Hola amigos. Siguiendo con esta serie sobre TEA y Neuronas Espejo, y luego de dos notas sobre escenas de films, comparto una nota sobre alguien de quien no se hizo ninguna peli, pero sin duda, merece una.
Procedo a compartir una historia de amor familiar y comunal, realizada a partir de los datos disponibles en la WEB, sobre el destino del primer niño diagnosticado por el psiquiatra Leo
Kanner en 1943.
Donald Triplett, primer niño diagnosticado
con autismo
Donald Grey
Triplett,fue citado como el
"Caso 1" de entre 11 niños estudiados por el psiquiatra Leo
Kanner, que permitieron esclarecer un
tipo de trastorno diferente de la esquizofrenia y del síndrome de Down, que no se había sido descrita con anterioridad en los libros médicos, condición que fue denominado Autismo.
En un
mundo aparte
Nacido en 1933 en
Forsest, Mississippi, hijo un abogado y una maestra
de escuela, Donald era un niño profundamente introvertido que nunca ofreció una
sonrisa a su madre o respondió a su voz.
Parecía estar
todo el tiempo en un mundo aparte y con una manera especial de
utilizar el lenguaje.
Sin embargo, sus padres sabían que escuchaba y que era
inteligente. En Navidad, a los 2 años y medio cantaba villancicos que
tan sólo había escuchado cantar a su madre una sola vez, y lo hacía con el tono
de voz perfecto.
Durante
esos años, a todo niño que "se alejaba de la norma", se
aconsejaba a los padres que lo internaran en una institución, trataran de olvidarse de él y
siguieran adelante con sus vidas.
Donald, una vez que resultó evidente su falta de desarrollo y las dificultades de adaptación escolar comparado con el resto de los niños, fue internado lejos de su casa. Sin embargo, sus
padres lo visitaban todos los meses, probablemente discutiendo si debían traerlo con ellos
de vuelta a casa la próxima vez. Y eso
fue lo que hicieron luego de un año de internación.
Vida
plena
¿Qué
fue de la vida del primer niño diagnosticado con autismo, fuera de
una institución?
Donald
todavía vive y hoy, a sus 83 años, se encuentra en perfectas condiciones, es independiente y lleva una vida satisfactoria.
Su madre merece un
enorme reconocimiento por eso.
Una vez con su hijo de
vuelta a casa, la madre trabajó incansablemente para ayudarle personalmente a conectar con el mundo que
le rodeaba, enseñándole cómo comunicarse y cuidar de sí
mismo. Hoy pudiera afirmarse que debido al desconocimiento de los procesos vinculados con esta condición, se perdieron los primeros años valiosos, esperando que el chico madure solo.
Sin embargo, y pese a la tardía pero intensa intervención de la madre, obtuvo éxito, porque los registros locales muestran que Donald consiguió ingresar en la
escuela secundaria y más tarde a
la Universidad, donde aprobó francés y matemáticas.
Actualmente vive en su propia casa
(el mismo lugar donde creció y permanece tras la muerte de sus padres) y en una comunidad
segura, donde todos le conocen y ve regularmente a sus amigos.
Donald ha viajado por Estados
Unidos y visitado decenas de países. Es la viva imagen de un jubilado feliz, lejos de
la cadena perpetua en una institución que por poco fue su destino, donde
seguramente se habría marchitado y nunca habría hecho ninguna de estas cosas.
Donald Triplett, con 83 años en su carrito de golf
La importancia de la comunidad
La
comunidad también jugó un papel crucial en la vida de Donald.
Los
cerca de 3.000 habitantes de la sureña ciudad de Forest, tomaron una clara
decisión sobre cómo iban a tratar a ese extraño chico que vivía en su
comunidad.
Decidieron, en definitiva, aceptarlo, integrarlo como "uno de los
suyos" y protegerlo.
Esto
se sabe porque la primera vez que unos cronistas arribaron a la localidad de Forest y comenzaron a hacer preguntas sobre Donald, al menos tres personas
les advirtieron que los vigilarían incluso si no hacían nada para lastimar físicamente a
Donald. (¿Les cabe alguna duda sobre los daños permanentes que el llamado "periodismo de investigación" puede hacer cuando interviene en la vida privada de las personas?)
La
razón para tal advertencia? Donald sigue presentando algunos de los síntomas de TEA. No obstante, gracias al valor de los padres para ofrecerle educación y los medios para adaptarse saludablemente al entorno social, y el modo en que la Comunidad se involucró en su cuidado, Donald fue venciendo poco a poco el poder de esta condición para limitar su vida.
No puedo menos que enfatizar el valor, la determinación y la esperanza que pusieron los padres en la educación del primer niño diagnosticado con esta condición vista como irreversible, cuando el sistema médico indicaba que lo depositaran en una institución y se olvidaran de él.
Además, debido a la errónea descripción de Kanner, los padres de cada niño con síntomas de autismo, y particularmente la madre, cargaban con el tremendo estigma que los responsabilizaba directamente por el estado mental de sus hijos, algo que debió ser muy duro de afrontar socialmente.
Con todas las probabilidades en contra, estos padres pioneros supieron involucrar a la Comunidad en el cuidado cotidiano de su hijo único.
Actualmente Donald es alguien con quien es un
placer pasar el rato, además de un buen amigo.
Conclusiones
La
historia de Donald sugiere a los padres que escuchan por primera vez que su
hijo presenta indicios de TEA, que, con este diagnóstico en particular,
la suerte nunca está echada. Actualmente se reconoce que la condición autista no constituye en sí misma una patología, sino un modo diferente de conectarse con el mundo, que puede revertirse.
Cada persona
tiene una capacidad única para crecer y aprender, como lo hizo Donald, a pesar de haber alcanzado sus logros un poquito más tarde que la mayoría de la gente.
En
cierta forma, la historia tiene un final perfecto.
Y si algún
día se llegase hacer una película sobre la vida de Donald Tripplet, esperamos que en los
créditos aparezca una línea que diga que agradezca a la ciudad de Forest,
por hacer este final posible, y por haber aceptado cuidar entre todos a un niño con padres estigmatizados por el sistema medico de ese entonces.
Esta historia sobre el primer niño diagnosticado con TEA, en un contexto que impulsaba la internación y la exclusión social del diferente, ofrece grandes esperanzas respecto de las posibilidades de éxito, tanto por parte de la familia como de la propia comunidad.
Sin duda, la madre debe haber dudado muchas veces si estaba haciendo lo correcto, sin saber si iba a tener éxito o no, pero podemos inferir que el amor por su hijo la impulsó a perseverar en ayudarlo y respetarlo.
Espero sinceramente que estas notas hayan podido proporcionar a los padres las fuerzas necesarias para confiar en la validez del Amor y la Intuición para el cuidado de todos sus hijitos, sobre todo, para intervenir de forma temprana, antes de los dos años en lo posible.
Para la próxima, espero poder compartir el vídeo de la conferencia inicial ofrecida el 29 de abril , y concluir así esta serie de cinco entregas sobre TEA y Neuronas Espejo.
Hasta la próxima amigos!!!