El mss 4Q120 hallado en Qumram, es un manuscrito de la Septuaginta datado al siglo i a. C. Se destaca por traducir el Tetragrámaton del hebreo bíblico al griego.
Hola amigos. Esta entrada está dedicada a desarrollar que Spinoza tenía
razón cuando, como resultado de sus estudios sobre la Biblia como documento
histórico, sostuvo que las Antiguas Escrituras Hebreas no mencionan la
inmortalidad del Alma, y que las creencias religiosas que sostenían que el alma
es inmortal, respondían a que los rabinos habían incorporado oralmente tales
interpretaciones que no figuraban en el texto original.
Spinoza fue expulsado por no retractarse de sus dichos. Pero el hallazgo
realizado en el siglo XX demostró que tenía razón.
El extraordinario hallazgo de rollos milenarios en las cuevas de Qumram,
cerca del Mar Muerto, reveló que el contenido de la versión griega de los LXX y
otros rollos de las Escrituras hebreas, eran coincidentes.
Por eso vamos a recordar por qué surgió la necesidad de hacer una
traducción al griego común de las Antiguas Escrituras hebreas para los judíos
de la Diáspora, y luego recordaremos el maravilloso hallazgo de gran cantidad
de manuscritos de las Antiguas Escrituras en una Cueva del Mar Muerto, a mitad
del siglo XX.
Fragmento del rollo manuscrito de Isaías con más de dos mil años de antigüedad
La Versión de los LXX Sabios
La tradición nos comenta que la Septuginta fue el resultado de una
traducción inspirada mandada a hacer a mediados del siglo II a.C. por Ptolomeo para completar su vasta y magnífica biblioteca de
Alejandría. Para ello, realizó las solicitudes correspondientes y se convocó a 72 hombres, seis de cada una de
las tribus hebreas, ancianos eruditos
que se reunieron para darle la traducción adecuada a la Ley hebrea.
La traducción comenzó a fines del siglo iii a. C. (c. 280 a. C.),
y concluyó hacia principios del siglo ii a. C.
(c. 100 a. C.). Inicialmente fue traducido el Pentateuco y luego el resto de los registros (crónicas históricas,
profetas mayores y menores, salmos y proverbios) se completaron paulatinamente
en los tres siglos siguientes
Los
72 sabios judíos provenientes de Jerusalén, trabajaron por separado en la traducción manuscrita al griego de los
textos sagrados del pueblo judío. Según la misma leyenda, la comparación de
todos los manuscritos reveló que los sabios habían coincidido en su trabajo de
forma milagrosa.
Al
realizar trabajo filológico posterior, algunos observaron variaciones, a veces
muy importantes, entre los textos encontrados en los diferentes códices de la
Septuaginta. Durante muchos siglos, los estudiosos bíblicos pensaron que todas
las variantes textuales entre la Septuaginta y el Tanaj (textos sagrados
hebreos) se debían a errores de copistas, o incluso de la falta de interés en
la fidelidad al texto hebreo-arameo. Sin embargo, cuando a partir de los
descubrimientos en 1947 de las cuevas de Qumrán los estudiosos finalmente
tuvieron a su alcance los rollos manuscritos del Mar Muerto, pudieron darse
cuenta de que las variaciones propias de la Septuaginta se hallaban reflejadas también en
manuscritos hebreos y arameos bastante más antiguos.
Una
lectura comparativa atenta de los Códices griegos disponibles, revela que los
diferentes libros sagrados asentados en la Versión
de los LXX representan fielmente, con certeza total, textos en un estado “primitivo”,
carente de intervenciones, ofreciendo un material mucho más primario y primigenio, que el actual
texto hebreo-arameo masorético, bastante más pulido y editado en el curso de
los siglos posteriores.
Recordamos
que el filósofo Baruch de Spinoza criticó tales intervenciones e
interpretaciones orales sobre el documento histórico original, y que el
hallazgo de Qunram demostró que sus críticas habían tenido fundamento real,
aunque no viviera para comprobarlo.
Ante
las controversias sobre tales cambios en textos sagrados (incluso cambios en el
contenido) algunos estudiosos señalan que, en numerosos casos, en
Qumrán se han hallado manuscritos hebreos que avalan la versión griega de los
LXX. Se ha determinado finalmente, que aquellos manuscritos que avalan
la Septuaginta son mucho más antiguos que aquellos que respaldan al texto
masorético, que es la versión de los LXX que corrigió estilo, puntuación, e
incluso el contenido del texto sagrado.
Los Rollos del Mar Muerto
Se estima que hace unos 2 mil 100 años, un grupo de
escribas judíos escondieron unos 900 papiros manuscritos al interior de
cuevas al norte del Mar Muerto para protegerlos. En aquel entonces, la
información se pensaba que venía directamente de comunicación divina. Por ello,
también, se consideraban documentos sagrados.
Eventualmente los 900 manuscritos diferentes se
encontrarían en once cuevas cerca del valle llamado Wadi Qumran, de ellos se
vienen analizando desde entonces 60.000 fragmentos recuperados, porciones o
rollos completos de estos manuscritos, cubriendo muchos temas.
¿Pero por qué son tan importantes para nosotros
estos Rollos del Mar Muerto? La razón es que antes de este descubrimiento los manuscritos más antiguos de los textos
bíblicos databan del siglo IX después de Cristo. Eran copias de copias
anteriores que se habían perdido hacía tiempo.
Pero ahora, por ejemplo, tenemos un rollo del libro
completo de Isaías que data del segundo siglo antes de Cristo. Es mil años mayor
que cualquier otro documento de la Escritura hebrea anterior que teníamos antes
de 1947.
Los
estudios realizados sobre los manuscritos descubiertos, demostraron que los
textos encontrados son sorprendentemente similares a los documentos que ya
tenemos. Las variaciones son menos del dos por ciento, lo
que muestra, fuera de toda duda, el cuidado puesto en la realización de cada
copia manuscrita a través de los siglos.
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