Basado en
los textos públicos y publicados por el Dr. Luis Hornstein sobre el tema.
Hola amigos.
Comencé a
leer los textos de Hornstein como parte del material optativo de una de las
materias de la carrera de Ciencias Antropológicas, que procuraba familiarizar a
los estudiantes, no solo con los conceptos básicos de psicología freudiana,
sino también con otros abordajes psicoanalíticos que incorporaban los factores
culturales como causa y también alivio de los malestares sociales que aquejan a
los humanos.
En el largo debate entre el
valor científico del psicoanálisis respecto de la medicalización psiquiátrica,
Hornstein se inclina por incorporar los factores sociales vinculados con los problemas
mentales. Si acaso los largos años que Hornstein estuvo trabajando en Venezuela
influyeron en su mirada culturalista no puedo asegurarlo.
Lo que sí puedo compartir con
ustedes es mi percepción respecto de las diferencias entre las academias
psiquiátricas venezolana y argentina, ya que fui criada en ambiente que
naturalizaba los factores sociales en la génesis de los problemas psicológicos.
Además, y pido disculpas por la reiteración, siempre que puedo comento cómo siendo
apenas una preadolescente, al llegar a la Argentina me llamó poderosamente la atención
la facilidad con que la gente común recomendaba un sedante como única salida
para hacer frente a situaciones difíciles. “Tomate una pastillita” era y sigue siendo
la recomendación popular para enfrentar los problemas, algo contra lo que me personalmente
me sigo rebelando desde ese entonces.
El artículo que comparto a
continuación, condensa algunas de las definiciones del Dr. Hornstein respecto
de la génesis de toda Depresión: su definición que ubica alguna pérdida o una
decepción que jaquea fuertemente la Autoestima como factor desencadenante, me
parece simplemente brillante.
Igualmente notables resultan
su recomendaciones sobre buscar un profesional que cumpla con las funciones del
viejo médico de familia, capaz de escuchar y hasta de ofrecer recomendaciones
sencillas sobre el valor de los proyectos y los ideales para transitar el
atolladero de las depresiones leves iniciales antes que se compliquen. Hornstein recupera aquí el valor de la relación terapéutica tan valorada por la Escuela
de Psiquiatría de Washington, y toma asimismo posición respecto de los
terapeutas asépticos, distantes y omniscientes.
Espero sinceramente que el
material compartido les sirva de utilidad. (Las imágenes que acompañan las frases de Hornstein ha sido elaboradas por mí de forma manual)
Depresión, la cara
oscura de la intimidad contemporánea
(por Luis Hornstein)
(por Luis Hornstein)
La Organización Mundial de la Salud (O.M.S.)declaró recientemente “Se espera que los trastornos depresivos, en la actualidad responsables de la cuarta causa de muerte y discapacidad a escala mundial, ocupen el segundo lugar, después de las cardiopatías, en 2020” Las depresiones se ubicarán, como causa de discapacidad, por delante de los accidentes de tránsito, las enfermedades vasculares cerebrales, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, las infecciones de las vías respiratorias, la tuberculosis y el HIV.
El siglo XX fue conocido como
la Era de la Ansiedad. En cambio, el XXI va teniendo su propia etiqueta: la Era
de la Depresión. Los datos internacionales demuestran que cada nueva generación
tiene más riesgos que sus padres de sufrir una depresión importante. Esos
informes consideran la depresión como una verdadera “enfermedad social”.
Afirman que después de la sociedad industrial y del hastío, ha llegado la
“sociedad depresiva”.
La Depresión como “mal del
siglo” resulta como producto del estrés, del hastío y de la falta de ideales de
la sociedad contemporánea.
Grados de Depresión
La depresión puede ser leve,
moderada o grave.
Lo que nos interesa compartir
aquí son las conclusiones de un megaestudio publicado en 2011 en el J.A.M.A. (The
Journal of de American Medical Association, vol 3 Nº 1). Allí sostienen que
hay
poca evidencia que los antidepresivos tengan efectos farmacológicos específicos
comparados con placebos para pacientes con depresión leve y moderada,
según la Escala de Depresión de Hamilton que mide la severidad de la
depresión.
En el primer grado, la persona
enferma se autopercibe como incapaz de hacer frente a la mayor parte
de sus actividades cotidianas.
En el segundo, a la sensación
de no poder cumplir con las responsabilidades, se le suman dificultades
concretas para trabajar, para concentrarse, para tomar decisiones. Los
errores laborales se hacen más frecuentes.
Finalmente, la
depresión grave afecta casi por completo el día a día de la persona. Darse
un baño o ir al trabajo se convierten en una tortura. Es aquí cuando no sólo
las ideas de suicidio, sino también las tentativas, aparecen con más
frecuencia.
Las depresiones: entre la bioquímica y la historia personal
¿Cuáles son las causas de las
depresiones? Se observa, sin duda, un desequilibrio neuroquímico. Pero también
deben considerarse otros factores como la herencia genética, la situación
personal, la historia, los conflictos, la enfermedad corporal y las condiciones
histórico-sociales. Un mínimo recaudo requiere de evitar los reduccionismos y
precaverse de las opiniones de empresas interesadas.
Hornstein insiste que los distintos
grados de Depresión son algo más que un trastorno químico. Resultan
de una alteración de la autoestima en el contexto de los vínculos y los logros
actuales.
Propone analizar caso
por caso. Se hace evidente la intervención de la causalidad biológica y de la
cultural en el desarrollo de la depresión.
Es cierto que la bioquímica
puede aliviar las depresiones graves, y que la industria farmacéutica suele
presentar sus psicofármacos como panacea. Pero la terapia de ninguna enfermedad
mental debería estar en manos de una industria.
Postular que las depresiones
son solamente biológicas es científicamente falso. Las depresiones tienen que ver
también con el desempleo, la marginación, la pobreza extrema y la crisis ética.
El
maltrato social genera duelos masivos y traumas devastadores que hacen zozobrar
vínculos, identidades y proyectos, personales y colectivos.
Suponer que la depresión no es
más que algo químico es como suponer que el talento o la criminalidad son
exclusivamente químicos, dependientes de alguna pastillita.
Sin embargo, el
misterio del bienestar psíquico no se reduce a la bioquímica. La vida tiene la estructura de una promesa,
no de un programa. El porvenir de cada día muestra el rostro de
lo imprevisible y lo desconocido. El precio de la autonomía suele conducirnos a
un lugar distinto al esperado. La excitación o la incertidumbre de lo que nos
espera, son superiores a la regularidad de un placer programado por la
bioquímica cerebral.
Clínica de las depresiones
Las depresiones nos confrontan
con los enigmas del individuo derivados de la sociedad actual: oscilaciones
intensas de la autoestima, desesperanza, ausencia de proyectos, crisis de
ideales y valores y trastornos físicos.
Los deprimidos presentan en
diferentes grados una visión pesimista de sí mismos y del mundo, un sentimiento
de impotencia y de fracaso, simplemente no encuentran motivos de deleite.
Los especialistas advierten
sentimientos de culpa, dificultades de concentración, pérdida de apetito y
pensamientos de muerte o suicidio. Se sienten abrumados por cierta desesperanza
que les impide contar con la energía necesaria para formular nuevos proyectos.
Porque el futuro, a diferencia del pasado y del presente, tiene que ser
inventado.
Para atender la Depresión, hay
que entender la relación entre el sujeto y sus ideales.
La Autoestima, entonces,
aparece jaqueada por la historia personal, las realizaciones, la trama de
relaciones significativas, pero también por los Proyectos individuales o
colectivos. Cada proyecto proporciona a la autoestima una dimensión de futuro que
nutre el presente. La Autoestima resulta permanentemente acosada por
metas personales desmesuradas, que conducen a la incapacidad de satisfacer
adecuadamente las expectativas de sus ideales.
Hacia la recuperación del viejo médico de barrio
Los pacientes depresivos
requieren innovación. Hay que lograr experiencias que le faltaron
en sus primeros vínculos, paternos o terapéuticos, generalmente recordados
con temor y desilusión. Ningún abordaje aislado puede contrarrestar eficazmente
la depresión. Postular al diálogo implica recuperar aquel médico de barrio que
combinaba diagnósticos con amistosos consejos.
No es tarea imposible
encontrar al médico, psiquiatra o psicólogo que dialoga. Será la oportunidad de hablar de
su sufrimiento, de integrar sus síntomas en una historia personal, de
elaborar proyectos y celebrar el cumplimiento de diferentes metas que
fortalecen la Autoestima.
Encontrar el profesional que
dialoga y combina diagnósticos con amistosos consejos permite establecer un
pacto entre dos personas, conscientes de sus límites y en un contexto de
respeto mutuo, que intentan encontrar juntas la mejor cura posible.
Hasta la próxima amigos!
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