Hola amigos.
Comparto apuntes que vengo
realizando hace años respecto a la necesidad de revisar supuestos teóricos al
momento de analizar algunos registros arqueológicos
El cuerpo mediatizado, los ritos y la evidencia arqueológica
Estamos
tan acostumbrados a participar de la experiencia estética musical
respetuosamente sentados en nuestras butacas, o apreciar obras plásticas como
la escultura o la pintura desde la experiencia absolutamente visual y
silenciosa, que nos cuesta imaginar la experiencia de involucrar el cuerpo y
todos los sentidos en el momento de la creación estética grupal.
Una práctica que puede
darnos alguna idea de cómo todo el cuerpo
se halló involucrado en la realización de pinturas rupestres [1]
son las ceremonias que aún hoy siguen siendo realizadas en Australia por grupos nativos.
Estos grupos aborígenes
abogan en la actualidad por su derecho a continuar con prácticas ancestrales
de repintado de imágenes que requieren ser acompañadas de pintura corporal,
cantos y danzas. Práctica que, por supuesto choca de frente con la noción
europea de patrimonio universal rupestre, que se mira y no se toca, generando
grandes debates académicos.
Acerca de la controversia
provocada por el repintado de figuras Wandjina, en las rocas de la zona de
Kimberley occidental, al noroeste de Australia quizás resulte iluminador conocer
de primera mano la visión aborigen en torno al proyecto de repintado y su
significación, junto con una explicación y discusión acerca de sus
implicancias, tal como se puede apreciar en la declaración de Mowaljarlai publicada originalmente en
1988 que se transcribe parcialmente a continuación:
“Alguien me dijo recientemente que el “arte rupestre está muerto”…
si el arte está muerto, no nos importa a
nosotros los aborígenes. Nosotros nunca hemos concebido a nuestras pinturas
rupestres como Arte. Para nosotros son imágenes con energías que nos mantienen
vivos…fueron puestas allí por nuestro Creador Wandjina, para que nosotros
supiéramos cómo mantenernos vivos.
“Debemos conducir esas imágenes de vuelta a la tierra
danzando en corrobboreess [2].
Eso nos haría aprender la historia, poner nueva vida en esas imágenes… Nosotros
leemos los mensajes sagrados en nuestras pinturas rupestres, de las piedras y
de las imágenes de la tierra.
“La historia en nuestras imágenes rupestres es directa. Es por
ello que debemos cuidar las imágenes para que la vida en la tierra pueda
continuar”
Esta declaración de primera mano
resulta sumamente iluminadora para arribar a una comprensión de cómo en estas ceremonias de repintado se hallan
involucrados todos los sentidos del cuerpo: constituyen
la vía regia para conectarse con sus
emociones más profundas,
expresar continuidad con la memoria de sus antepasados y cuidar una tierra de
la que se sienten tan responsables como de cuidar que las imágenes “se
mantengan vivas” desde hace milenios. Nunca concibieron a las pinturas como
Arte, sino como imágenes tan vigentes como ellos y su historia.
Se trata de una experiencia
vivencial que no debería haber sido muy diferente para nuestros primeros
antepasados, inmersos en un mundo de sonidos. La experiencia de los
australianos actuales nos permite imaginar que para los primeros europeos las
ceremonias involucradas en la realización de pinturas rupestres no deben haber
sido muy diferentes.
Por su parte, la Arqueoacústica es una especialidad
reciente que estudia el papel de los sonidos en las pinturas rupestres en la
vieja Europa. Además de estudiar los “litófonos” (columnas naturales de las cuevas
con capacidad para emitir sonidos musicales) otros estudios con instrumentos
modernos de medición permitieron corroborar que en cuevas tales como Lascaux,
en cada sitio ancestralmente marcado con
un punto rojo, el sonido resulta tremendamente amplificado. Pese a las
resistencias que tiene que enfrentar esta especialidad en el ámbito académico
(obviamente no hay manera materialmente objetiva de constatar que efectivamente
nuestros antepasados realmente amplificaron su voz para producir sonidos que
imitan los de los animales que estaban pintando) el concepto de búsqueda de sentido mitológico que procura
identificarse con su entorno natural ofrece
un respaldo para esta reciente disciplina.
Las propuestas de disciplinas como
la Arqueoacústica están llamando la atención sobre la necesidad por parte de la
academia científica de revisar muchos supuestos que extrapolan directamente la
definición de lo humano proveniente de la filosofía clásica en el abordaje del registro correspondiente a grupos
paleolíticos.
Entre esos supuestos que merecen discutirse se encuentran las definiciones del humano como “animal frío y racional” que elabora abstracciones conceptuales, o que resulta definido por el empleo de la lógica o falta de ella en las clasificaciones, por mencionar solo algunos.
Entre esos supuestos que merecen discutirse se encuentran las definiciones del humano como “animal frío y racional” que elabora abstracciones conceptuales, o que resulta definido por el empleo de la lógica o falta de ella en las clasificaciones, por mencionar solo algunos.
A continuación, se comparten
informes de dos hallazgos que fueron publicados en revistas de gran prestigio
internacional como lo son Nature y Science, y los debates que suscitaron.
Como suelo decir, una cosa son los hallazgos, y otra muy distinta, las
interpretaciones sobre los mismos.
Hohle Fels: La caverna de sonidos olvidados
La revista Nature
informa que los flautistas más antiguos conocidos hasta ahora vivieron en
Europa hace unos 43.000 años luego que un equipo realizara el hallazgo en la cueva de Hohle Fels, Alemania de dos flautas datadas en esta época. Una
de las flautas está realizada con marfil
de mamut y la otra, mucho más delicada, con el hueso de un buitre leonado. Aunque en un principio se dijo que
habían sido realizadas hace 35.000 años, y así se publicó en Nature, posteriormente gracias a un nuevo método de datación que tuvo en cuenta
la edad de los huesos de animales de las mismas capas geológicas, se pudo
corroborar con mucha mayor aproximación que resultaron 7.000 años más antiguas.[3]
A
escasos centímetros de los restos de flautas en Hohle Fels se encontró una
figura femenina que recibió el nombre de “La
Venus de Hohle Fels”. La pequeña
estatuilla de 6 cm. realizada a partir de marfil de mamut y con una antigüedad
que data de 40.000 años representa la
figura humana más antigua hallada hasta el momento.
Estos
descubrimientos, volvieron a encender el debate entre los arqueólogos acerca de
los orígenes y propósitos del arte, según manifiesta uno
de ellos ante el Museo Smithsoniano
mientras pregunta “¿Eran estas representaciones literales del mundo que nos rodea? ¿O
de obras de arte creadas para expresar emociones o ideas abstractas?”
Curry pone de manifiesto los puntos de debate. Algunos expertos
vieron las piezas talladas y halladas hasta ahora como representaciones
"mágicas" para la obtención de animales de caza codiciados y, por
tanto herramientas de supervivencia, no obras de arte. El problema (según sigue argumentando)
es que muchas de las figurillas descubiertas hasta ahora representaban
depredadores como los leones y osos no se corresponden a lo que comían los
hombres prehistóricos. (Su dieta
consistía principalmente de los renos, bisontes y carne de caballo, de acuerdo
con los huesos que los arqueólogos han encontrado.) Otros perciben algunas
estatuillas -incluyendo la conocida mitad león, mitad hombre -no como obras
imaginativas sino como representaciones literales de alucinaciones
experimentadas por chamanes tribales.
Las dudas que expresa el investigador recientemente,
demuestran de nuevo que, una cosa son los hallazgos (que requieren ser
corroborados por datos duros que dejen fuera toda duda su autenticidad y
antigüedad) y otra la interpretación que posteriormente se extraigan de dichos
hallazgos. Particularmente los artefactos hallados en Hohle Fels, son citados
aquí para revelar la necesidad de revisar muchos de los supuestos que sostienen
la mayoría de los arqueólogos, tales como seguir interpretando las piezas como
representaciones mágicas para una caza exitosa, cuando los animales representados
no se corresponden con los restos hallados en el lugar sobre lo que
efectivamente comían. El otro supuesto a cuestionar es la afirmación que quizás
los grupos paleolíticos realizaran artefactos no utilitarios por “amor al arte”
o para pasar el rato, pero si nos hemos de guiar por las expresiones de los
aborígenes australianos, los grupos paleolíticos simplemente no entienden el
arte según nuestro sentido estético derivado de la filosofía clásica.
Además ¿cuál habrá sido la impresión que tuvieron los arqueólogos
luego de transitar el espacio donde se realizaron los hallazgos? Una y otra vez quienes participan en esta
clase de descubrimientos, tienen la sensación de estar frente al registro de
gente muy similar a nosotros y esta no es la excepción. Curry transcribe en su
artículo redactado para el Museo Smithsoniano las opiniones del arqueólogo que
estuviera a cargo de los estupendos hallazgos de Hohle Fels. Expresó que sin
importar que los objetos se califiquen como obras de arte o como talismanes
para la suerte, está convencido que los hallazgos presentan la marca de un
intenso florecimiento de la creatividad y constituyen un claro antecedente de
las posteriores pinturas de bisontes, renos y leones sobre las paredes de
cuevas como Chauvet y Altamira.
Sin embargo, resulta notable que el debate posterior
se presentó entre quienes no estuvieron en el lugar y analizaron los objetos
desde el prisma de sus conceptos previos. Aunque no es el propósito de este
trabajo discutir en profundidad los conceptos occidentales sobre la experiencia
estética, nada nos impide recordar las grandes
dificultades que han tenido algunos filósofos
para dar cuenta desde el lenguaje lógico-racional de una experiencia que
involucra nuestras vivencias más íntimas como resulta la experiencia estética.
Para colmo de males, muchos filósofos definen al arte como un adorno inútil,
producto del ocio: con tal marco conceptual, el Arte abordado con esta mirada
no proporciona ninguna respuesta adecuada a la abundante variedad de
expresiones que en el pasado involucraron la expresión participativa del
cuerpo, ni los sentimientos volcados en la elaboración de flautas que
permitieron al ejecutante y desde su exhalación vital imitar el exquisito canto
de los pájaros.
Creo que el problema central en muchos debates sin
resolución se debe a la insistencia de muchos en una búsqueda en el registro arqueológico de algún rasgo incipiente de la especificidad humana anclada en la abstracción
racionalidad clásica, por pequeña
que fuera que admita seguir su desarrollo lineal. Tal abordaje considera que
los individuos del pasado si y solo si pueden ser reconocidos como Homo Sapiens a condición de revelar
algún atisbo de desapego emocional en el
ejercicio intelectual de cualquier técnica, de la misma manera que la reflexión
filosófica requiere de un abordaje del conocimiento absolutamente despojado de
toda emoción [4]
En cambio y si hubiera alguna manera de acceder al
registro con una actitud que atienda a las emociones
contradictorias de amor y temor propiciadas por un entorno absolutamente
hostil, sería posible imaginar que se
trata de emociones que requirieron de una conciliación de sí con el entorno
mediante un pensamiento que produzca
símbolos materiales que expresen tal superación. La reproducción de los
sonidos de los pájaros utilizando huesos de aves para la realización de
flautas, además de evidenciar una larguísima observación del medio natural sin
duda permitieron a sus creadores y ejecutantes manejar los temores adecuadamente
y superarlos con eficacia.
Diepklooff:
Un enigma grabado hace 65.000 años
Otro
hallazgo notable fue publicado por la revista Science años atrás. En principio un equipo de investigación encontró pistas en Sudáfrica según las cuales ciertos elementos encontrados en la cueva de Blombos de probado origen
humano, tendrían 100.000 años de antigüedad,hallazgo al que se sumaría otro realizado en el estrato
correspondiente a 77.000 años de antigüedad ubicado en el mismo sitio .[5]
El equipo de investigadores que había excavado Blombos, de la Universidad de Burdeos, sostuvo que la antigüedad de las piezas halladas (elementos para preparar ocre rojo) supondría la existencia de una tradición simbólica continua de larga duración. Sin embargo otros arqueólogos cuestionaron el carácter de las marcas que presentaban algunas de las piezas halladas.
El equipo de investigadores que había excavado Blombos, de la Universidad de Burdeos, sostuvo que la antigüedad de las piezas halladas (elementos para preparar ocre rojo) supondría la existencia de una tradición simbólica continua de larga duración. Sin embargo otros arqueólogos cuestionaron el carácter de las marcas que presentaban algunas de las piezas halladas.
Desde 1999 estos investigadores han estado
trabajando en una localización diferente a la cueva de Blombos: el refugio Diepklooff, hacia el oeste y a
unos 180 km de Ciudad del Cabo.
El experimentado equipo ha encontrado nada menos
que 270
fragmentos de cascarones de huevos de avestruz con “inscripciones” humanas inequívocas: rayas, marcas y patrones
geométricos que son las más antiguas que se conocen, nada menos que hasta 65.000 años de edad.
Como se trataba del mismo equipo sobre el que se
había cuestionado el carácter intencional de las marcas que presentaban algunos
elementos de Blombos, no debería llamar la atención el cuidado que pusieron en
tratar de defender el carácter simbólico de las marcas en las piezas de
Diepkloff. El largo informe de la revista PNAS de la que Scence no presenta más que una reseña, describe lo que para el
equipo constituye evidencia indudable de pensamiento simbólico:
“El comportamiento simbólicamente mediado constituye una de las
pocas marcas universalmente aceptadas de la conducta moderna… Las prácticas
simbólicas han sido definidas como producto de convenciones sociales… En todos
los casos se trata de prácticas que requieren de adherencia a normas
colectivas…
(los diseños) demostraron una clara
estandarización en el grabado y presentan una repetición de patrones en
concordancia con algún modelo mental diseñado por el grupo”
El párrafo precedente tomado del artículo original
escrito por el encargado del equipo de investigación informa que las prácticas
simbólicas se definen por resultar socialmente construidas y consensuadas.
Además, en todos los casos se trata de prácticas que requieren adherencia a
normas colectivas. Según palabras de los investigadores, la repetición de patrones regulares en la práctica son
elementos clave para la emergencia de una tradición. Sin embargo, reconocen
también que la cuestión de “dónde, cuándo y bajo qué formas aparece la tradición
simbólica en la evolución humana” sigue siendo un tema crítico de abordar
teóricamente. De todos modos, el equipo tiene toda razón para defender su
hallazgo en el que los diseños grabados abstractos se presentan como evidencia
de conducta intencional.
El informe original adjunta el relevo etnográfico
realizado sobre los grupos del Kalahari quienes usan los huevos de avestruz
como cantimplora, y los decoran para identificar al dueño o el contenido. Lo
notable es que el registro arqueológico muestra que hace 60.000 años era igual.
El equipo de investigación concluye que el nuevo hallazgo constituiría la prueba más antigua de la existencia de
expresión gráfica en la población prehistórica por parte de grupos
cazadores-recolectores.
La
controversia que surgió luego de la presentación del hallazgo resulta sumamente
llamativa. Science pregunta “Pero ¿es esto realmente simbolismo? “Si”,
según el arqueólogo que evaluó el informe, Stanley Ambrose. “La diversidad de diseños y motivos es
impresionante. Añade un importante
corpus de evidencia sobre el desarrollo de la expresión simbólica y artística
en África”
Sin embargo, otro de los
evaluadores no está seguro. “Los grabados
pudieron haber sido realizados por propósitos estéticos ajenos al
simbolismo” dice el arqueólogo Thomas Wynn, “Los investigadores necesitan
demostrar que la realización de grabados requiere pensamiento simbólico”,
en vez de simplemente asumir que lo son.
Este estupendo hallazgo tal como fuera reseñado por
Balter para Science pareciera quedar
empañado por la crítica final de Wynn, que le resta mérito y exige que el
equipo investigador justifique las marcas como pensamiento simbólico, en vez de
aprovechar la oportunidad de iniciar una discusión académica para dirimir en
base a estos hallazgos impresionantes en qué consiste exactamente el
pensamiento simbólico.
Convengamos que el informe de Diepkloff no termina de contextualizar
el extraordinario hallazgo al presentar una definición demasiado generalizada
referida a la reproducción social de signos, informe que la crítica de Wynn
para colmo responde desde nociones clásicas sobre estética que sugieren que los
grabados bien pudieran haber sido fruto de marcas pasatistas realizadas durante
la aburrida hora de la siesta, ya que el pensamiento simbólico parece ser solo
aquel que depende de los signos del
lenguaje, y como los diseños del grabado no presentan ninguna indicación que
los haga pensar como escritura, por lo tanto no merecen pensarse como
simbólicos.
Nuevamente, se cae en la tentación de extrapolar
categorías provenientes de la filosofía clásica, no solo las nociones
estéticas, sino particularmente las que remiten al carácter racional de las
expresiones gráficas empleadas para comunicarse. Sin embargo, otro abordaje es
posible.
Los 270 fragmentos grabados de Diepkloff reunidos en 2010
y cuyo análisis riguroso indica que comenzaron a realizarse hace 65.000
años, constituyen la evidencia más
temprana del pensamiento que produce
símbolos cuya fuente radica en los
sentimientos demasiado humanos de identidad y alteridad: Sentimientos
encontrados de pertenencia que procuran alguna expresión material referida a la
presentación del sí mismo (individual o
grupal) que al mismo tiempo permita
diferenciarse del otro (individual o
grupal).
[1] La relación entre
la posición del cuerpo y la ejecución de pinturas rupestres europeas fueron
analizados en su día por Leroi-Gourham (1971)
[2] Ceremonias
aborígenes
[3] En el documental
“La caverna de los sueños olvidados” (2011) realizado por Werner Herzog uno de
los arqueólogos entrevistados muestra en pantalla y ejecuta una melodía con un facsímil de
estas flautas de 43 000 años.
[4] A la fría racionalidad kantiana se
le opusieron abordajes fenomenológicos
que procuraron abordar al mundo desde la
Epojé (del griego ἐποχή “suspensión del juicio”) Para estudiar las vivencias en
cuanto tales había que modificar nuestro modo ordinario de verlas y vivirlas.
La epojé o reducción fenomenológica,
nos coloca de lleno en el terreno de la subjetividad. Sin embargo, Husserl, hombre
sumido escrupulosamente en la teoría, fue añadiendo conceptos que terminaron
complicando la terminología y oscurecieron su novedosa propuesta inicial.
[5] En esta cueva de
Blombos fue donde se hallaron la mandíbula moderna y elementos para usar ocre
rojo mencionados páginas atrás como registro exclusivo del Homo Sapiens. Además,
se observaron ciertas marcas rítmicas regulares realizadas sobre elementos
aunque cabían dudas razonables respecto su intencionalidad expresiva.