Teatro anatómico de Leiden, Holanda, siglo XVII, escenario
de las disecciones públicas de Descartes donde defendió el cuerpo humano como
máquina sin alma ante un público mayormente no especializado en el tema.
Dualismo y Monismo:
Ontologías irreductibles Básicamente
el dualismo clásico sostiene que
tenemos un alma inmortal que ingresa
al cuerpo al nacer y se separa de este al morir, mientras el monismo, considera que somos criaturas animadas. Ambas posturas
filosóficas, elaboran desde lo racional, creencias
que venían siendo difundidas largamente desde la más remota antigüedad,
aunque los debates filosóficos para fundamentar cada postura fueran iniciados
por Platón y Aristóteles.
El Dualismo de Platón y el Monismo de Aristóteles, estaban
diferenciados en el Renacimiento y fueron bellamente representados en La Escuela de Atenas, de Rafael.
En la
Grecia clásica, la tensión entre un alma imperecedera y un cuerpo corruptible,
se remontaba a una tradición órfica que se hunde en la noche de los
tiempos. Tales creencias venían siendo reproducidas y moldeadas fundamentalmente
de la mano de poetas, como Homero y Hesíodo, en quienes encontramos
regularmente alusiones a la dualidad
cuerpo y alma (Miranda, 2010). Platón (c.-427-347) plasmará en el Diálogo Fedon, que un alma inmortal cae en el cuerpo y queda atrapada en él. Para Sócrates (y para
Platón), el cuerpo está unido a un alma que únicamente se desprende al morir.
Fedón, o de la inmortalidad del alma. Platón
Siglos
después, el filósofo Descartes (1596-1650)
también sostuvo que el alma es “una substancia
independiente del cuerpo y puede existir sin él” Al igual que Platón,
Descartes habrá de afrontar el problema lógico que supone la relación sin nexo entre cuerpo y alma.
Descartes
distinguió asimismo entre la Mente y el
cerebro como sustancias desconectadas (Descartes, 1662)
Sin
embargo, veamos cómo aborda este problema Aristóteles, hijo de un médico
(c.-384-322). Por el contenido de sus escritos, podemos reconocer que
Aristóteles era monista. En Acerca
del Alma, (1978) hablaba del alma como el
principio de la vida. (Figura 12) El alma no puede ser sin el cuerpo ya que es el cuerpo. Así, el alma, como sinónimo de Vida o Fuerza vital,
no sería una entidad separada del cuerpo: el alma es natural e inseparable
del Ser. Entonces, para Aristóteles, el cuerpo entero es el alma misma, inseparable
del Ser hasta el final, como recuerda Páramo Valero (2012).
De anima. Aristóteles.
El
error de muchos filósofos, cuando reflexionan sobre las diferencias entre el
Dualismo de Platón y el Monismo de Aristóteles, consiste en abordar las
diferencias entre ambos considerando el discurso de Aristóteles como respuesta
dialéctica a Platón, cuando en realidad, las
reflexiones de Aristóteles derivaban de la filosofía presocrática.
Atendiendo
a la formulación del filósofo ibérico Antonio
Mesquita podemos afirmar entonces, con toda razón, que Monismo y Dualismo
representan la irreductibilidad
de las ontologías platónica y aristotélica. (Mesquita, 2013)
El error filosófico de
Descartes
Entonces
¿Incurrió Descartes en algún error filosófico al sostener sin fundamento que el
Alma y el Cuerpo son sustancias independientes, o que incluso Mente y cerebro
son sustancias desconectadas? ¿Es lógicamente consistente el dualismo
cartesiano? ¿Qué dicen los filósofos al respecto?
Recordamos que líneas arriba dedicamos
unos párrafos a las diferencias entre Monismo y Dualismo filosóficos. Según
Novoa (2002) los debates entre monistas
(somos un cuerpo animado por las mismas Fuerzas que mantienen vivas todas las
cosas) y dualistas (somos un cuerpo
material que retiene temporalmente un alma eterna y vagabunda) se remontan a la
Grecia clásica. Pero es en Descartes donde hallamos la primera postulación
sistemática de un irreductible dualismo cuerpo-mente, que intentará
escapar una y otra vez de lo que se ha
denominado acertadamente, el punto
muerto cartesiano (Vesey, 1965) en tanto incapacidad lógica para derivar o explicar cómo permanecen juntas
entidades completamente diferentes.
Villanueva (1977: 79,80) admite que “a
un precio demasiado alto, Descartes preserva su Dualismo sustancial” mientras
desarrolla en sus escritos tanto la interacción
entre las dos sustancias, como la unión y
mezcla entrambas.
Según elementales principios de
identidad, dualismo no es lo mismo que monismo, pero Descartes parece no
distinguirlos “Hay mucha confusión en los textos de Descartes” señala
Villaneueva (1977)
En la carta a la Princesa Isabel de
Bohemia fechada del 28 de junio de 1643, Descartes termina admitiendo sobre la
relación cuerpo-mente que “no le es posible explicarla” algo que, según la oportuna
observación de Leibniz, muestra que Descartes abandonó la defensa del Dualismo
al final de su vida (Villaueva, 1977; Descartes 1999, Rivero, 2016)
En otras palabras, luego de haber
defendido sin fundamento un férreo
dualismo durante muchos años, Descartes se dio por vencido y falleció adoptando una postura monista. Sin embargo, una vez muerto, sus seguidores
publicaron en 1662 Tratado del Hombre,
validaron la vigencia del dualismo cartesiano, y sus derivaciones
en el cuerpo como máquina, concepto
cuyo origen merece también una contextualización histórica.
Las representaciones del Cuerpo como
Máquina impulsada por pasiones animales, tuvieron sus inicios, según Aguilar
(2010) con el arribo de Descartes a Holanda en 1628, mientras Harvey publicaba
su Motu Cordis, en un ambiente
de enorme efervescencia intelectual (Buzzi, 2016)
Ilustraciones de los experimentos novedosos realizados
por William Harvey para De Motu Cordis,
publicado en Frankfurt, Alemania, 1628. Recordamos que el médico Harvey, siguiendo la
tradición presocrática, era monista
En ese momento,
Descartes, escribe Tratado del Hombre que
presenta al cuerpo humano como una
máquina carente de alma. Describe el mecanismo autómata como
respuesta a estímulos externos que afectan las terminaciones nerviosas, que, a
su vez, desplazan las terminaciones centrales para conducir el flujo de los espíritus animales. Hay quienes lo
consideran fundador de la teoría del
reflejo. Pero temió publicar este texto al enterarse del juicio a
Galileo.
Tratado del Hombre (Descartes) publicado después
de su muerte
Su propuesta
mecanicista de los cuerpos fue
extendida al cuerpo de los animales, y tuvo enormes consecuencias en una
sociedad rural que hasta entonces cuidaba a sus animales domésticos como parte
del grupo familiar. Pero Descartes aseguró que son autómatas, que no tienen
mente y tampoco alma, por tanto, no sienten dolor.
La convicción que los animales no piensan ni
sienten, legitimó la crueldad animal, que no fue sancionada por ley hasta
mediados del siglo XIX. Sin embargo, otros filósofos, como el empirista David Hume
(1748) argumentó en contra del mecanicismo cartesiano al decir que los
animales "indudablemente sienten, piensan… (aunque)… de una manera más
imperfecta que los hombres". (Calvente, 2016)
Volvamos ahora a la ciudad, donde Descartes se limitó a defender oralmente sus ideas mecanicistas durante las disecciones públicas ante auditorios no especializados que llenaban las plazas de teatros anatómicos, mientras mantenía fluida correspondencia con médicos. Muchos de ellos (particularmente cirujanos franceses) adoptaron el modelo mecánico del cuerpo, como el cirujano La Mettrie, quien en 1747, refugiado en Holanda por el enfrentamiento parisino entre médicos con formación universitaria y cirujanos iletrados, ratificó los cuerpos como autómatas. La obvia contradicción cartesiana explicitada entre una concepción materialista del cuerpo y la naturaleza espiritual del yo, resultaba insalvable para La Mettrie, y afirmó que Descartes había atenuado su doctrina para adecuarla a presupuestos religiosos. (Aguilar 2010)
Aguilar cuestiona firmemente el
Dualismo entre cuerpo y alma que inauguró Descartes. Recuerda que Harvey, el autor del trascendental descubrimiento
sobre la circulación de la sangre, fruto de una hipótesis explicativa, robustecida
por argumentos físico-matemáticos y dos pruebas experimentales concluyentes, mantenía
una concepción monista del cuerpo.
Desarrollar cómo la certeza del
dualismo mente-cerebro en Medicina ha derivado en la formulación irrestricta de
psicofármacos para inhibir como fuere la ansiedad, la tristeza, o la angustia,
en individuos que temen reconocer e identificar sus propias emociones, nos
apartaría de los propósitos de este trabajo.
Concluimos esta brevísima
reconstrucción histórica del cuerpo como
máquina y del punto muerto cartesiano,
reconocido por Descartes al final de su vida como Ontología que no conduce a
ninguna parte, con la urgente necesidad de cuestionarla. (Vesey, 1965;
Villanueva 1977; Aguilar, 2010)
El acierto de Vigotsky
Por su parte, Vigotsky se refirió
durante años al Dualismo Cartesiano como obstáculo para el adecuado desarrollo
de la psicología y la neurología:
“El espantoso resultado al que nos lleva (el
dualismo cartesiano en) la psicología de las emociones contemporánea, es haber privado absolutamente de sentido a las
pasiones del alma y haber eliminado
toda esperanza de comprender un día el significado vital de la pasión y, con
ella, de toda la consciencia humana. En el fondo, ese resultado ya está
íntegramente contenido en (el punto
muerto de) la teoría cartesiana que acabamos de examinar.” (Vigotsky, 2004:
198 paréntesis y cursivas añadidas)
Veamos
ahora cómo es considerada el alma en el abundante registro del Corpus
Hipocrático
El alma (psikhé) en el Corpus Hipocrático
¿Por qué estamos tan seguros que los antiguos médicos griegos
compartían el concepto monista del alma, que luego observamos en Aristóteles? Fundamentalmente
porque psikhé fue el término
utilizado en el Corpus Hipocrático
para referirse a las dolencias físicas
del cuerpo humano.
El Doctor Pedro Laín Entralgo (1908-2001) en La Medicina Hipocrática (1970) realizó
un análisis filológico y médico del conjunto de escritos hipocráticos.
La Medicina Hipocrática (1970)
Respecto
de los usos asociados al término psikhé
en el Corpus, Laín expresa su asombro al observar la inclusión del término “en el
cuadro de un conjunto de descripciones
anatómicas… los hipocráticos nunca dejaron de ver el alma (psykhé) como una realidad material” (1970: 141,
cursivas añadidas)
“¿Qué
era el alma para los hipocráticos?” se pregunta. Si Laín ha de guiarse por cómo
y dónde es empleado el término, el alma,
como mínimo “no era espiritual en el
sentido que con el cristianismo llegará a tener esta palabra… Por eso hay que entender el alma según su
significación más literal y física en toda una serie de afirmaciones de los
escritos en que ellos nos hablan: que existen “poros para el alma” (vi, 514
y 524)” que el alma, abrasada, consume el cuerpo (v, 314); que se desarrolla a
lo largo de la vida, tanto en el hombre como
en los grandes animales (vi, 480); que el alma se produce hasta la muerte”
(Laín 1970:180, cursivas añadidas)
Laín (1970) incluyó como respaldo, citas al pie de filósofos presocráticos, contemporáneos
de Hipócrates, mientras continúa expresando su asombro por las
diferencias entre la medicina actual y la fundamentada en la filosofía
presocrática:
“Influido,
acaso sin saberlo, por Descartes y Kant, el médico moderno procede como si en la vida del hombre hubiese dos regiones susceptibles
de ser aisladas entre sí, (como sostiene el dualismo)… El médico hipocrático fue…completamente ajeno a esta distinción...
“La
enfermedad era para él una perturbación de la physis del hombre, y a esta pertenecen tanto el cuerpo del
enfermo (soma) como su alma (psykhé)…
Para
el médico debe ser sumo criterio de certeza: la sensación del cuerpo” (Lain 1970: 255 y 256, paráfrasis, cursivas
añadidas)
El uso
del término psikhé en el Corpus
Hipocrático no nos deja lugar a dudas: para el médico hipocrático (y presocrático), el alma es el cuerpo que
respira, no es eterna y está unida al cuerpo.
Recordamos
que la filosofía presocrática, como su término indica, se distinguió de las
reflexiones posteriores de Sócrates, focalizadas en la búsqueda de respuestas
existenciales mediante el dialogo y el lenguaje.
Los filósofos presocráticos, en cambio,
venían siendo científicos pioneros y pensadores formidables para observar de modo racional el principio vital
de todas las cosas. El carácter observable y racional de las poderosas
Fuerzas de la Naturaleza (physis)
luego fue incorporado al Corpus Hipocrático,
como vimos en Laín,
Siglos
más tarde, con Aristóteles, la Naturaleza, (physis)
comenzó a ser vista como el principio
universal del movimiento y del cambio (Lear,
1994) Aristóteles también se refirió a estos filósofos como physikoy, toda vez que buscaran
explicaciones racionales, no míticas, de fenómenos de la physis (gr. lo que hace crecer) observados en la vida cotidiana.
(Kirk et al, 2008) Recordamos
asimismo que, según Jacob Bernays (1824-1881) Aristóteles era hijo de
un médico, y bien pudo hallar inspiración en el Corpus Hipocrático para su
mirada racional y no mítica al escribir Acerca
del Alma (1978)
Volveremos más adelante sobre este punto.
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