La evidencia
experimental disponible hoy sobre el impulso de las NvE para uso de
herramientas por elefantes y delfines, invita a mirar con otros ojos el
registro del homo ergaster y homo erectus, para quienes las NvE, o neuronas de
proyección se ofrecen como el motor detrás del gesto para querer fabricar
herramientas portátiles.
El modo como las presiones selectivas del medio pudieron impulsar la integración de las funciones von Economo con las funciones de la Corteza prefrontal en la elaboración exitosa de conductas simbólicas para obtener adaptación psíquica, será abordado en las entradas del blog sobre la Emergencia de la Corteza prefrontal.
Introducción
La filogenia que vincula individuos de
aspecto similares al nuestro, se ha enrevesado tanto, que tratar de ubicar a
una especie u otra como antecesora o descendiente resulta una empresa
extremadamente difícil, donde además se discute cuándo y cómo distinguir una
piedra como recurso inmediato de la elaboración manual de útiles líticos.
Por tales razones, comenzaremos por
ofrecer una descripción elemental del registro fósil disponible, para luego
avanzar un poco sobre la necesidad de algún criterio superador que opere como
una divisoria de aguas entre austrolopitecus
y homínidos.
El registro fósil del árbol
filogenético de la especie Homo, recibió
un enorme impulso a mediados del siglo pasado, de mano de los Leakey. Durante
la década de 1960, se publica la referencia al primer miembro de nuestro linaje
Homo. La historia tiene como
protagonista a Jonathan, hijo de Louis Leakey, quien llevaba un tiempo
trabajando en el sitio africano de Olduvai. Después de varios infructuosos
intentos (Kuper 1996) el pequeño proporcionó un conjunto de huesos y dientes
asociados a cuarenta y ocho artefactos de piedra. Luego de estudiarlos, en 1964
publica junto a sus colaboradores, una nueva especie del género Homo, el Homo habilis (Leakey et al. 1964; Gomez
Castanedo, 2012) Los ecos de este hallazgo impulsaron las conferencias Man the hunter y revolucionó el
paradigma de la época. Sin embargo, con el avance de nuevos descubrimientos,
Wood y Collard, (1999) entienden que quizás sea más adecuado incluir a Homo habilis dentro del grupo de los
australopitecos, dadas las importantes diferencias morfológicas que existen
entre H. habilis y H. sapiens.
Hallazgos recientes de huesos del pie
pertenecientes a un Australopitecus
Ramidus de más de 4 MA, en Etiopía, revelaron un patrón locomotor previamente
desconocido e imprevisible, que combina la escalada arbórea y una forma de
bipedalidad terrestre (Simpson 2019).
Por otra parte, y según arrojan recientes análisis
de ADN, humanos anatómicamente modernos se cruzaron en Eurasia con Neandertales
y con una población arcaica relacionada, conocida como Denisovianos (Browning
et al, 2018)
Así que no todo es indefinición.
Hay suficiente consenso respecto que las primeras especies de Homo, aparecen
juntas en un corto espacio de tiempo.
De hecho, Homo
rudolfensis, Homo habilis, Homo georgicus y Homo
ergaster habrían surgido entre 1,8 y 2,4 MA atrás. Nuestros
antepasados se hacían presentes y comenzaba la Edad de Piedra.
O
dicho con más exactitud, fue el momento cuando se comenzaron a utilizar piedras
para acceder a la médula por carroñeo, como conducta adaptativa novedosa de
nuestro linaje. Esta nueva especie tenía
un volumen cerebral de entre 500 y 750 cm3, podía sobrevivir con un
intestino más corto, y disponía de manos liberadas que le facilitaban el
transporte del alimento (Carnese y Dejean, 2015)
Se discute cuándo y cómo pudo haber
ocurrido la emergencia de modos comunicativos que propicien organizaciones
sociales complejas. También se debate cuándo y en qué medida la dieta pudo
contribuir al aumento del cerebro. La dieta ha sido muy importante en el
proceso evolutivo y resulta crucial para el desarrollo cerebral, cuyo aumento
constante es uno de los rasgos característicos del registro fósil homínido. El
cerebro consume muchas calorías y requiere de cierto tipo de lípidos para poder
desarrollarse.
(Carnese y Dejean, 2015, Gomez Castranedo 2012)
El Homo Ergaster, con un registro que
lo revela como el que empezó verdaderamente a trabajar y tallar la
piedra, presentaba un cerebro mayor a los 800 cm3, y un tamaño
y estructura corporal muy similares a los humanos actuales. Pero los hallazgos en Asia de Homo georgicus, de
1,8 Ma de antigüedad complicaron el rompecabezas, ya que otros académicos
identificaron los restos como una forma primitiva de Homo erectus.
La reconstrucción de nuestra historia evolutiva está muy condicionada por la
dinámica de las excavaciones. Se explora mucho en el este de África, pero
cuando se empezó a buscar en otras regiones, como el Chad, en el centro del
África, también aparecieron homínidos (Carnese y Dejean, 2015) En Asia, los registros del Homo Erectus, de hace 1,5 MA con capacidad craneana
aumentada hasta los 1100 cm3, no dejan de sorprender.
Hace poco más de 1 MA, mientras
el Homo Erectus se extendía por Asia, África veía nacer
al Homo Antecessor, un homínido con una capacidad craneal en
torno a los 1000 cm3 y una altura de alrededor de 1,70 metros,
bastante parecido a nosotros en tamaño y contextura física moderna, que fue el
primero en llegar a Europa de acuerdo a los sitios datados (Carnese y Dejean,
2015)
Restos del Antecessor de 900.000
AP hallados en España, permiten inferir que habría dado origen al Homo
heidelbergensis, homínido que se expandió por Europa entre 600.000 y
250.000 AP, y se lo vincula genéticamente con el Homo
Neanderthalensis, que vivió en Europa y ciertas zonas de Asia occidental
desde hace 230.000 hasta 28.000 años, cuyos individuos presentaban una
capacidad craneal incluso mayor que la de los humanos modernos. (Carnese y
Dejean, 2015)
De lo que no quedan dudas es que hace unos 150.000
años, en lo que hoy es Etiopía, nacía un nuevo mutante, con un cerebro que le
permitió dominar el mundo.
El Homo sapiens llegaba para
quedarse.
La
búsqueda de un criterio superador
Este brevísimo repaso sobre la historia del árbol
filogenético humano, continúa modificándose año tras año según los hallazgos, y
ubicar a una especie u otra como antecesora o descendiente constituye una
empresa marcada por innumerables juicios interpretativos, razón por la cual se
impone la búsqueda de un criterio
superador.
El desarrollo científico permite
incorporar nuevas disciplinas que proponen nuevos enfoques en relación con la
evolución humana. El estudio del patrón de
crecimiento y desarrollo en las distintas especies fósiles del linaje humano
permite interpretar de forma correcta el modelo
de historia biológica de los individuos en su conjunto y ayuda a los
investigadores a comprender mejor la evolución de nuestra especie.
Los patrones de crecimiento y desarrollo de humanos
actuales y chimpancés, suelen utilizarse como parámetros (Goikoetxea y Mateos, 2011) La
incorporación de los hallazgos realizados en los últimos veinte años respecto
de la convergencia evolutiva de Neuronas von Economo en el antepasado común de
homínidos y gorilas, ballenas y elefantes, enriquecen los patrones de
crecimiento y desarrollo humano.
Contrastar tales patrones actualizados con el registro
fósil disponible, permite realizar inferencias y una puesta al día sobre las hipótesis
que hasta ahora se han propuesto para el patrón evolutivo de nuestra especie.
Veamos ahora brevemente el criterio que Leroi-Gourham
sostuvo para definir lo humano.
Leroi-Gourham:
el ritmo detrás del gesto
Los largos estudios de André
Leroi-Gourham (1911-1986) publicados en El
gesto y la palabra (1971) la permitieron
observar regularidades distintivas entre el mono que se vale de piedras como
herramientas para uso inmediato y el homínido que comienza a fabricar útiles
líticos que después porta consigo.
Leroi-Gourham incorporó numerosos
cuadros comparativos que permiten el seguimiento de los cambios adaptativos
conducentes a la emergencia de las particularidades de la expresión rupestre en
el Homo Sapiens, su objeto de
investigación primaria.
Celebramos
que no confunda el enfoque evolutivo con una mirada que ubica a las especies
anteriores como inferiores al humano moderno. Tampoco que busque homologar las
primeras expresiones gráficas con dibujos infantiles, ya que rechaza de plano
la idea de una pictografía como “una forma de infancia de la escritura” (1971:
192) En su lugar, declara con firmeza “El grafismo no
se inicia con la representación ingenua de lo real, sino con lo abstracto”
(Leroi-Gourham 1971: 187)
El hilo conductor de sus reflexiones
sobre el origen del arte rupestre, gira en torno a los ritmos corporales y
estímulos neuronales recíprocos: “La aparición de símbolos gráficos, supone el
establecimiento de relaciones nuevas entre los dos polos operativos (mano-útil
/cara-lenguaje)” (Leroi-Gouram 1971: 185)
El prestigioso investigador considera asimismo que la coordinación
de percepciones sonoras-visuales con los polos operativos (mano/cara) condujo a
la evolución de los símbolos materiales. Para él, esto explica que “lo
abstracto está realmente en la base de toda expresión gráfica” del mismo modo
que “la búsqueda de una ritmicidad pura y un no figurativismo” que consiga
expresar los ritmos internos (Leroi-Gourham 1971: 190)
Para respaldar sus estudios sobre arte rupestre, realizó amplios estudios comparativos de la información publicada a mediados del siglo pasado, que comparaban la forma del cráneo de diferentes organismos, o que ilustraban el aumento diferenciado de la zona cortical vinculada con la motricidad voluntaria de la mano, comparando la misma zona en los primates.
Resulta notable cómo hace medio siglo,
Leroi-Gourham ofreció conceptos originales que calan el hueso de nuestra
especificidad como especie.
Por el momento, vamos a tener en cuenta
estas dos observaciones:
En un análisis elemental del gesto técnico, observa que la diferencia entre los monos y el primer homínido fabricante de útiles, no estriba en las posibilidades físicas, ya que los monos están perfectamente capacitados para realizar movimientos musculares similares. Leroi-Gourham distingue entre aprender una habilidad manual, y el querer hacer una herramienta. Señala que se abre un abismo entre la acción manipuladora de los monos y una mano que desencadena el proceso motor. (Leroi-Gourham, 1971: 237-239)
“El sistema nervioso lejos de ser una fábrica que produce instinto, responde a estímulos tanto internos como externos, construyendo programas… Instinto e inteligencia constituyen dos modos de programación, donde la diferencia es básicamente neurofisiológica, antes que filosófica” (Leroi-Gourham 1971: 217, 218)
Las NvE, el motor que impulsa el gesto
Como
hemos visto en entradas anteriores de esta serie, muchos estudios registran el
uso de herramientas por parte de elefantes y delfines. De hecho, todos hemos
visto imágenes de elefantes que utilizan su trompa como una quinta extremidad.
Entonces,
la incorporación de la evolución convergente de neuronas von ecónomo en grandes
mamíferos, abre todo un abanico de posibilidades para realizar hipótesis e
inferencias sobre el motor neurofisiológico para fabricar herramientas, por
parte del Homo Ergaster.
El enorme salto cognitivo que corresponde con la
emergencia de neuronas von ecónomo en homo
ergaster y homo erectus, invita a mirar con nuevos ojos el registro
disponible. La emergencia del sistema von ecónomo, impulsó conductas iniciales
similares a las observadas en otras especies
altamente sociales, todas caracterizadas por una evolución relativamente
reciente, una maduración lenta, una tasa de reproducción baja y pocas crías (es
decir, especies K-selectivas), un cerebro muy grande y un gran tamaño corporal
dentro de sus grupos.
Todas las especies con neuronas von
economo, exhiben complejos patrones
sociales que incluyen habilidades de comunicación complejas, cooperación,
armado de estrategias, transmisión
cultural, incluso el uso de herramientas (Krutzen et al, 2005; Hof y Gucht, 2007; Hakeem,
2008; Rendell y Whitehead, 2001 y 2003; Whitehead, 1998) Y lo hicieron con
un modo de comunicarse que, aún sin
articulación, parece haber sido más efectivo para ponerse de acuerdo entre
ellos que nosotros con toda nuestra parafernalia.
El registro
disponible tanto del homo ergaster,
como del homo erectus, nos revelan
criaturas que además del uso de herramientas, debieron elaborar estrategias de
orientación para no migrar en círculo, y estar lo suficientemente alertas como
para descubrir tempranamente el manejo del fuego. Los hallazgos van corriendo
hacia atrás la evidencia de fogones utilizados por h. ergaster y h. erectus, aunque no podamos precisar si en
principio trataron de mantener el fuego proveniente de incendios, o comenzaran
a generarlo. El manejo del fuego en sí mismo representa todo un salto cognitivo,
dado el notable terror que genera en los animales. El homo se percató tempranamente, que mantenerlo encendido contribuía
a mantener alejadas a las fieras, y las piezas al rescoldo proporcionaron
alimento seguro. (Berna et al, 2012; Weiner et al, 1998)
Es hora de reconocer de una vez por
todas que se trataban de criaturas inteligentes y exitosamente adaptativas, pese
a carecer de corteza prefrontal.
(Fragmento
de Arqueología del Símbolo, en
preparación por Vivina Perla Salvetti)
Para concluir, en el vídeo a continuación, el experimentado arqueólogo argentino Carlos Aschero, nos recuerda que la herramienta siempre fue vista como una extensión de la mano:
En la próxima entrada, analizaremos si el registro disponible nos ofrece pistas para identificar o no como simbólica muchas conductas del neanderthal.
¡Hasta entonces, amigos!
El modo como las presiones selectivas del entorno pudieron impulsar la
integración de las funciones von Economo con las funciones de la Corteza
prefrontal en la creación exitosa de símbolos para obtener adaptación psíquica,
será abordado en las entradas del blog sobre la Emergencia de la Corteza
prefrontal (Salvetti 2015 y 2017)
En la próxima entrada, analizaremos si el registro disponible nos ofrece pistas para identificar como simbólica muchas conductas del neanderthal.
¡Hasta
entonces, amigos!
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