Buscar este blog

viernes, 5 de marzo de 2021

Emerge la Corteza Prefrontal (II) La fractura psíquica

 


Investigaciones recientes concluyen que el sentido de flujo prefrontal que nos hace creativos es el mismo que nos impide superar el dolor ante una perdida.

El flujo prefrontal-amígdala, puede obstruir (y de hecho lo hace) los procesos tálamo-corticales de consolidación de la memoria emocional cuando sufrimos un trauma que introduce la fractura psíquica: esa sensación de estar roto por dentro que muchos de nosotros hemos experimentado ante un dolor que no terminamos de aceptar y comprender.

En la entrada anterior, procuramos mostrar que la emergencia de la corteza frontal (CPF) implica la incorporación novedosa de procesos secundarios de flujo neuronal que nos permiten navegar al interior de nuestro cerebro para vincular diferentes áreas de conocimiento como ninguna otra criatura había hecho hasta entonces.

Sin embargo, investigaciones recientes, ofrecen razones para concluir que, la misma mente que nos abre un mundo de posibilidades creativas en la solución de problemas cotidianos, es la misma que nos impide superar el dolor ante una perdida, y puede obstruir los procesos de consolidación de la memoria emocional cuando sufrimos un trauma que produce la fractura psíquica. Si queremos saber cómo revertir los procesos de fractura psíquica, se hace necesario conocer los procesos robustos que se dan naturalmente en el cerebro animal.



Comenzaremos por recordar que en el homo sapiens, coexisten los procesos primarios tálamo-corticales observados en el resto de los organismos, a los que se añaden después los procesos secundarios de creatividad y reflexión, únicos en la Naturaleza.





 

Con la Mente humana, que introduce la sensación de un yo que busca y genera nuevas relaciones entre las cosas, nació la Psiquis.








      






La fractura psíquica

Las largas reflexiones filosóficas sobre la tragedia de la condición humana, pueden haber hallado su impulso a través de los tiempos en que, junto con la Mente y la Psiquis exclusivamente humanas, también nació la necesidad de superar la fractura psíquica, esa sensación de estar roto por dentro que muchos de nosotros hemos sufrido luego de atravesar un dolor que se eleva más allá de nuestra comprensión.

Sobre este tema, las neurociencias de los últimos tiempos tienen mucha luz para arrojar. Entre estos avances, los hallazgos del equipo israelí del neurobiólogo Rony Paz (Paz et al., 2019), permiten comprender con claridad los factores conducentes a malestar psíquico y falta de adaptación al medio derivados de patologías neurológicas que también podemos reconocer como únicos del género humano.




El Grupo de Paz (2019) reunió largas observaciones sobre la actividad eléctrica neuronal de humanos y primates en dos regiones:

La corteza prefrontal (CPF) donde se producen funciones superiores como la toma de decisiones.

La amígdala, asiento anatómico del registro emocional que condiciona las reacciones básicas para supervivencia.

Publicaron sus conclusiones luego de observar una diferencia evidente en los procesos de consolidación de la memoria en el hipocampo, ya que, mientras en los animales la consolidación aparece como dada, en los cerebros homo sapiens tal consolidación se presenta obstruida por la búsqueda, muchas veces febril, de factores y elementos que hubieran podido evitar sucesos traumáticos de carácter irreversible.

En otras palabras, el grupo de Paz concluye que muchas de las dificultades psíquicas humanas, vinculadas con patologías tales como estrés postraumático, ansiedad y depresión, para mencionar las más conocidas, se deben al flujo neuronal diferenciado del homo sapiens, derivado de la CPF. (Paz et al, 2019)

Esto es: el mismo sentido de flujo que hace de nuestro cerebro eficiente, lo hace a fuerza de perder robustez. Quizás entonces el secreto para aprender a elaborar el duelo por diferentes pérdidas, dependa de imitar los procesos robustos de la amígdala y el hipocampo animal.

Más adelante, avanzaremos sobre cómo los primeros humanos inventaron modos de imitar tales procesos que en los animales están dados.

 

¿Dónde reside el éxito adaptativo

        de la memoria animal de hechos traumáticos?

Hemos tenido oportunidad de ver en entradas anteriores que el flujo neuronal en atractor fluye entre ambos hemisferios cerebrales atendiendo a cierto orden de jerarquía, de modo tal que los elementos se agrupan y reorganizan in vivo. (Pietrasanta et al, 2012; Wang et al, 2018; Beier et al, 2019; Lee et al, 2019: Wang et al, 2020)

Vale enfatizar que, entre los elementos que se reagrupan y reorientan, también cuentan sensaciones agradables o desagradables, que se organizan en la amígdala dependiendo de la huella de neurotransmisores y hormonas que hayan sido expresadas. (Tye et al, 2018, Paz et al, 2019) Tales procesos de reorientación en la amígdala constituyen el requisito previo a procesos de consolidación de memoria en el hipocampo durante períodos de reposo. (Chang et al, 2018)

Este reagrupamiento de emociones fue ilustrado por el Instituto Pikower en el siguiente vídeo:

La evidencia reunida nos permite inferir que, cuando las emociones no alcanzan a agruparse anatómicamente según similitudes y diferencias, todo el organismo permanece en un estado de inseguridad y confusión.

El Grupo de Silva observó experimentalmente que los traumas de larga data no se resuelven desde la corteza prefrontal, requieren del impulso tálamo-amigdalar (Silva et al, 2021)



Rituales mortuorios:                                                                                            

¿Conductas para expresar, reconocer y distinguir emociones?

Los hallazgos publicados en los últimos años, nos permiten inferir que es muy probable que los primeros humanos, como consecuencia de las funciones novedosas de la corteza prefrontal, hace poco más de 100 000 años sintieron la necesidad física de “hacer algo” para superar la angustia por la muerte violenta de sus seres queridos. Nuestros antepasados también tuvieron claro desde el principio que había cosas que no estaban en condiciones de hacer: La liberación de su angustia no pasaba por perseguir la muerte y eliminación de todos los animales para recién entonces comenzar a sentirse seguros.

Insistimos. La angustia resultante por la muerte violenta de un ser querido, así como el estrés postraumático que paralizaba e impedía realizar la búsqueda cotidiana de sustento, eran percepciones desconocidas entre las especies homínidas anteriores a nosotros, quienes, aunque se sentían tristes ante la pérdida de un miembro del grupo, como carecían del flujo prefrontal, su cerebro robusto estaba preparado para reconocer inmediatamente la tristeza por la ausencia de un ser querido, y asociarla rápidamente con otras emociones similares para superar el trauma en poco tiempo   1]

La siguiente figura quizás permita comprender que la fractura psíquica del yo es tan antigua como el homo sapiens, y los primeros humanos pronto aprendieron a generar conductas que les permitieran expresar sus emociones para identificase con el ser querido sin vida, y al mismo tiempo, poder despedirse de él de modo adecuado.


Esperamos que el cuadro permita comprender que los primeros humanos aprendieron a integrar las funciones motoras de las NvE para movilizar las emociones fisiológicamente ancladas en el cuerpo mientras seguían la guía de la corteza prefrontal, para crear nuevas conductas que les permitieron la tan necesaria adaptación psíquica. (Salvetti 2015 y 2017)


Veamos ahora ejemplos prácticos de tales conductas novedosas en la Naturaleza.

Conductas simbólicas de identidad y diferencia 

Si entendemos entonces, como sostiene el Grupo de Tye, (2019) que “las perturbaciones del procesamiento emocional en la amígdala, se encuentran en el núcleo de la mayoría de trastornos de salud mental” y que la búsqueda de respuestas para revertir lo irreversible impide todo procesamiento emocional saludable, entonces podemos arribar a una mejor comprensión del carácter adaptativo de las conductas manifiestas en los enterratorios tempranos.

Mientras que todo agrupamiento y reorientación de tipos de emoción en la amígdala animal presenta un carácter dado, los humanos de hace 100.000 años, tuvieron que aprender a generar conductas novedosas de identidad y diferencia para superar sus temores más profundos y continuar con su vida cotidiana. Visto así, las conductas para pintarse el cuerpo con ocre rojo interpretadas como maneras de identificarse con la sangre derramada por el difunto, representan una temprana y maravillosa creación de la psiquis que permitió reconocer, agrupar emociones al mismo tiempo que distinguir su propio yo del fallecido.

La propuesta realizada aquí, asume que quienes generaron tales conductas superadoras del trauma, no tenían una mente infantil, como supone el discurso psicoanalítico (Freud, 1927 y 1929) Los procesos de identificación con el ser querido fallecido violentamente, introducían con un solo movimiento, procesos de consolidación del yo que distingue las cosas y adquiere seguridad en sí mismo para manejar su propio destino en un mundo hostil y peligroso. Estamos completamente seguros que, sin tales maniobras adaptativas, los primeros humanos paralizados por la incertidumbre, se hubieran muerto de hambre y extinguido desde sus mismos inicios.

En la próxima entrada esperamos ampliar un poco más este concepto del símbolo como conducta adaptativa para superar las fracturas psíquicas generadas por un mundo que se presenta hostil desde la noche de los tiempos.

(Fragmento de Arqueología del Símbolo, en preparación por Vivina Perla Salvetti)

 

Bibliografía:

BEIER Kevin, Xiaojing G, Xie S, DeLoach K., Malenka R. y Luo L (2019) “Topological Organization of Ventral Tegmental Area Connectivity Revealed by Viral-Genetic Dissection of Input-Output Relations” Cell Reports 26 (1): 159-167. e6. Doi: 10.1016 / j.celrep.2018.12.040

CARNESE, Francisco, y DEJEAN, Cristina (2015) “¿De dónde venimos?” Entrevistas de NEX ciencia (FCEyN, UBA) Publicadas en línea por Gabriel Stekolschik el 6 de marzo de 2015. http://nexciencia.exactas.uba.ar/origen-del-hombre-evolucion-hominidos-cristina-dejean-francisco-carnese-rolando-gonzalez-jose   (16 de marzo de 2019) 

CHAN Russell, Leong Alex, Ho León, Gao Patrick, Wong Eddie, Dong Celia, Wang Xunda, He Jufang, Chan Ying-Shing, Wee Lim Lee y Wu Ed (2017) “Low-frequency hippocampal–cortical activity drives brain-wide resting-state functional MRI connectivity” En PNAS 114 (33) E6972-E6981. Doi: https://doi.org/10.1073/pnas.1703309114

FREUD Sigmund (1995) “El porvenir de una ilusión” (1927) y “El malestar en la Cultura” (1929) En Obras Completas. Volumen 21 (1927-31) Buenos Aires: Amorrortu editores 

LEE Kuo-Sheng, Kaeli Vandemark, Dávid Mezey, Nicole Shultz y David Fitzpatrick (2019) “Functional Synaptic Architecture of Callosal Inputs in Mouse Primary Visual Cortex” publicado en Neuron, el 15 de enero de 2019. https://doi.org/10.1016/j.neuron.2018.12.005

PAZ Rony, Raviv Pryluk, Yoav Kfir, Hagar Gelbard-Sagiv, e Itzhak Fried (2019) “A Tradeoff in the Neural Code across Regions and Species” En Cell 176 (3): 597-609.e18. Doi: 10.1016 / j.cell.2018.12.032

PIETRASANTA Marta, Laura Restani y Matteo Caleo (2012) “El cuerpo calloso y la corteza visual: la plasticidad es un juego de a dos” en  Neural Plasticity 2012 (7): 838672 http://dx.doi.org/10.1155/2012/838672

SALVETTI, Vivina Perla (2015) “De la Ética a la Genética de los afectos: Aportes novedosos de las Neurociencias para el abordaje de procesos sociales” Ponencia. XI Jornadas de Sociología. Coordenadas contemporáneas de la sociología: tiempos, cuerpos, saberes. Realizadas del 13 al 17 de julio de 2015 en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. CABA.  Disponible en: https://www.academia.edu/39989002/2015__Etica_y_Genetica_de_los_afectos._Actualizado_2019

SALVETTI, Vivina Perla (2017) “Apuntes de Neurociencias para la inclusión válida de subjetividad en el análisis social”. Ponencia individual ofrecida durante las XII Jornadas de Sociología de la UBA: Recorridos de una (in)disciplina. La Sociología a sesenta años de la fundación de la Carrera; realizadas del 22 al 25 de agosto 2017, en la Facultad de Cs Sociales. Descargar PDF en: http://jornadasdesociologia2017.sociales.uba.ar/altaponencia/?acciones2=ver&id_mesa=118&id_ponencia=67

TYE Kay, Wildes Craig, Namburi Praneeth, Beyeler Anna, Chang Chia-Jung, Silvestre Margaux (2018) “Organization of Valence-Encoding and Projection-Defined Neurons in the Basolateral Amygdala” En Cell Reports 22 (4): 905-918. Doi: https://doi.org/10.1016/j.celrep.2017.12.097

WANG Wei et al (2020) “Hierarchical representation for chromatic processing across macaque V1, V2, and V4” Neuron.                                                                         Doi: https://doi.org/10.1016/j.neuron.2020.07.037

WANG Xiao-Jing, Joglekar Madhura, Mejías Jorge, Yang Guyangyu (2018) “Inter-areal Balanced Amplification Enhances Signal Propagation in a Large-Scale Ciecuit Model of the Primate Cortex” Neuron, 98 (1): 222-234 e8. Doi: https://doi.org/10.1016/j.neuron.2018.02.031



[1] Hemos visto en la serie las Neuronas que nos hacen Humanos, que las neuronas von ecónomo de proyección, impulsan conductas solidarias inteligentes para supervivencia y mantenimiento de la vida del grupo como tal en el Homo Ergaster, elefantes, delfines y ballenas.






No hay comentarios:

Publicar un comentario