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martes, 1 de julio de 2025

Descartes se equivocó, por Abeba Birhane

 



Hola amigos, En esta oportunidad comparto un extracto del articulo publicado por la Neurocientífica africana Abeba Birhane que me parece pertinente para reflexionar sobre el valor de los vínculos cotidianos solidarios y amorosos.

Descartes se equivocó: “Una persona es una persona a través de otras personas”                                      

por Abeba Birhane

Según la filosofía ubuntu, que tiene su origen en la antigua África, un bebé recién nacido no es una persona. La gente nace sin “ena”, o individualidad, y debe adquirirla a lo largo del tiempo a través de interacciones y experiencia. Por tanto, la distinción “yo/otro”, que es axiomática en la filosofía occidental, es mucho más borrosa en el pensamiento ubuntu. Tal y como lo expresó el filósofo nacido en Kenia John Mbiti en African Religions and Philosophy (1975): “Yo soy porque nosotros somos, y según nosotros seamos, yo soy”.

Sabemos por experiencia cotidiana, que una persona se forja parcialmente en el crisol de la comunidad. Las relaciones cotidianas influyen en nuestra autocomprensión.

Quien soy depende de muchos “otros”: mi familia, mi cultura, mis compañeros de trabajo. El yo que llevo a comprar comida, por ejemplo, es diferente en sus acciones y comportamientos del yo que habla con mi director de tesis. Mis reflexiones más personales y privadas están entrelazadas con las perspectivas y voces de diferentes personas, sean las que están de acuerdo conmigo, las críticas, o las que me elogian.



Con todo, la idea de un yo ambiguo y fluctuante puede ser desconcertante. Podemos anotar esta incomodidad, en buena medida, en la cuenta de René Descartes. El filósofo francés del siglo XVII creía que un ser humano estaba esencialmente autocontenido y era autosuficiente; un sujeto confinado a la mente, inherentemente racional, que debería afrontar el mundo fuera de su cabeza con escepticismo. Si bien Descartes no creó la mente moderna él solo, tuvo mucho que ver a la hora de definir sus contornos.

Descartes quiso encontrar un punto de vista estable, una compensación entre la incertidumbre. Lo único de lo que puedes estar seguro es de tu propio cogito —el hecho de que estás pensando—. Las otras personas y cosas son intrínsecamente volubles y erráticas. Así que no deben tener nada que ver con la constitución básica del yo consciente: un todo necesariamente separado, coherente y contemplativo.

Pocos filósofos y psicólogos de prestigio se identificarían como dualistas cartesianos estrictos, en el sentido de creer que la mente y la materia están completamente separadas. Pero el cogito cartesiano sigue presente por todas partes. El diseño experimental de las pruebas de memoria, por ejemplo, tiende a partir de la suposición de que es posible hacer una distinción nítida entre el yo y el mundo. Si la memoria simplemente vive en el interior del cráneo, entonces es perfectamente aceptable aislar a una persona de su entorno y relaciones cotidianas y comprobar sus recuerdos usando tarjetas o pantallas en los límites artificiales de un laboratorio. Una persona se considera una entidad autocontenida, independiente de su entorno, grabada en el encéfalo como una serie de procesos cognitivos.

Se da por sentado que la memoria debe ser simplemente algo que tú tienes, no algo que haces dentro de un contexto determinado.

La psicología social pretende examinar la relación entre la cognición y la sociedad. Pero incluso entonces, la investigación supone a menudo, que un colectivo de sujetos cartesianos es el foco real de la investigación, no yoes que co-evolucionan con otros a lo largo del tiempo. 



¿Hay alguna manera de reconciliar estos dos relatos del yo: la versión relacional, que se integra en el mundo cotidiano, y la autónoma e interna?

El filósofo ruso Mikhail Bakhtin del siglo XX creía que la respuesta estaba en el diálogo entre pares. 

Necesitamos a los otros para evaluar nuestra propia existencia y construir una auto-imagen coherente. Piensa en ese momento luminoso cuando un poeta captura algo que has sentido pero que nunca habías expresado; o cuando tuviste dificultades para concretar tus pensamientos, pero se cristalizaron en la conversación con un amigo.

Bakhtin creía que sólo mediante un encuentro con otra persona podrías llegar a apreciar tu propia perspectiva y verte a ti mismo como una entidad completa. “Mirando a través de la pantalla del alma del otro”, escribió, “vivifico mi exterior.”

La personalidad y el conocimiento son evolutivos y dinámicos; el yo nunca está terminado, es un libro abierto, sostiene Bajtin.

Así que la realidad no está simplemente ahí fuera, esperando a ser descubierta.

La verdad no nace ni se va a encontrar dentro de la cabeza de una persona individual, nace entre las personas que la buscan colectivamente, en el proceso de su interacción dialógica”, escribió Bakhtin en Prooblems of Dostoevsky’s Poetics (1929).

Nada es simplemente ello mismo fuera de la matriz de relaciones en la que aparece.

En cambioser es un acto o evento que debe suceder en el espacio entre el yo y el mundo.

Aceptar que otros son vitales para nuestra autopercepción corrige y ajusta los lentes de la visión cartesiana.

 Consideremos dos modelos diferentes de psicología infantil. 

La teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget concibe el crecimiento individual en una forma cartesiana, como la reorganización de los procesos mentales. El niño en desarrollo es representado como un aprendiz solitario, un científico ingenioso, luchando de forma independiente para dar sentido al mundo.

Por el contrario, las teorías “dialógicas” propuestas por Bajtin y llevadas a la práctica en experimentos como el de Lisa Freund de 1990, enfatizan las interacciones entre el niño y el adulto, quien puede proporcionar los “andamios” adecuados con los que el niño consigue entender el mundo.

Otro ejemplo más duro lo representa el fracaso del confinamiento solitario en las cárceles. El aislamiento de los condenados fue originalmente diseñado para fomentar la introspección: tornar los pensamientos del preso hacia el interior para motivarlo a reflexionar sobre sus crímenes y, en último término, ayudarlo a regresar a la sociedad como ciudadano purificado moralmente. Una política perfecta para la reforma de individuos cartesianos.

Sin embargo, los estudios de lo que realmente ocurre con individuos confinados, sugieren que su sentido del yo se disuelve si son castigados de esta manera durante el tiempo suficiente. Los presos tienden a sufrir profundas dificultades físicas y psicológicas, tales como confusión, ansiedad, insomnio, sentimientos de inadecuación y un sentido del tiempo distorsionado.

Privadas de contacto e interacción —la perspectiva externa necesaria para consumar y sostener una auto-imagen coherente— las personas corren el riesgo de desaparecer como individuos integrados y decididos.

Los campos emergentes de la cognición enactiva (ver glosario al pie) han comenzado a tomar en serio los modelos dialógicos del yo.

Pero lamentablemente, en su mayor parte, la psicología científica sólo está dispuesta a adoptar posturas cartesianas individualistas que cortan las redes que unen al yo con el Grupo.

Hay una frase zulú, “Umuntu ngumuntu ngabantu”, que significa “Una persona es una persona a través de otras personas”. Creo que es una explicación más rica y mejor del «pienso, luego existo».

 

Sobre la autora: Abeba Birhane está realizando su tesis doctoral en neurociencia cognitiva en el University College Dublin. El texto original fue publicado por Aeón, el 6 de abril de 2017, bajo licencia de Creative Commons.

 

Glosario de términos y bibliografía adicional:

Cognición Enactiva: es una perspectiva en las ciencias cognitivas que ve la cognición como algo arraigado en el cuerpo y su interacción con el entorno. La cognición desde esta perspectiva, no se limita a procesos internos del cerebro, sino que emerge de la interacción dinámica entre el organismo y su ambiente, a través de la acción y la experiencia. 

MARTINEZ Isabel (2008) Cognición enactiva y mente corporeizada: el componente imaginativo y metafórico de la cognición musical. Estudios de Psicología 29 (1):31-48.

BAJTIN, Mijail (1979) Problemas de la Poética de Dostoievsky. FCE: México, 1988.