entre
emoción y pensamiento. A pesar de que en el habla cotidiana solemos referirnos
a ambos términos de modo indistinto, Damasio define a la emoción como un proceso primario
y la distingue del sentimiento como secundario,
donde ambos se originan en diferentes regiones cerebrales. Para
ello distingue:
a)
Los
cambios corporales con los que el cuerpo responde automáticamente mediante alteraciones en parámetros funcionales
viscerales (afectando por ejemplo al corazón o los intestinos),
musculoesqueléticos (piernas que se
aflojan o se disponen a correr) y endocrino-glandulares (alterando la función
de las suprarrenales o la pituitaria). Se trata de situaciones del entorno que
gatillan respuestas emocionales como el miedo o el júbilo (y que
corresponden en los estudios por imágenes computarizadas con áreas de cerebro
vinculadas con la amígdala y el sistema límbico)
Estos aspectos son circunscriptos con el término emoción (Ver ilustr. 2)
b) En cambio, a aquellos cambios
corporales involuntarios (similares a los que surgen con la emoción)
El Dr. J. Monserrat confirma que el pasaje crucial a la toma de
conciencia del “sí mismo” se produce con la inclusión del elemento temporal: “Las sensaciones de imágenes del ahora y las de las imágenes del pasado son fenomenológicamente
diferentes…El recuerdo se produce porque la pauta neural de la imagen del ahora queda registrada y puede reactivarse por conexiones neurales
que se disparan siempre desde la actividad del presente.” (Monserrat 2005:7)
C.7.1 Marcador Somático. Percepción
cognitiva de las emociones
Una vez demostrada la noción de sustrato
de imágenes y colección de
representaciones organizadas en distintas capas corticales, Damasio
presenta su concepto de marcador somático para fundamentar que en
toda decisión exitosa está involucrada la memoria de las experiencias vividas:
“Imagina que pasa algo antes
de razonar hacia la solución de un problema… Cada vez que se te ocurre tan solo
la posibilidad de tomar una mala
decisión, aunque sea fugazmente, tienes un sentimiento visceral
displacentero.… Funciona como una señal
de alarma automática… Los marcadores somáticos son un caso especial
de sentimientos generados a partir de emociones secundarias. Emociones y
sentimientos se han conectado mediante el aprendizaje a futuros resultados,
previsibles en ciertos escenarios.” (Damasio 1999:199)
Damasio procede a distinguir entre marcadores negativos (que producen
malestar) y los positivos (imágenes que provocan sensaciones físicas de
júbilo, alegría o sosiego, cuando
imaginamos un escenario posible):
“Cuando un marcador somático negativo se yuxtapone a un resultado futuro
posible, la combinación funciona como una señal de alarma.
“A la inversa, cuando la yuxtaposición se refiere a un marcador positivo,
la señal se transforma en un elemento incentivador.” (Damasio 1999:200)
El concepto de marcador somático
positivo le permite a Damasio dar cuenta que los fenómenos conocidos como
“fuerza de voluntad” no serían otra cosa que la disposición a postergar la
gratificación momentánea para obtener algún beneficio futuro: [12]
De esta manera, los datos obtenidos
como resultado de largos años de investigación clínica y su correspondencia con diagnóstico por
imágenes, le permiten a Damasio concluir que el concepto de marcador somático, da cuenta de un proceso
cognitivo secundario de las emociones, otorgándole así un status cognitivo a la percepción de las mismas.
Este concepto de marcador somático le
permite asimismo dar cuenta de conductas que tradicionalmente han sido
abordadas sin tomar en cuenta lo emocional, como ha sido el caso de conductas
anticipatorias de previsión, o conductas morales como la fuerza de voluntad.
C.7.2 Marcador Somático adquirido durante la socialización temprana
Los datos presentados por Damasio
revelan que los marcadores somáticos se adquieren durante la infancia y la
adolescencia, cuando el influjo de las preferencias del grupo primario, sus
convenciones y normas establecidas, están fuertemente condicionadas por las
marcas emocionales que resultan de la experiencia local, de las que el
marcador somático se presenta como un excelente operador teórico (Damasio 1999:
203, 205)
C.7.3 Marcador Somático y representación de categorías
Respuesta a
interrogantes de la Antropología Clásica
Otro aspecto sobre el que arrojan luz
las investigaciones de Damasio, y que responde a un tema recurrente de la
antropología clásica está referido a los vínculos entre la localización
prefrontal del marcador somático y la
representación de categorías.
Las mismas emociones de carácter
secundario que se asocian como un marcador somático, también resultan decisivas
en el proceso de categorización, donde la corteza prefrontal funciona como zona
de convergencia:
“Como lo demostró el
neuroanatomista Walli Naura, las capas
corticales prefrontales envían señales… y pueden promover repuestas químicas relacionadas con la emoción en
el hipotálamo… Las investigaciones en mi laboratorio sugieren que… estructuras prefrontales son… decisivas
para el proceso de categorización.” (Damasio 1999:208, 210)
Esta evidencia experimental que
vincula las emociones con los procesos de categorización, responde una inquietud
que tanto Durkheim como Mauss relevaron como resultado de su estudio
comparativo de modos de clasificación
primitivo:
“Ignoramos todavía cuáles son las
fuerzas que han inducido a los hombres a repartir las cosas entre estas
clases…. A priori, es posible que
ciertos móviles de un orden bastante diferente hayan determinado el modo de
aproximar estos seres… de distinguirlos y oponerlos….. (Sin embargo)
acabamos de ver… que los mismos
sentimientos que se hallan en la base de la organización doméstica, social, etc.
también han presidido esta organización
lógica de las cosas.
Es posible clasificar algo
distinto que conceptos y a través de
procedimientos diferentes que los de seguir las leyes (lógicas)[13] del puro
entendimiento.
“Para que determinadas nociones puedan disponerse sistemáticamente por
razones de sentimiento, es preciso que…
ellas mismas sean producto del sentimiento.
“Y es precisamente este valor
emocional… el que sirve de carácter dominante en la clasificación.”
(Durkheim y Mauss 1971:70 y 71, el resaltado es mío- Ver Fotografía 4))
El párrafo citado permite imaginar
prospectivamente que quizás a estos
autores les hubiera complacido disponer de las herramientas que proporcionan
las neurociencias.
La respuesta que brinda el conocimiento de un marcador somático cuyas señales emocionales convergen con las categorizaciones propias de
la corteza prefrontal puede resultar fructífera en la investigación
antropológica.
Se trata de conceptos teóricos que
permiten la incorporación válida de las emociones y sentimientos como el factor
diferencial que contribuye a cambios observables en el mapa cognitivo,
como analizaré más adelante.
Pero previamente, es necesario
abordar en qué consisten los modelos sistémicos en tanto aquellos que permiten
la articulación de elementos de distinto nivel de tipificación, y cuáles son las ideas centrales de Bateson que servirán para el análisis del
material seleccionado.
Por tales motivos, se hace necesario
iniciar el recorrido justificando la elección del modelo sistémico, comenzando con responder pregunta del siguiente capítulo.
[1] Se trata de investigaciones iniciadas
en el departamento de Fisiología dependiente de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Buenos Aires realizados en cooperación con científicos
brasileños.
Los resultados fueron publicados en 2009 por la revista Science, perteneciente a la Asociación
Americana para el avance de la Ciencia.
Dichos estudios revelan que la
dopamina (un neurotransmisor) actúa sobre una pequeña región central del
cerebro conocida como hipotálamo, donde presenta un papel decisivo en activar o
bloquear la memoria reciente. (Zibell 2009, ver también Dalgleish y Power 2000,
Kendel 2005 y Bontempi 2007)
[2]
El antropólogo Roger Batra propone que requerimos del grupo social como un
“cuarto cerebro” para constituirnos como humanos. Leo Vigotsky por su parte,
incorpora al lenguaje, la escritura, el
cálculo o el arte, como construcciones sociales que
mediatizan entre las imágenes propias (o pensamiento) y el mundo que nos rodea,
en tanto instrumentos que permiten la adecuación de la conducta humana al
entorno, conceptos que merecen un tratamiento más exhaustivo.
[3]
G.Bateson, biólogo también graduado en Cambridge, fue introducido en la
Antropología por A. Haddon.
[4]
Este aspecto anticipado por Barlett, que involucra cómo son recordadas las experiencias vividas constituyen uno de los ejes de esta Tesis .
[5]
Este aspecto reconstructivo de la
memoria será retomado por el neurofisiólogo Antonio Damasio
[6]
Vale recordar que la hipótesis de investigación
que guía este trabajo sostiene que la
puesta en común de las emociones
vinculadas a un espacio constituyen el factor
determinante para propiciar cambios en el mapa cognitivo del grupo bajo
análisis.
[7]
Para fundamentar su postura se vale tanto de registros provenientes de la
historia de la medicina, como de las conclusiones derivadas de sus años de
investigación clínica y estudio de
diagnóstico por imágenes.
[8]
Goleman fue conocido en nuestras latitudes durante los noventa gracias al
respaldo editorial que recibió. Aunque en su primer libro (Goleman 1996: 16 y
17)) argumenta que la importancia de proporcionar
inteligencia a la emoción se debe a que existen cada vez más pruebas de que las
posturas éticas fundamentales surgen
de capacidades emocionales
subyacentes, no solo no reconoce su
deuda con Damasio, sino que en su
siguiente libro (Goleman 1997) el concepto pronto devino en “coeficiente emocional”, con todo su
tufillo determinista (ver Kaplan 1992)
[9]
Teoría cuya presentación completa desviaría el objeto de esta Tesis.
[10]
Estas “imágenes” guardan relación con el
Pensamiento tal como fuera definido por
Vigotsky (1934) quien insistía también
en las diferencias genéticas entre el origen del pensamiento y del lenguaje.
[11]
Damasio refiere que en pacientes con daño prefrontal se hallan deteriorado los
procesos secundarios, aunque respondan ante una situación de estrés con una
emoción primaria. En cambio, pacientes con daño en la amígdala, sufren
incapacidad para expresar emociones de forma tanto primaria como secundaria.
[12]
Damasio tuvo largas oportunidades de observar
los cambios que se producían en individuos
que padecieron de daño
prefrontal, ya fuera por un tumor o algún accidente: muchos de ellos, que
llevaban hasta allí una vida de familia y de trabajo estable, comenzaron a
evidenciar una conducta que no solo procuraba la gratificación momentánea, sino también sin medir las consecuencias morales de sus decisiones. Sus
investigaciones demuestran que el “motor
de las acciones” que Kant
argumentó como sustento del “Imperativo Categórico” jamás puede ser exclusivamente frío, deductivo y racional, sino que
depende, como condición necesaria de
los procesos secundarios de percepción cognitiva de las emociones
(Chust 2009 y 2011)
[13]
Como sabemos, el clima intelectual de la época bullía tratando de dar cuenta de
las particularidades de la “lógica
racional” o falta de ella de los pueblos nativos.
[1]
Como veremos más adelante, los sentidos primarios, así como las emociones, son
fundamentales en nuestra conocimiento del entorno, algo que cuestiona el
supuesto filosófico “Pienso, luego existo”
[2]
G.Bateson reconoció públicamente su deuda intelectual con Kurt Lewin como punto
de partida para su propuesta epistemológica de “niveles de aprendizaje” (ver más
adelante) Además Bateson posteriormente desarrolla el fenómeno de las
percepciones visuales en su libro Espíritu
y Naturaleza.
[3]
Aunque la filosofía de Merleau-Ponty merecería un desarrollo más pormenorizado,
constituiría un desvío de la propuesta de abordar este autor como paso
necesario para introducir los aportes de las Neurociencias.
[4] Se trata de investigaciones iniciadas
en el departamento de Fisiología dependiente de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Buenos Aires realizados en cooperación con científicos
brasileños.
Los resultados fueron publicados en 2009 por la revista Science, perteneciente a la Asociación
Americana para el avance de la Ciencia.
Dichos estudios revelan que la
dopamina (un neurotransmisor) actúa sobre una pequeña región central del
cerebro conocida como hipotálamo, donde presenta un papel decisivo en activar o
bloquear la memoria reciente. (Zibell 2009, ver también Dalgleish y Power 2000,
Kendel 2005 y Bontempi 2007)
[5]
El antropólogo Roger Batra propone que requerimos del grupo social como un
“cuarto cerebro” para constituirnos como humanos. Leo Vigotsky por su parte,
incorpora al lenguaje, la escritura, el
cálculo o el arte, como construcciones sociales que
mediatizan entre las imágenes propias (o pensamiento) y el mundo que nos rodea,
en tanto instrumentos que permiten la adecuación de la conducta humana al
entorno, conceptos que merecen un tratamiento más exhaustivo.
[6]
G.Bateson, biólogo también graduado en Cambridge, fue introducido en la
Antropología por A. Haddon.
[7]
Este aspecto anticipado por Barlett, que involucra cómo son recordadas las experiencias vividas constituyen uno de los ejes de esta Tesis .
[8]
Este aspecto reconstructivo de la
memoria será retomado por el neurofisiólogo Antonio Damasio
[9]
Vale recordar que la hipótesis de investigación
que guía este trabajo sostiene que la
puesta en común de las emociones
vinculadas a un espacio constituyen el factor
determinante para propiciar cambios en el mapa cognitivo del grupo bajo
análisis.
[10]
Para fundamentar su postura se vale tanto de registros provenientes de la
historia de la medicina, como de las conclusiones derivadas de sus años de
investigación clínica y estudio de
diagnóstico por imágenes.
[11]
Goleman fue conocido en nuestras latitudes durante los noventa gracias al
respaldo editorial que recibió. Aunque en su primer libro (Goleman 1996: 16 y
17)) argumenta que la importancia de proporcionar
inteligencia a la emoción se debe a que existen cada vez más pruebas de que las
posturas éticas fundamentales surgen
de capacidades emocionales
subyacentes, no solo no reconoce su
deuda con Damasio, sino que en su
siguiente libro (Goleman 1997) el concepto pronto devino en “coeficiente emocional”, con todo su
tufillo determinista (ver Kaplan 1992)
[12]
Teoría cuya presentación completa desviaría el objeto de esta Tesis.
[13]
Estas “imágenes” guardan relación con el
Pensamiento tal como fuera definido por
Vigotsky (1934) quien insistía también
en las diferencias genéticas entre el origen del pensamiento y del lenguaje.
[14]
Damasio refiere que en pacientes con daño prefrontal se hallan deteriorado los
procesos secundarios, aunque respondan ante una situación de estrés con una
emoción primaria. En cambio, pacientes con daño en la amígdala, sufren
incapacidad para expresar emociones de forma tanto primaria como secundaria.
[15]
Damasio tuvo largas oportunidades de observar
los cambios que se producían en individuos
que padecieron de daño
prefrontal, ya fuera por un tumor o algún accidente: muchos de ellos, que
llevaban hasta allí una vida de familia y de trabajo estable, comenzaron a
evidenciar una conducta que no solo procuraba la gratificación momentánea, sino también sin medir las consecuencias morales de sus decisiones. Sus
investigaciones demuestran que el “motor
de las acciones” que Kant
argumentó como sustento del “Imperativo Categórico” jamás puede ser exclusivamente frío, deductivo y racional, sino que
depende, como condición necesaria de
los procesos secundarios de percepción cognitiva de las emociones
(Chust 2009 y 2011)
[16]
Como sabemos, el clima intelectual de la época bullía tratando de dar cuenta de
las particularidades de la “lógica
racional” o falta de ella de los pueblos nativos.
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