La monografía aprobada en 2009 fue revisada personalmente antes de serlo por pares y publicada con posterioridad en 2017 para la revista Res Gesta.
“Historiografía del método etnohistórico: Orígenes y desarrollo local”. Revista Res Gesta, Número 53 (2017) Rosario: Instituto de Historia, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario, UCA. En versión digital (ISBN 2525-0884) y papel (ISBN0325-772-X)
http://erevistas.uca.edu.ar/index.php/RGES/article/view/894
El Seminario giraba sobre tres ejes:
1) La historia de las Ciencias en la Argentina, particularmente de las Ciencias Antropológicas
2) La importancia de las politicas estatales como condicionantes de las políticas académicas
3) Ejercicios de investigación sobre recursos tales como textos académicos antiguos, catálogos de Museos, y particularmente los Indices de los volúmenes para la obtención de datos relevantes
Así que el desafío de escribir una monografia adecuada tenía que partir de la base de trabajar sobre un tema que me interesara de antemano y encontrar la manera de aplicar lo que aprendí ese cuatrimestre.
Finalmente conseguí que mi trabajo cruzara tres ejes
La pertinencia de la pregunta antropológica para el abordaje de documentos, en una modalidad que establece una clara diferencia epistemológica entre el análisis antropológico con el abordaje histórico y más aún con las tan desacreditadas investigaciones periodísticas actuales (Aclaración: Cualquier afirmación de similitud con una investigación periodística se debe a poca información del lector)
El papel de las políticas académicas y su dependencia de las políticas Estatales: ofrecer un recorrido de cómo la aplicación de la Etnohistoria en tanto método siguió un recorrido diferenciado en distintas academias nacionales. En este recorrido que posteriormente denominé como Antropología Historiográfica del método Etnohistórico la pregunta antropológica procura dar cuenta de la construcción diferenciada de la identidad de grupo en tres academias americanas (EEUU, Perú y Argentina) fuertemente condicionadas por las diferentes políticas estatales. La ciencia por lo visto no resulta tan neutralmente valorativa.
Empleo de textos y catálogos como fuente de datos: El texto de Viazzo ofrece datos acerca del debate sobre la pertinencia antropológica en el abordaje de documentos diversos y señala el hallazgo de un aspecto que es escrito como al pasar por el autor cuando menciona un catálogo del año 1909 y resulta un dato fundamental para entender quienes y cuándo dieron inicio all método etnohistórico. Hago mención que uno de los rasgos que definen a la investigación de archivo consiste en "descubrir aquellos detalles sin importancia que pueden traducir lo indecible, y aprender a leer entre líneas buscando información para los cuales esos documentos no fueron escritos" reiterando lo que posteriormente justifiqué para el abordaje de Archivo de mi Tesis.
Las conclusiones de la monografía admiten la propuesta última de una antropología definida por el estudio de los procesos de identidad y alteridad inherentes a todo grupo humano.
Como pueden imaginarse, me proporcionó mucho placer realizar el trabajo en 2009 y más aún la calificación obtenida. La pregunta antropológica para abordar el trabajo de archivo y la relevancia de las políticas culturales en todo cambio social fueron porteriormente aplicadas a un caso particular en mi Tesis de Licenciatura.
Un resumen del material lo presenté haciendo mi debut como expositora para las Jornadas de los 25 años de Etnohistoria en Argentina llevadas a cabo en noviembre de 2010 en la Facultad de Filosofía y Letras.
A continuación, mi trabajo monográfico
La Etnohistoria/Antropología histórica…
¿Nueva disciplina? ¿O antiguo
método?
Por
Vivina Perla Salvetti [1]
Indice
-Introducción
-Tiempo de definiciones:
Historiadores y la pregunta antropológica como
punto de ruptura
-Las relaciones de la Antropología
con la Historia…
1909: año de la presentación del método
etnohistórico
1950: La antropología argentina de
los años cincuenta
La Historia Cultural de Imbelloni a
Bórmida
1955:
Cambios epistemológicos que corresponden a cambios políticos
Una mirada
sobre la producción académica: Revista RUNA
1970: Avances etnohistóricos de la
mano de la Arqueología
1984: I Reunión Sudamericana de Etnohistoria
Aplicaciones locales del método etnohistórico
-La Antropología como
estudio de la construcción de alteridad
Incorporación de
datos etnohistóricos en el trabajo de campo
El otro
etnohistórico
Conclusiones
Bibliografía
Introducción
¿Cómo se define una ciencia? ¿Por el método o por el objeto?
La obvia respuesta, a veces, no lo es tanto, y el debate
generado en torno a la antropología histórica es buen ejemplo de esto.
Pier Paolo Viazzo, licenciado en letras, especializado en
Historia Antigua y doctorado en Antropología Social por el University College
de Londres, elaboró el extenso trabajo “Introducción a la Antropologia
Histórica”. En él describe la revolución
que significó el avance de lo que denomina “terreno de fronteras” en el que
transitarían por doble mano tanto historiadores como antropólogos,
particularmente a partir de los años sesenta (Viazzo 2003)
Una relectura del texto y del contexto local abre los
siguientes interrogantes:
-¿Desde cuándo habrían empezado los antropólogos a consultar
los archivos coloniales y con qué propósito?
-¿Podría situarse la “revolución” no fuera de la frontera,
sin desde el mismo seno de la Historia?
-¿Cómo se manifestaron las relaciones de la Antropología con
los textos históricos en la Argentina previa a los años 60?
-¿Habrá influido la corriente dominante impulsada por Bórmida
en el camino particular que siguió la
Etnohistoria en la Argentina en comparación con el desarrollo en otras
academias?
Por lo tanto el presente trabajo propone:
a)
Un
sucinto recorrido guiado por el texto de
Viazzo de las relaciones de la Historia con la pregunta antropológica, y de la
Antropología con los discursos coloniales, que se establecieron en los ámbitos
académicos de EEUU y Europa.
b)
Seguir
el recorrido de la Etnohistoria en Perú y en la Argentina, guiados por trabajos
publicados por Runa[2]
desde su primera emisión en 1948
Pensamos que este
repaso del desarrollo de la Antropología Histórica según fue desarrollándose en
diferentes ámbitos académicos permitirá iluminar los puntos de ruptura que han
dado lugar al debate actual
Porque tal como afirma Pierre Bourdeau “La historia social de
las Ciencias Sociales es el instrumento privilegiado de la reflexividad
crítica” (Bourdeau 2007)
Tiempo de definiciones:
Historiadores y la pregunta antropológica como punto de
ruptura
Una definición clásica de Historia declara:
“Reconstrucción del pasado a la luz de los documentos
escritos”
Desde el principio, las distintas corrientes historiográficas
señalaron diferentes maneras de abordar los documentos escritos, pero lo que
prevaleció durante años fue una toma de posición acrítica del texto en cuanto tal. El criterio de
autoridad del texto escrito bastaba para que no fuese cuestionado.
Entonces y como todos sabemos, como consecuencia de la
división del trabajo devenida durante la profesionalización decimonónica de las
Ciencias, la Historia pasaría a ocuparse del pasado, mediante el abordaje de
los textos escritos y la Antropología del presente de los
pueblos con registros de tradición oral (Augé 1996)
Aunque el hecho de que los relatos orales requiriesen ser
registrados por escrito por los profesionales no fuera cuestionado en ese
momento, como sabemos, se trata de algo que tuvo profundas implicancias para el
desarrollo de nuestra disciplina.
Escritura y Oralidad, pasado y presente como hitos
incuestionables en la frontera de competencias
Sobre este supuesto es que Viazzo fundamenta y recorta el
origen del debate durante los años ¨60,
debate que se habría iniciado cuando historiadores como Carlo Grinzburg empezaron a “hacer uso de
instrumentos antropológicos en sus investigaciones” El autor describe cómo él
mismo se dio cuenta “de las potencialidades ofrecidas por los archivos locales,
cuya humilde documentación -si es oportunamente interrogada- permitiría
estudiar una comunidad del pasado con métodos que en principio no eran
diferentes de los que el antropólogo usaba para estudiar una comunidad en el
presente” (Viazzo 2003: 11 Y 12)
Por lo tanto Viazzo reconoce que son los historiadores
quienes se valieron de la “pregunta antropológica” para introducir una nueva
mirada sobre la investigación en los archivos.
Este cambio metodológico se inscribe a su
vez en un marco más amplio de cuestionamientos desde el seno de la Historia,
cuyo eje se corrió hacia un abordaje crítico de los documentos
escritos. Este enfoque no estuvo restringido a las investigaciones de lo que
comenzó a llamarse Antropología Histórica, sino que incluye a las cuestionadas
y cuestionadoras corrientes del llamado revisionismo histórico.
“Vale la pena notar… que quienes usan la expresión
antropología histórica han sido y son hasta ahora, más los historiadores que
los antropólogos… (uno de estos historiadores) ha sido Eric Hobsbawn,
quien…recomendaba…buscar una guía en los modelos analíticos de los antropólogos
sociales… Me ha parecido bien citar a Hobsbawn… uno de los reconocidos padres
de la Antropología histórica.”(Viazzo 2003:19,42-44)
Una vez señalada la avanzada de los historiadores en la
polémica, procede a citar quienes desde la frontera antropológica habrían
contribuido a derribar la tranquera. Cita a Clifford Geertz, quien agitó las
aguas con su “Cultura como texto”, pasible de ser interpretado mediante una
hermenéutica “descripción densa” (Viazzo 2003:43.46)
Lo que Viazzo deja sin explicitar es que los antropólogos
abordamos a la Cultura como texto en tanto elaborado con signos que lo
preceden en el tiempo, pero texto que hoy hallaría su descripción
como texto virtual: personal, efímero y suspendido en el espacio.
Las relaciones de la
Antropología con la Historia… ¿son recientes?
Para Viazzo, resulta
posible arribar a la mención de un “terreno entre fronteras” solo si se toma
una parte por el todo.
Cuando se afirma de la antropología histórica que “ha nacido del encuentro realizado en los
archivos” o iniciada por “el antropólogo que se ha sumergido (en los
documentos) con la convicción de que el presente está en gran medida contenido
en el pasado” Viazzo está reduciendo la a-histórica corriente funcionalista
británica con la totalidad de las corrientes antropológicas, y revela en sí
mismo el sesgo impuesto por la hegemonía ejercida durante décadas por la
academia británica.
Parece olvidar que los orígenes mismos de nuestra disciplina
se asientan en “antropólogos de sillón” como Tylor y quienes como él
desarrollaron sus trabajos a partir de informes escritos por terceros (misioneros y funcionarios coloniales) provenientes
de lejanas sociedades con Tradición
Oral.
Aunque acordamos que fue la crítica a las especulaciones
derivadas lo que impulsó el desarrollo de la corriente funcionalista británica
y su énfasis en el trabajo de campo por antropólogos profesionales quienes
analizaban desde el presente[3]
a las sociedades observadas, mientras
más lejanas y exóticas, mejor.
Por lo tanto, es respecto a la corriente funcionalista
británica que es posible afirmar que “hacia la mitad de los años sesenta, la
mayor parte de los antropólogos que trabajaban en Europa se daba cuenta de la
necesidad de explorar en primera persona el pasado de las comunidades objeto de
sus investigaciones etnográficas” (Viazzo 2003:14,y 16)
En todo caso, se trataba de la revitalización del método etnohistórico
descripto por el mismo Viazzo en el capítulo tercero
1909: Año de la
definición del método etnohistórico
Tal como reseña Viazzo, el primero en mencionar la
Etnohistoria en tanto método fue Clark Wessler, curador del Museo de Historia
Natural de Nueva York en 1909, tras organizar una exposición sobre culturas
indígenas de la región inferior del Rio Hudson.
En la introducción del Catálogo correspondiente, y tal como
reseña Viazzo, Wessler informa que “los datos etnohistóricos junto con la
arqueología permitían reconstruir el pasado de pueblos sin escritura”
Wessler definió como datos etnohistóricos “las informaciones de
carácter etnohistórico que podían ser encontradas en la documentación producida
por blancos”
“No solo estaban
disponibles los métodos indirectos de investigación y reconstrucción históricas
(como los utilizados por Franz Boas, antropólogo conocido por Wissler) sino que
podían valerse de métodos directos, tamizando la frecuentemente vasta
documentación de archivo originada por el contacto de las autoridades
gubernamentales con las tribus indígenas, así como los registros de las órdenes
misionales y hasta los de las compañías comerciales”[4]
(Viazzo 2003:148,149)
Sin embargo y aunque no es el propósito de este trabajo, cabe
la reflexión de cómo los avatares de las guerras mundiales y la hegemonía del
funcionalismo anglosajón restringieron la difusión del método etnohistórico
durante décadas.
Habría que esperar a 1954 para la fundación de la revista
“Ethnohistory” por la American Indian Ethnohistorian Conference. Este grupo de
antropólogos norteamericanos fue empujado a asociarse en medio de la controversia
legal desencadenada por procesos judiciales para reivindicar la validez de los
derechos indígenas de propiedad.
El único modo de resolver tales cuestiones era el de utilizar
evidencia etnohistórica.
Porque en Estados Unidos, la etnohistoria como método
era conocida desde 1909.
La antropología
argentina durante los años cincuenta:
La historia Cultural de
Imbelloni a Bormida
¿Qué pasaba aquí en el pasís durante esos años? La disciplina
adquirió características propias, sin poder evadir el contexto político de esos
días.
José Imbelloni, figura importante del grupo intelectual afín
al gobierno peronista, cultivó la antropología física, la etnología, la arqueología
y el folklore.
La autoproclamada “Revolución Libertadora” de 1955 significó
la intervención de las universidades nacionales. La “desperonización” arrastró
a Imbelloni y posteriormente un discípulo suyo, Marcelo Bórmida lograría tras
una dudosa reinterpretación de la Historia Cultural, que la misma deviniera en historicismo,
bajo la forma de “Etnología Teorética” (Perazzi 2003)
Un ámbito adecuado para evaluar estas corrientes dominantes
lo constituyen las publicaciones oficiales de antropología.
1955: Cambios
epistemológicos que corresponden a cambios
políticos
Una revisión del archivo de la revista RUNA, publicación
antropológica oficial desde 1948, permite la comparación de la impronta que
tanto Imbelloni como Bórmida como “hombres fuertes” dejaron en la disciplina.
Los primeros volúmenes contienen artículos de José
Imbelloni que evidencian su abordaje
crítico de las fuentes etnohistóricas, aunque no fueran definidas como tales,
ni encontramos definición del método etnohistórico en esa década.
El Tomo V (1952) discute ferozmente la interpretación hecha
por un amateur del manuscrito guatemalteco Popol.Vuh, señalando una por una las
conclusiones arribadas por erróneas y sin sustento científico.
En el tomo VI (1953-54) se encuentran tres sendos artículos
que describen el hallazgo de un ejemplar de las Crónicas del Padre Murúa, quien
registra la genealogía del Inkario. Imbelloni señala las diferencias entre el
ejemplar hallado y el pre-existente. No solo justifica la autenticidad del
ejemplar hallado mediante criterios de coherencia interna, sino que demuestra
que el ejemplar existente es una falsificación producto de una intervención
fraudulenta.
Acorde con este enfoque general, singularmente respaldado por
Imbelloni, se reseña un trabajo de Luis E. Valcárcel, basado en un estudio de
los escritos del Inca Garcilazo (Tomo IV)
Es pertinente apartarnos un momento para señalar que tanto el
término Etnohistoria como su método fueron introducidos por Valcárcel en el
Perú. Para este investigador peruano, la etnohistoria denota técnicas de
investigación para corregir los filtros colonialistas propios de los cronistas
españoles. Estos avances se realizaron bajo la dirección de J.Steward, o lo que
es decir, la etnohistoria en Perú se desarrolló bajo la influencia de la
Antropología Cultural Norteamericana (Avila 1998) En cambio, en la Argentina,
debido a la hegemonía de Bórmida y su método personal, la Etnohistoria habría
de ingresar de la mano de la Arqueología, como veremos más adelante. Pero es
tiempo de volver a las Runas,
En el año1955 no apareció RUNA
El tomo VII (1956-57) abre con el extenso trabajo de Marcelo
Bórmida “Cultura y Ciclos culturales: Etnología Teorética” que señala el punto
de viraje para la vuelta de un abordaje acrítico de las fuentes históricas.
El tomo IX (1958-59) cierra la década con un volumen a tono con la época.
Aumentan los artículos basados en datos históricos, pero
abordados sin profundidad crítica., tales como “Conquistadores, misioneros y
Exploradores en el Neuquén” que se limita
a enumerar los diferentes documentos (crónicas, cartas y relatos de
viaje).
Igual enumeración se presenta en “El Golfo de San Matías y
las veredas indígenas Rionegrinas” en el
que los reconstruye geográficamente utilizando documentos militares de 1779,
apuntes personales de Burmeister (1853),
del ingeniero Ezcurra (1887), del explorador británico Musters (1786) y
del brigadier portugués Igarzábal (1884)
El mismo volumen incluye una “Etnografía Güniina-Kena” en el
que Bórmida y Casamiquela se apoyan en datos no solo contemporáneos, sino los
recogidos en crónicas de los años 1839,1871 y 1774 sin solución de continuidad.
No debería extrañar la inclusión de una defensa por parte de
Armando Vivante de la reformulación elaborada por Bórmida sobre los principios
de la Escuela Histórico-Cultural.
De esta manera, la profesionalización de la antropología
argentina en 1959, iría acompañada de un alejamiento de los métodos críticos y
etnohistóricos que empezaban a ser ampliamente aplicados en otras latitudes.
El desarrollo local de la obtención de datos etnohistóricos
tendría que esperar muchos años hasta comenzar a ser utilizados tímidamente de manos de arqueólogos durante
la década del setenta.
1970: Avances de la
mano de la Arqueología
Recordamos la afirmación de Wissler que se podía reconstruir
el pasado prehistórico y protohistórico de las sociedades estudiadas por etnólogos “a través de la soldadura entre
los materiales que era posible obtener de la etnohistoria y de la arqueología”
(Wissler citado textualmente por Viazzo 2003:149)
De aquel empleo conjunto de la etnohistoria con la
arqueología para entender el pasado, asistimos al empleo de la etnohistoria
para interpretar los vestigios arqueológicos.
Lidia Nacuzzi describe esas transformaciones. Comenzó a reunir
datos etnohistóricos durante la década del setenta: “En ese período nuestro
acercamiento a la problemática etnohistórica ha ido reenfocándose en torno de
intereses diversos, aunque nuestras primeras incursiones en ella se realizaron
desde el punto de vista de la arqueología”. (Nacuzzi 1989)
1984: I Reunión
Sudamericana de Etnohistoria
Aplicaciones locales
del Método Etnohistórico
Treinta años después de la publicación del primer texto de
Valcárcel, se convocó en San Juan la primera Reunión Sudamericana de
Etnohistoria, con participantes provenientes de Chile, Brasil y Argentina.
En el Tomo XIX (1989-90) de RUNA, Lidia Nacuzzi informa que
se discutieron definiciones, y los alcances de los conceptos de protohistoria y
etnohistoria, la metodología del etnohistoriador y las relaciones entre
etnohistoria y arqueología.
El tema dominante en las discusiones giró en torno del ámbito
de las pertinencias:
“¿Es la etnohistoria competencia de los historiadores o de
los antropólogos?”
Nacuzzi recuerda que “Los historiadores piensan que solo
ellos están preparados metodológicamente para abordar la lectura crítica de
fuentes”
“Los antropólogos
–continúa- “pensamos que es
indispensable estar entrenados en la problemática de la etnografía para comprender los relatos, a veces
extraños, acerca de pueblos que viajeros
y misioneros veían por primera vez y describían
confusa y tendenciosamente según su cosmovisión y las motivaciones de sus
viajes… Autores de especialidades
diversas coinciden en la necesidad de un enfoque histórico de los temas
relacionados con la poblaciones nativas”
Define sin rodeos: “La Etnohistoria es una metodología
particularmente apropiada para el estudio de la realidad americana desde la
Conquista”
La Etnohistoria como metodología,
implica
el abordaje de documentos coloniales (administrativos, jurídicos, religiosos y
comerciales) con el propósito de obtener datos contrastables.
“(La información
obtenida no solo permite la elemental) confrontación
de datos de una y otra fuente… (Se) pueden encontrar interesantes
posibilidades de elaborar hipótesis,
perfeccionar las inferencias realizadas,
interpretar problemas particulares de
áreas de investigación y elaborar analogías…
con la condición de no usar en esos razonamientos datos etnohistóricos aislados
o fuera de su contexto.”
Nacuzzi, dada su especialidad, defiende el uso de la etnohistoria
“porque
constituye información útil en el momento de interpretar vestigios
arqueológicos”
Acorde a su experiencia práctica, está en condiciones de
afirmar:
“Aún para áreas
pobladas en el pasado por grupos no sedentarios, es posible realizar
inferencias en cuanto a movimientos de población, traslados estacionales a
largas distancias o contactos entre diferentes parcialidades”
Recuerda “La estrecha
relación de la arqueología con la historia. Ambas estudian el pasado humano…
Autores señalan la importancia de los datos arqueológicos para extender la
historia indígena hacia atrás, y para liberarse de las limitaciones y desviaciones
de las fuentes documentales blancas… Permiten inmensa profundidad histórica y
son el mejor garante de los progresos de la historia de los “pueblos sin
historia” (Nacuzzi 1989)
La Antropología como
estudio de la construcción de alteridad
Incorporación de datos
etnohistóricos en el trabajo de campo
El otro etnohistórico
Nuevamente recordamos
la definición de datos etnohistóricos como aquellos que obtenidos a
partir de fuentes documentales blancas, permite interrogar los vestigios
arqueológicos, pero también admiten ser contrastados en el trabajo de campo.
Es en tal sentido que autoridades de la talla de John Murra,
no solo afirmaría que “Hay que leer los documentos históricos con ojos de
antropólogo” sino que integraría la necesidad de “contrastación en el campo” de
los datos etnohistóricos obtenidos como praxis de la academia peruana (Murra
1970)
Todas las discusiones en torno a si la Etnohistoria es
competencia de antropólogos o de historiadores parecen olvidar las palabras de
Marc Augé que redefinen una frontera actual de la Antropología cuyo objeto
es la construcción de alteridad
(Augé 1996)
Augé, continúa
considerando en “El espacio histórico de la Antropología” que:
“La relación con el
otro se establece en la proximidad… El campo de la antropología como el estudio de las modalidades de las
relaciones con el otro se amplía sin cesar” (Augé 1996, resaltado es mío)
Una de estas modalidades es la antropología histórica. Ana
María Lorandi, encargada del departamento de Etnohistoria de nuestra facultad,
reelaboró junto con Mercedes del Río una definición del “otro etnohistórico”:
“La etnohistoria es una
disciplina… (adecuada para)… todas aquellas regiones donde un grupo étnico
(generalmente blancos, europeos y occidentales) ha impuesto un dominio sobre otro
y otros grupos étnicos… La Antropología Histórica se ocupa del otro social desde la perspectiva de etnicidad y considerando sus transformaciones a
través del tiempo.” (Lorandi-Del Río 1992)
Transformaciones cuyos datos etnohistóricos puedan ser contrastados
mediante el registro arqueológico
(Nacuzzi) o mediante el trabajo de Campo (Murra)
Conclusiones
A vuelo de pájaro hemos recorrido la situación de la Antropología
en relación con la Historia y sus particularidades resultantes en Gran Bretaña,
Estados Unidos, en el Perú, para culminar en el camino que siguió la
etnohistoria en Argentina como método válido para la interpretación de
vestigios arqueológicos.
Porque en vista de su definición original, podemos concluir
que el etnohistórico es un método de investigación de los archivos de grupos
dominantes (“generalmente blancos, europeos y occidentales”) que ha sido usado
por antropólogos para reconstruir las
transformaciones de las poblaciones estudiadas, y cuyos datos obtenidos admiten
ser contrastados en el campo o en el registro arqueológico según la experiencia
argentina.
Finalmente, los debates que generó la Etnohistoria en
diferentes espacios académicos (Gran Bretaña, Estados Unidos, Perú y la
Argentina) demuestran una vez más, que el ámbito de competencias de
determinadas disciplinas se encuentra condicionado por fuertes intereses académicos, políticos o económicos. O lo que
vale decir, por conocimientos bastante alejados de toda pretensión elusiva de
supuestos de neutralidad valorativa.
Bibliografía:
AUGE Marc (1996) “El espacio histórico de la Antropología y
el tiempo antropológico de la Historia” en “Hacia
una Antropología de los Mundos Contemporáneos”. Ed Gedisa S.A. Barcelona
AVILA, Javier (1998) “”Entre archivos y Trabajo de Campo: la
Etnohistoria en el Perú” en “No hay país
más diverso” IEP
BOURDIEU Pierre (2007) “La causa de la ciencia. Cómo la
Historia Social de las Ciencias puede
servir al progreso de estas ciencias” y “El campo científico”. En “Intelectuales, política y poder” EUDEBA, Buenos Aires
LORANDI, Ana María y Del Rio, Mercedes (1992) “La Etnohistoria. Etnogénesis y
transformaciones sociales andinas” Centro Editor de América Latina. Buenos
Aires.
MURRA, John (1970) “Perspectivas y actuales investigaciones
de la Etnohistoria Andina” en Revista del Museo nacional. Número 35. Lima
pp.125-159
NACUZZI, Lidia (1989) “El aporte de la Etnohistoria al
estudio de la Arqueología de Patagonia” en RUNA.
Archivo para las ciencias del Hombre.
Tomo XIX: 161-175
PERAZZI, Pablo (2003) “Hermenéutica
de la Barbarie. Una historia de la antropología en Buenos Aires” Sociedad
Argentina de Antropología. Buenos Aires
RUNA Tomo IV (1951)
RUNA Tomo V (1952)
RUNA Tomo VI (1953-54)
RUNA Tomo VII (1956.57)
RUNA Tomo IX (1958.59)
RUNA Tomo XIX (1989.90)
VIAZZO, Pier Paolo (2003) “Introducción
a la Antropología Histórica” Departamento de Humanidades, UCP. Lima
[1] Licenciada en Ciencias Antropológicas con orientación
sociocultural por la Universidad de Buenos Aires (UBA) visalvetti@gmail.com
[2]
Publicación de la Facultad de Filosofía y Letras especializada en temas de Antropología y Arqueología
[3] Como me gusta
señalar, en ambos sentidos semánticos: desde el presente en tanto la recolección
de datos requiere de la presencia del antropólogo en el campo, y desde el
presente en el tiempo, que define así su abordaje a-histórico.
[4] De hecho, el voluminoso trabajo del antropólogo Erik
Wolf “Europa y los pueblos sin historia” está basado en los registros de compañías comerciales que
documentan el contacto.