Hola amigos. En esta
entrada reúno datos ofrecidos por grupos de Neurociencias y además según mi
costumbre, reformulo algunos de los conceptos.
En el artículo se ofrece
el siguiente contenido:
-Necesidad de incorporar
técnicas artísticas como parte integrada de la educación elemental.
-Datos objetivos sobre
respuestas cognitivas diferenciadas que dependen de cada disciplina.
-Beneficios del Arte
sobre la Memoria, el manejo de las Emociones, y el desarrollo de la
Creatividad.
-Datos concluyentes de
diferentes estudios respecto de los beneficios concretos de incorporar Música, Artes Plásticas y Artes Escénicas.
-Ejemplos prácticos de
actividades para desarrollar en clase
-Conclusiones.
Necesidad de incluir nociones de arte como parte de la
enseñanza básica
Este artículo parte del supuesto
que nuestro cerebro plástico necesita del arte. Ya en los primeros años y de
forma espontánea el niño juega, canta, baila, dibuja y todas estas actividades
son imprescindibles para su correcto desarrollo sensorial, motor, cognitivo,
emocional que le van a permitir aprender a aprender. Además realizando todas
estas actividades el niño se divierte, muestra orgulloso sus resultados a los
demás, intenta mejorar y ésta es una forma efectiva de entrenar una de las
grandes virtudes del ser humano: el autocontrol, algo anticipado
por Lev Vigotsky en sus investigaciones[i].
En esta oportunidad
quisiera sumarme a quienes enfatizan que tal educación artística merece
incluirse en la enseñanza primaria no porque “nos hace más inteligentes” sino
porque permite adquirir toda una serie de competencias y rutinas sociales que
están en plena consonancia con la naturaleza gregaria del ser humano y por lo
tanto resultan imprescindibles para el aprendizaje de cualquier contenido
curricular.
El cerebro
artístico
Los estudios de diagnóstico por imágenes (TAC,
resonancia magnética y otros) arrojan datos concretos respecto de por qué las
actividades artísticas son cruciales para la fluidez cognitiva.
Así, por ejemplo, se sabe que ciertas estructuras de
la corteza auditiva que solo responden a tonos musicales, se debe a que cerebro y cerebelo intervienen en la
coordinación de todo tipo de movimientos, como en el baile.
Las mismas neuroimágenes ofrecen indicios que en las
recreaciones teatrales, regiones del cerebro especializadas en el lenguaje oral que están conectadas con
el sistema límbico proporcionan el componente emocional para llevarlas a cabo
exitosamente.
Con referencia a las artes plásticas, las
neuroimágenes revelan que nuestro sistema de procesamiento visual puede generar
imágenes reales o ficticias con la misma facilidad (Sousa, 2011).
Como podemos ver en la figura 1, cada opción artística
activa diferentes regiones cerebrales.
La música se
procesa en la corteza auditiva que está en el lóbulo temporal, los
movimientos vinculados con el baile
activan la corteza motora, las artes plásticas
se procesan principalmente en los lóbulos occipital y temporal, mientras que la
poesía o la prosa implican a las
áreas de Broca y Wernicke relacionadas con el procesamiento lingüístico
(Posner et al., 2008).
¿Por qué incluir
arte en la educación elemental?
Los estudios comparativos (entre escuelas con
educación artística como asignaturas aisladas comparadas con aquellas que la
integran a los contenidos) han revelado que los efectos más potentes se
encuentran en aquellos programas que se integran plenamente en las
asignaturas del currículo y que cuando ocurre esto se obtienen múltiples
beneficios relacionados con el aprendizaje de los alumnos y su comportamiento.
Rabkin y Redmond (2004) han identificado los más
significativos:
·
Mayor
compromiso emocional de los alumnos en el aula.
·
Los
alumnos trabajan de forma más activa y aprenden unos de otros.
·
Los
grupos de aprendizaje cooperativo convierten las clases en comunidades de
aprendizaje.
·
Se
facilita el aprendizaje en todas las asignaturas a través de las artes.
·
Los
profesores colaboran más y tienen mayores expectativas sobre sus alumnos.
·
La
eficacia del currículo se vuelve más concreta al basarse en aprendizaje por
proyectos.
·
La
evaluación es más reflexiva y variada.
·
Las
familias se involucran más.
Sin embargo y a pesar de todas las ventajas
pedagógicas enumeradas, desde la perspectiva neuroeducativa interesan
especialmente el desarrollo de tres áreas cognitivas: la memoria, el manejo de
las emociones y el desarrollo de la creatividad.
En un estudio con alumnos de quinto grado (10-11 años)
se diseñaron unidades didácticas relacionadas con materias científicas
(astronomía y ecología) siguiendo dos procedimientos distintos: en uno se
utilizó el enfoque tradicional (memorizar datos procedentes de un relato
lineal) y en el otro se integraron diferentes técnicas vinculadas al arte.
Así, por ejemplo, en el segundo grupo los alumnos
realizaban actividades con objetivos didácticos definidos tales como
adaptaciones teatrales, posters de dibujo, o adaptación musical del texto. El
análisis de los resultados reveló que los alumnos que participaron en la unidad
didáctica en la que estaban integradas las herramientas artísticas mejoraron la
llamada memoria a largo plazo, especialmente los alumnos con dificultades
lectoras (Hardiman et al., 2014).
En otro estudio longitudinal de tres años de duración
sobre una población de alumnos con edades entre 9 y 15 años que pertenecían a
entornos socioeconómicos desfavorecidos se quiso analizar cómo afectaba al
desarrollo personal la integración de diferentes programas artísticos.
En la primera parte del programa se permitió elegir a
los alumnos del grupo experimental entre diferentes formas artísticas como la
música, la pintura, la grabación de videos, la escritura de guiones o el
diseño de máscaras; en la segunda se profundizó más en los medios
elegidos a través de un trabajo cooperativo; y en la etapa final en la que
intervenían todos los alumnos se escenificó una obra de teatro y se grabó un
video sobre la propia comunidad escolar.
Los tres años de aplicación del programa revelaron que
los estudiantes mejoraron sus habilidades artísticas y sociales, redujeron sus
problemas emocionales y, en general, desarrollaron más que el grupo de control
toda una serie de competencias interpersonales como la comunicación, la cooperación
o la resolución de conflictos (Wright et al., 2006).
Las artes enseñan a los niños que los problemas
reales suelen tener más de una solución posible, que es necesario analizar las
tareas desde diferentes perspectivas, que la imaginación es una poderosa
guía en los procesos de resolución o que no siempre existen reglas definidas
cuando tienen que tomar decisiones (Eisner, 2004).
Cuando se integran las
disciplinas artísticas en las prácticas pedagógicas se promueve el pensamiento
creativo y divergente en los alumnos y no solo eso, sino que también
desarrollan un pensamiento más profundo.
El programa Artful Thinking desarrollado por el
Proyecto Zero de Harvard utilizó el
poder de las imágenes visuales (ver figura 2), como las de las obras de arte,
para estimular en los alumnos procesos como la curiosidad, observación,
comparación o relación entre ideas imprescindibles para el desarrollo del
pensamiento creativo y del aprendizaje (Hardiman, 2012).
Beneficios comprobables
de las diferentes manifestaciones artísticas
Se comparten a continuación, más datos concluyentes
sobre las ventajas adaptativas concretas que ofrecen la música, las artes
plásticas y las artes escénicas:
1)
Música
Muchos hemos
experimentado el bienestar que nos produce escuchar música, y los datos revelan
que el placer responde a que los tonos adecuados estimulan nuestro sistema de
recompensa cerebral para liberar un neurotransmisor llamado dopamina y eso nos
hace sentir físicamente bien.
Por lo tanto, es
beneficioso desde la perspectiva emocional escuchar música, pero desde la
perspectiva cognitiva es mejor practicarla. Así, por ejemplo, la activación
simultánea de áreas sensoriales y motoras al tocar un instrumento musical
conlleva la mejora de capacidades generales como la memoria de trabajo o la atención (Mora,
2013).
No obstante, existen muchos
malentendidos al respecto, como el mito que se difundió hace años respecto que
los bebés que escuchan a Mozart desarrollan más inteligencia que los que no han
estado expuestos a tales acordes, y que condujo a toda una fiebre entre las
embarazadas por aumentar el CI de sus nonatos.
Si bien es cierto que hay diversos estudios que
sugieren que los niños que reciben educación musical obtienen mejores
resultados académicos, sin embargo, la
existencia de una correlación no significa que haya una causalidad. El niño
puede obtener estos mejores resultados debido a otros factores relacionados,
por ejemplo, con sus propias capacidades o con el entorno familiar estimulante
en el que se desarrolla.
Cuando se utilizan diseños experimentales rigurosos en
los que existe un grupo de niños asignados de forma aleatoria que recibe
instrucción musical y otro grupo de control que no la recibe, los resultados
son diferentes. Y aunque pueda parecer sorprendente, han habido muy pocos
experimentos de este tipo y con resultados poco esclarecedores sobre los
beneficios cognitivos que reporta la actividad musical per se.
El grupo de investigación de Elisabeth Spelke ha
analizado estas cuestiones en una investigación muy reciente (Mehr et al.,
2013). En uno de los experimentos se asignaron de forma aleatoria 29 niños de
cuatro años de edad a clases de música o de artes plásticas de 45 minutos
durante seis semanas.
Después de ese período de tiempo se realizaron una
serie de pruebas de CI y no se
encontraron diferencias en las que medían la competencia lingüística y
matemática de los niños de ambos grupos, salvo una diferencia muy pequeña
en las pruebas espaciales. Como réplica al anterior experimento, los
investigadores diseñaron otro similar en el que ahora participaron 45 niños que
fueron asignados al grupo experimental que recibía las clases de música o a un
grupo de control que no recibía ningún tipo de instrucción. Y en este caso no
hubo prácticamente diferencias entre los dos grupos:
¿Quiere decir esto que
la instrucción musical no produce beneficios cognitivos? Evidentemente no. Por
una parte hacen falta más estudios que complementen esta investigación ya que este
estudio no medía la inteligencia general de los niños, sino que estaba limitado
medir cambios en el área de las matemáticas.
Lo cierto es que, como
manifiesta la propia Elizabeth Spelke, el debate sobre la importancia de la educación
musical en particular, o la artística en general, no debería centrarse en los
beneficios cuantificables (como puede ser la mejora matemática que se pone en
duda en el estudio comentado) sino en los beneficios
inherentes al arte como son los relacionados con cuestiones emocionales o
sociales. Y esos no requieren ninguna demostración empírica.
Llegado a este punto y haciendo un poco de historia
¿cómo se originó el mito de Mozart y la inteligencia?
En 1993 apareció en la revista Nature un artículo en el que se informaba sobre una mejora temporal
en el razonamiento espacial en adultos al escuchar durante 10-15 minutos a
Mozart (Rauscher et al., 1993). Este hallazgo fue totalmente distorsionado por
los medios de comunicación haciendo creer que la exposición temprana de
los niños a la música clásica mejoraría su cociente intelectual. Lo
cierto es que no se ha podido comprobar empíricamente y el llamado “efecto
Mozart” hay que considerarlo un mito.
Artes plásticas
El cerebro humano ha desarrollado una extraordinaria
capacidad para crear imágenes mentales internas e incluso, se ha demostrado mediante
diferentes técnicas de diagnóstico que
se activan las mismas regiones cerebrales al ver una escena real que al
imaginarla (Thompson et al., 2009). Esto es muy interesante, porque la
visualización es una herramienta potente en los procesos de memorización.
¿Qué puede
aportar al respecto una clase de artes plásticas?
Si preguntáramos a los alumnos qué aprendieron en las
clases de artes plásticas (pintura y escultura) seguramente la mayoría
respondería que aprendieron a dibujar, a pintar o a representar algún gráfico.
Es lógico que en las clases de arte se aprendan las
técnicas artísticas correspondientes, sin embargo, se pueden aprender muchas
más cosas. Winner y sus colaboradores (2006) han identificado ocho aspectos
cognitivos que los alumnos pueden desarrollar en las clases de artes plásticas
y que pueden transferirse a otros dominios del aprendizaje:
·
Manejo
de herramientas y materiales: los alumnos aprenden las técnicas propias de la
disciplina utilizando por ejemplo, pinceles y lápices a partir del manejo de
materiales como pintura o arcilla.
·
Participación
y perseverancia: los alumnos aprenden a comprometerse con la materia a través de
los proyectos realizados.
·
Imaginación:
los alumnos aprenden a visualizar e imaginar situaciones que se alejan de la
mera observación.
·
Expresión:
los alumnos aprenden a transmitir una visión personal en sus trabajos.
·
Observación:
los alumnos aprenden a utilizar una mirada propia y a percibir detalles menos
obvios.
·
Reflexión:
los alumnos aprenden a explicar, justificar y evaluar lo que realizan con un
espíritu crítico.
·
Exploración:
los alumnos aprenden a ir más allá de sus creaciones, asumir riesgos y a aprender de sus errores.
·
Comprensión
del mundo artístico: los alumnos aprenden a relacionarse con el arte y a
entender todo lo asociado a él como galerías, museos, etc.
Artes escénicas
De forma incomprensible, las actividades escolares que
implican movimiento, sean artísticas como cualquier estilo de baile o el teatro,
o deportivas como en el caso de la Educación Física, vienen siendo objeto de
reducción como parte de la enseñanza elemental.
Sin embargo, las investigaciones en neurociencia están
demostrando su importancia a todos los niveles, incluido el cognitivo.
Por ejemplo, la danza es una estupenda forma de
desarrollar tres aspectos del pensamiento creativo: la fluidez, la originalidad
y la capacidad de abstracción (Bradley, 2002). Por otra parte, hoy sabemos que
los mismos circuitos neurales que se activan al realizar una acción también lo
hacen al observar a otra persona haciéndola. Estas neuronas espejo posibilitan
la imitación, una poderosa forma de aprendizaje.
¿Vale la pena entonces
inscribir a los niños en clases de teatro?
Una investigación de Catterall (2002) que analizó los
estudios realizados sobre los efectos del teatro en entornos escolares
identificó muchos beneficios, algunos de ellos relacionados directamente con
las materias curriculares y otros, que son los más importantes, con el
desarrollo integral de la propia persona. Los más representativos son los siguientes:
·
Convierte
los conceptos abstractos en conceptos concretos.
·
Aborda
los contenidos curriculares desde una perspectiva más atractiva.
·
Mejorar
el vocabulario.
·
Aumenta
el aprendizaje del mundo real.
·
Permite
reflexionar a los alumnos sobre lo que hacen y comparar sus opiniones con las
de los demás.
·
Fomenta
la tolerancia y el respeto por otros.
·
Mejora
del autocontrol y autoestima.
·
Suministra
un sentimiento de libertad acompañado de responsabilidad.
Ejemplos de actividades prácticas
Veamos algunos ejemplos concretos de enseñanza
artística en clase: (más información en Sousa, 2011)
·
Artes plásticas. El profesor de
Química pide a sus alumnos que dibujen un organizador gráfico en el que se
muestren las fases más importantes de un experimento.
·
Música. El profesor de
Historia pide a sus alumnos que reflejen en la letra de una melodía popular los
hechos más significativos de la Revolución Francesa.
·
Poesía. El profesor de
Matemáticas pide a sus alumnos que escriban una estrofa de un poema sobre los
pasos que hay que seguir al resolver una ecuación matemática.
·
Teatro. El profesor de
inglés pide a sus alumnos que escriban un final alternativo de la obra Romeo y
Julieta y que hagan una recreación teatral del mismo.
Y podemos seguir todo lo que nuestra imaginación nos
permita. Podemos encontrar ejemplos en cualquier asignatura y en cualquier
etapa educativa.
El aprendizaje basado en proyectos grupales se
presenta como muy buena opción sobre los enfoques tradicionales porque fomenta
el trabajo cooperativo, la reflexión o la autoevaluación, generando además una
mayor motivación intrínseca en el alumno.
Conclusiones
No se puede negar que las manifestaciones artísticas espontáneas
no solo forman parte del desarrollo humano desde la infancia sino que además
retroalimentan la autoestima necesaria para el aprendizaje.
Esto se debe a que la práctica de cualquiera de las manifestaciones
artísticas se encuentra asociada con algún componente emocional que nos motiva
y que nos permite contemplar el mundo desde una perspectiva diferente, más
estética, más profunda.
El cerebro humano, en tanto órgano complejo en
continua reestructuración, agradece los retos y necesita del Arte.
La educación artística resulta entonces imprescindible
porque permite a los alumnos adquirir toda una serie de competencias
socioemocionales básicas para su desarrollo personal y por añadidura, los
hace más felices.
Porque la verdadera educación, es aquella que consiga prepararlos
para la Vida en todos sus rasgos.
Referencias bibliográficas:
Bradley K. (2002):
“Informing and reforming dance education research”. En Deasy R. (Ed.), Critical links: learning in the
arts and student academic and social development. Arts Education Partnership.
Catterall J. (2002): “Research on drama and theater in education”. En Deasy R.
(Ed.),Critical links: learning in the arts and student academic and social
development. Arts Education
Partnership.
Eisner,
Eliot W.
(2004). El arte y la creación
de la mente: El papel de las artes visuales en la transformación de la
conciencia. Paidós.
Hardiman, Mariale (2012). The
brain-targeted teaching model for 21 st-century schools. Corwin.
Hardiman et al. (2014): “The effects of arts integration on long-term retention of
academic content”. Mind, Brain and Education, 8(3).
Mehr et al. (2013): “Two randomized trials provide no consistent evidence for
nonmusical cognitive benefits of brief preschool music enrichment”. PLoS ONE 8(12).
Mora,
Francisco
(2013). Neuroeducación: sólo
se puede aprender aquello que se ama.Alianza Editorial.
Posner et al. (2008): “How arts training influences cognition”, en Learning, arts and the brain: the
Dana Consortium on arts and cognition, Danna Press.
Rabkin N. y Redmond R. (2004). Putting the
arts in the picture: reforming education in the 21st century. Columbia College.
Rauscher et al. (1993): “Music and spatial task performance”. Nature, Oct. 14.
Sousa, David A. (2011). How the
brain learns. Corwin.
Thomson et al. (2009): “Two forms of spatial imagery: neuroimaging evidence”. Psychological
Science, 20.
Winner et al. (2006): “Studio thinking: how visual arts teaching can promote
disciplined habits of mind”. En Locher P. et al. (Eds), New directions in Aesthetics,
Creativity, and the Arts. Baywood.
Wright R. (2006):
“Effect of a structured performing arts program on the psychosocial functioning
of low-income youth: findings from a Canadian longitudinal study.”. Journal of Early
Adolescence, 26.