Creadas inicialmente por Reverón como modelos, fueron, conocidas después como "las muñecas"
Hola amigos.
El año pasado subí una serie sobre Armando Reverón, con el
propósito que quienes asistieran a la exposición visual “Armando Reverón y los
psiquiatras culturalistas” pudieran ampliar la información sobre este genial
artista venezolano, tristemente perturbado por sus problemas mentales.
Como las veces que expuse el tema surgieron entre los presentes, dudas
sobre lo que pudo haber pasado durante los últimos años de Reverón, a
continuación, y basándome siempre en los textos compilados por el crítico de
arte venezolano Juan Calzadilla, compartiré con ustedes una suerte de resumen
de los hechos ocurridos.
El texto comienza con referencias al análisis que realizan el Dr. Moisés
Feldman y el Dr José Solanes respecto del uso terapéutico que el artista y de
modo intuitivo, dio a las muñecas creadas por él. Se trata de un tema que ya
fuera por falta de conocimiento o de comprensión, ha dado lugar a demasiados
malentendidos, y alimentado el morbo de más de uno.
Por otra parte, en Venezuela es de público conocimiento que la
prensa amarilla de la época se entrometió a tal grado en la vida personal de
Reverón, que consiguió agudizar sus problemas mentales. Completo entonces el
resumen de los últimos años del artista con el panorama de la época que ofrecen
con claridad meridiana los críticos Juan Calzadilla y Juan Liscano.
Los últimos años de Armando
Reverón y sus muñecas
“No
iban, por cierto, a dejar las muñecas en paz: demasiado intrigantes para no
creerlas patológicas; estas se les aparecieron como enfermizos juguetes de
adulto, síntomas de trapo y cartón.” (Dr. José Solanes)
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Las teorías
de Jacobo Moreno, el creador del Psicodrama, nos permiten entender mejor la
importancia que ha tenido el estilo de vida de Reverón para mantener el alto
nivel de sus obras artísticas, a pesar de un serio problema psicopatológico.
La relación interpersonal
puede ser algo amenazador para sujetos con predisposición psicótica, y a veces
difícil de aceptar. Para alcanzar el mundo interior de un paciente, lograr
formas de comunicación indirecta, pueden ser de enorme utilidad los denominados
objetos intermediarios como títeres, animales o muñecas, así como también
situaciones intermediarias
El títere, la
muñeca o las mascotas, están a mitad de camino entre una persona y la
alucinación. Resultan una transición de su propio cuerpo a un cuerpo extraño.
Son lo suficientemente irreales y adaptables a cualquier ilusión, favoreciendo
la emergencia de un entorno seguro y controlado.
La teoría
psicodramática menciona un proceso introductorio, una serie de operaciones
subjetivas y objetivas tendientes a obtener una respuesta que facilite la
expresión o la catarsis. El precalentamiento usual involucra disparadores
físicos, psíquicos y simbólicos.
Entre los disparadores físicos se mencionan
movimientos físicos libres, o danzas grupales.
Los disparadores psíquicos involucran la
visualización de diferentes imágenes o escenarios.
Y entre los disparadores simbólicos que facilitan
la catarsis se mencionan los títeres y las muñecas.
Quienes tuvieron oportunidad de observar los preparativos de Reverón antes de disponerse a pintar, fueron testigos de los ritos y movimientos estereotipados que el artista consideraba necesarios - por ejemplo, ajustarse fuertemente el silicio a la cintura que contenía sus coletos- como preparativos para poder plasmar las imágenes en el lienzo. Incluso hay documentales que lograron registrarlo.
Feldman
sostiene que estos ritos antes de comenzar a pintar fueron el equivalente intuitivo
de un caldeamiento psicodramático, algo que consiguió Reverón en el espacio del
Castillete.
Gregory
Bateson opinaba por su parte que, una vez precipitada la crisis patológica, el
sujeto se halla embarcado en un viaje de descubrimiento que solo se completa
con su retorno al mundo normal, al que regresa con percepciones e ideas
distintas de las de los habitantes que nunca emprendieron semejante viaje.
En este viaje
de lo exterior a lo interior, en una personalidad creativa como la de Reverón, y
con una enorme voluntad para superar sus pesadillas, es importante guiar suavemente al
paciente en el viaje de retorno, utilizando el mínimo de recursos institucionales
o químicos y favoreciendo los medios propios o naturales del sujeto.
No deberían
quedar dudas que, en este caso, Juanita (la fiel compañera de Reverón), las
muñecas, el espacio psicodramático teatral y al mismo tiempo seguro de un
Castillete aislado del resto del mundo, lograron guiarlo en su viaje de
retorno, además de la ayuda psiquiátrica que en algunos momentos fue necesaria.
Feldman
también fue intransigente en advertir en el proceso creativo de Reverón, un
sistema defensivo, una especie de trinchera erigida allí para enfrentarse en
soledad al temor diario de una pérdida creciente de identidad, como
consecuencia del poder invasor de la esquizofrenia.
Lo que el
psiquiatra venezolano denominó “psicodramas”, esa incesante materialización de
su discurso en acciones corporales, juegos de palabras, pantomimas y rituales,
durante o fuera del trabajo de pintar y en evidente conexión con su pensamiento
mágico, fueron también coartadas, estratagemas para preservar la integridad de
la salud: Rituales con un claro propósito: “Haciendo esto puedo seguir sabiendo
quién soy”.
En una forma genialmente
intuitiva, Reverón se rodeó de un mundo intermediario que no era amenazador ni
alienante, que ofreció al artista un enorme potencial curativo y estimulador.
Pajarera
Pajarera
La Prensa destroza el aislamiento
Tal como
concuerdan Calzadilla y Liscano, en los últimos años, el estado de salud de
Reverón llegó a ser bastante lamentable a simple vista, y la prensa tuvo mucha
de responsabilidad en lo que pasó. Los primeros titulares para dar a conocer al "loco de Macuto" llamaron la
atención del público, pero el posterior arribo al Castillete de una cantidad aumentada de periodistas, acompañadas de interpretaciones sobre su obra de carácter falaz y sin ningún sustento, que fueron publicadas y sostenidas hasta el día de hoy de modo irresponsable, terminaron por agudizar su enfermedad mental.
Hacia 1951, la bola de nieve iniciada por la prensa llegó a generar
discusiones disparatadas en el Concejo Municipal. Los concejales del Cabildo de
Caracas, presionados por las denuncias periodísticas, se vieron precisados a
tomar cartas en el asunto y “para tratar de aliviar los problemas de Reverón”, decidieron
celebrar una ruidosa sesión dentro del Castillete.
Para ello invadieron literalmente el
lugar, políticos, periodistas, psiquiatras, amigos del enfermo. Se hicieron
especulaciones absolutamente falaces y dañinas para la salud mental de Reverón.
Entre el
vocerío estruendoso que “pedía una ayuda material para el pobre pintor
enajenado”, se escuchó la declaración llena de dignidad de Alberto Egea López,
quien precisó que, en su búsqueda tenaz, Reverón había “llegado ya a la
absoluta desmaterialización de sí mismo…como mayor verdad”.
Esta fatal intromisión
en la vida privada de quien había elegido el aislamiento para elaborar sus
propias pesadillas, de ningún modo lo favoreció y la crisis mental que hacía presa
en él se prolongó dos largos años más. La intervención de sus amigos Manuel
Cabré y Armando Planchart puso término al triste calvario y Reverón fue
sometido a una rápida terapia en manos del Dr. J. A. Báez Finol, a fines de
1953. Al cabo de pocos meses había recobrado su raciocinio y se encontraba completamente
restablecido para ocupar nuevamente su sitio de trabajo. A punto de recibir el
alta médica, sufrió un ataque cardiovascular y para sorpresa de todos,
falleció.
Esqueleto de Alambre
Lo que destaca
Calzadilla en la intervención psiquiátrica recibida, es que una terapia como la
aplicada por Báez Finol proporcionó “una definición clara del rol que puede
llegar a tener el artista en la sociedad cuando, al tratar de entenderlo, se
extraen del hecho conclusiones que justifican su conducta y explicitan, además,
la forma en que la sociedad debería tratarlo.”
Pocos podrían
discutir que no se hubiera podido avanzar más lejos en el entendimiento de
Reverón sin el aporte que su psiquiatra de cabecera, hizo en favor de él.
Calzadilla sostiene que el informe
completo del Dr. Báez Finol, presentado en forma de conferencia en el Museo de Bellas
Artes en1955, es uno de los discursos más humanos y lúcidos que sobre Reverón
se han redactado.
Concuerdo completamente.
Concuerdo completamente.
Hasta la próxima amigos!!!