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lunes, 25 de mayo de 2015

¿Puede el registro arqueológico contribuir a una definición de lo específicamente Humano? por Vivina P.Salvetti




Desde los tiempos de la Grecia Clásica, asistimos  a  debates de tonos filosóficos, religiosos y científicos que buscan dar  cuenta  de la especificidad  que nos distingue del resto de los seres vivos.
Aspectos como la  Racionalidad, la habilidad técnica, o el Lenguaje  han sido discutidos desde  el principio. Se trata de un debate con final abierto,  en el que los aportes del registro Arqueológico ofrecen su propia definición de la característica distintiva del  Homo Sapiens.
Por lo tanto surge una pregunta: ¿Puede el Registro Arqueológico  realizar un aporte que contribuya a la definición de lo que nos constituye como específicamente humanos?
Debo confesar que éste es uno de los aspectos que más me fascinan de mi Carrera: la posibilidad que brinda la Ciencia de poder abordar los interrogantes que giran en torno a los procesos cognitivos envueltos en nuestra evolución como humanos. Búsqueda que en tanto científica elabora  preguntas  antes que respuestas últimas.

El Homo Sapiens y el árbol Filogenético
¿Qué es la Filogenia? Es un término  que los científicos naturalistas del siglo XIX usaron para ordenar la formación sucesiva de especies, a partir de características anatómicas distintivas.
Uno de los objetivos que persigue esta Taxonomía, que reúne especies  hoy desaparecidas, es ordenar lo que se denomina  “Proceso de Hominización”: procura el seguimiento de  cómo y cuándo se habría producido la bipedestación (caminar erguido) con la denominada encefalización  (aumento de la capacidad craneana) así como aquellos cambios anatómicos que hicieron posible el lenguaje articulado.
La Filogenia que nos ocupa organiza evolutivamente nuestro linaje y se remonta a unos cinco millones de años atrás para clasificar y  ordenar especies anteriores a la nuestra, entre las que se encuentran  por ejemplo Homo Erectus, y Homo Neardenthalensis.
Quizás nos resulte difícil hacernos una idea de que hubo un tiempo en el pasado en el que fuimos contemporáneos a  especies similares pero distintas a nosotros ya que el último Neardenthal desapareció hace unos 30.000 años. Sin embargo, la Filogenia registra que hubo un tiempo en el que compartieron la Tierra el H. Erectus y el  Neardenthal, y posteriormente, el Neardenthal con nosotros.
Cuando decimos “especies diferentes” queremos decir que era imposible la reproducción sexual entre especies. Ocurría algo similar a lo que ocurre entre especies como el caballo, el burro y la cebra. Por estar emparentadas, pueden engendrar prole, pero  híbrida.

¿Es la habilidad Técnica característica distintiva del H. Sapiens?
No para el registro arqueológico, por extraño que parezca.
La capacidad para elaborar útiles líticos (herramientas de piedra) no  es característica distintiva del Homo Sapiens.
El registro fósil  incluye una especie de más de dos millones de años de antigüedad, de aproximadamente un metro de alto y mano prensil, que fue hallada junto con instrumentos de piedra muy rudimentarios. Fue denominada Homo Habilis, en medio de acalorados debates debido al escaso registro disponible.
 Sin embargo, sería interesante reflexionar sobre los abundantes útiles líticos hallados junto con restos tanto del Homo Erectus, como del  Neardenthal.
El Homo Erectus (o Erguido) con un registro fósil que se remonta a casi dos millones de años atrás, obviamente fue denominado así debido a que su sistema óseo se presenta  perfectamente adaptado para caminar sobre dos pies. Eran altos y delgados, pero de capacidad craneal bastante inferior a la nuestra. Eso no impidió que se adaptaran al entorno de manera exitosa y que con él diera inicio  algo tan extraordinario como la elaboración de rudimentarios útiles líticos
Esto requiere de ciertas habilidades cognitivas. La fundamental, “hacerse una idea”  del artefacto a elaborar. Posteriormente estar atento a elegir  el material adecuado, transportarlo, saber  dónde golpear y de qué manera,  a fin de obtener  lascas  filosas que permitan cortar la carne, carne que posiblemente cocinaran, pues  junto a restos óseos de esta especie (hallados en Africa y Asia), aparecen  lascas de una cara (conocidas como  Olduvaienses) y los típicos registros vinculados a  fogones.
En cambio, otra de las especies emparentadas con nosotros, cuyos primeros restos fueron descubiertos en Alemania, recibieron el nombre del  lugar, Neardenthal. Se hallaron restos del Neardenthal  en Medio Oriente y Europa. En contraste con el Erectus, el  Neardenthal  se presenta  más bajo y de contextura robusta. La particularidad de esta especie consistió en el desarrollo del Bifaz, herramienta lítica de factura más compleja que la Olduvaiense. (Fig.3) Además sus restos físicos presentan  evidencia  de callos óseos, lo que unido al hallazgo de polen de plantas medicinales, permite inferir que contaban con conocimientos para autocuidado. No debe haber sido nada fácil enfrentar enormes bestias (mamuts, por ejemplo) con lanzas, pues causaría muchos accidentes. El Neardenthal  logró adaptarse y sobrevivir exitosamente las difíciles condiciones de una genuina  “Era del  Hielo”  en Europa.
Solemos pensar en estos seres primitivos como un grupo de tontos y brutos que no lograron sobrevivir al Homo Sapiens. Por el contrario, se trata de especies exitosas para adaptarse y sobrevivir en medios hostiles durante  ¡cientos de miles de años! (nosotros solo llevamos  unos cien mil)
Pensarlos como tontos borra de un plumazo las habilidades cognitivas requeridas para la elaboración técnica de útiles líticos.
Steven Mithen, en  Arqueología de la Mente, nos recuerda que los homínidos (especies pre-humanas) presentan evidencia de las siguientes áreas cognitivas:
Inteligencia Social: para vivir en grupo y comunicarse, aspecto compartido con otros animales sociales. Sin embargo, hay un elemento distintivo: la emergencia de un lenguaje que haga posible la comunicación deliberada, articulada o no, dependiendo de los rasgos anatómicos.
Inteligencia de la Historia Natural: Mithen denomina así a la capacidad de interpretar huellas o rastros (compartida con animales cazadores). Esta habilidad depende de la experiencia y de los conocimientos adquiridos, y permite adaptarse al medio.
Área de la Inteligencia Técnica: Aspecto que marca la divisoria de aguas entre los homínidos que poblaron la Tierra durante miles de años y el resto de los seres vivos.
Esta  habilidad es diferente a la descripta entre algunos animales que se valen del empleo de algún tipo de “herramienta” para su  uso inmediato, como ramitas o algún guijarro.
Se trata de la habilidad para producir útiles de acuerdo a un modelo mental previo.
Eran capaces de “hacerse una idea” del  elemento que querían hacer, buscar el material adecuado, y dirigir  golpes certeros para  acceder a la forma tenida en mente. (No es tarea  sencilla en absoluto, como pueden atestiguarlo  estudiantes que participan en  talleres de confección de útiles líticos, dictados en la UBA).
Pese a las ignoradas capacidades cognitivas de estas especies al H. Erectus se le atribuye el uso del fuego, así como la elaboración de herramientas cortantes simples. En cambio al Neardenthal, se le atribuye la elaboración de instrumentos  de doble filo con un mayor grado de sofisticación, así como los conocimientos para sanar fracturas y heridas resultantes de la caza de animales grandes, tal como evidencian los “callos” de sus restos óseos.
Fuera de eso, no tenemos manera de saber de qué conversaban cuando se reunían en el fogón.

El Homo Sapiens y la emergencia de pensamiento simbólico
Hace unos 100000 años, una especie anatómicamente diferente comenzó  a  dejar registros de objetos  diferentes., que  hoy identificamos  como  conducta  simbólica.
Hallazgos como enterratorios, muestran que esta nueva especie comenzó a pensar  la Muerte de sus seres queridos y a fijar este pensamiento mediante símbolos materiales.
Otros hallazgos, por ejemplo registros en  una  cueva  del  sur de Africa, en la que  capas y capas de fogones revelan ocupación durante miles de años, permitieron acceder a un fogón de cerca de cien mil años, acompañados de una mandíbula  moderna, y de  elementos  para  preparar  ocre  rojo, pigmento mineral que aún hoy se usa para decorar el cuerpo.
¿Extrañarían a sus seres queridos los miembros de las otras especies (Homo Erectus o Neardenthal)? ¿Sentirían algún tipo de temor mientras cazaban los grandes animales? ¿Se darían ánimo de alguna manera? El registro disponible no proporciona manera de saberlo.
Lo que sí tenemos certeza es que el primero que comenzó a  “hacer algo” con sus  temores  fue  el H. Sapiens, dando lugar a la emergencia de lo que se conoce como pensamiento simbólico como característica exclusiva de nuestra especie.
¿Qué es un Símbolo?  Sencillamente, una creación[1] de la Psique, según M. Eliade.
Leroi-Gourham, por su parte, sostiene que el  hecho  fundamental que hace su aparición junto con el Homo Sapiens es “la aptitud para fijar el pensamiento  mediante  símbolos  materiales”
Porque el Símbolo según palabras de Eliade permite expresar de modo simple la coincidencia de opuestos, como la Vida y la Muerte.
Aunque muchos de los hallazgos se vinculan con el ajuar funerario, podemos imaginar que en esta posibilidad de expresar las emociones, el cuerpo fue un mediador privilegiado.
No quedan obviamente muchos registros del cuerpo mediador de los albores: cuerpo en movimiento (batir palmas, bailar), producir  sonidos (cantar, producir sonidos por percusión  o soplar un hueso o  caña que después devino  flauta) o efectos visuales, (pintura  corporal  primero, pintura rupestre después)
Figura  6           Flauta   Paleolítica
Entonces, conforme a distintas capacidades cognitivas, observamos  que desde imaginar  y proyectar mentalmente una herramienta terminada, el Gran Paso para la Humanidad consistió en desarrollar la capacidad para una expresión simbólica que permita su reflexión inmediata.
Este expresar las emociones y reflejarse en grupo (de modo corporal, auditivo y visual) característico de los rituales nativos, implica la incorporación del pasado inmediato sobre la previsibilidad del futuro, y define un proceso cognitivo analizado por las modernas neurociencias, conocido como marcador somático.[2]
En otras palabras, desde el principio de los tiempos, el intercambio grupal ritual o cotidiano, facilita la expresión y fijación del pensamiento emocional  mediado por símbolos materiales.

¿Es lo mismo Conducta Simbólica que Arte?
Vale hacer una distinción entre lo que se define como Conducta  Simbólica y la elaboración de lo que hoy denominamos Arte Primitivo.
Steven Mithen  define como arte primitivo a aquellos objetos hallados que suman a la destreza técnica requerida para su elaboración, una gran creatividad y fantasía, teniendo en cuenta que estos dos últimos atributos pertenecen exclusivamente a la especie humana.
Durante el Paleolítico Superior (unos 40 000 años atrás) asistimos al descubrimiento de una capacidad técnica diversificada[3] (elaboración de gran número de  nuevos elementos, inventados creativamente para hacer frente los desafíos de la vida diaria entre los que subsisten puntas de lanza, arpones o agujas para coser) así como elementos para adorno personal que marcan status social.
De esta misma época data la elaboración de objetos finamente decorados y que eran valorados socialmente, por lo que circulaban para su intercambio entre los grupos. Entre ellos encontramos las estatuillas llamadas “Venus”. La Venus de Willendorf, una de las más antiguas, está esculpida en piedra caliza y aún   conserva  restos de ocre rojo.
El hoy llamado Arte Paleolítico, (o  producción de obras con simbolismo visual  socialmente valoradas) requiere de la capacidad para pensamiento simbólico, aunque no todo pensamiento simbólico es arte.
Muchos científicos  niegan que se pueda hacer una analogía entre las primeras expresiones gráficas y el desarrollo de la habilidad artística de los niños.
Al contrario, no hay nada gradual en la evolución histórica de la capacidad expresiva del Hombre.
Leroi-Gourham nos recuerda que la evidencia disponible ofrece la certeza que las primeras expresiones gráficas han sido abstractas.
Puntos, triángulos, líneas geométricas que se cruzan rítmicamente, revelan gran capacidad de abstracción. Y solo posteriormente en el tiempo hallamos búsqueda de realismo pictórico, (como los Toros de las cuevas de Altamira o los caballos de Chauvet, Francia )

Reflexiones Finales
Este recorrido por el registro arqueológico reunido en los últimos años debería permitir la reflexión sobre lo que nos define como humanos.
En un mundo donde la Tecnología avanza a un ritmo exponencial, sería bueno recordar que no es exactamente eso lo que nos define como humanos.
Porque lo que nos define como Homo Sapiens (Hombre Sabio) no es la capacidad técnica, sino la Capacidad Simbólica.
Un  Pensamiento Simbólico que haga posible el abordaje de nuestros temores más profundos, y conduzca a una reflexión sobre el sentido de la memoria en nuestra propia vida.


BIBLIOGRAFIA:
Eliade, Mircea. Imágenes y Símbolos (1952) Taurus, Madrid.
Leroi-Gourham .En el gesto y la Palabra (1971) Universidad Central de Venezuela
Mithen, Steven. Arqueología de la Mente.(1999) Drakontos
Salvetti, Vivina “Abordaje sistémico sobre emergencia de Memoria en contextos de inclusión cultural: cambios cognitivos observables en la comunidad de Puelches (prov. De La Pampa)” Tesis de Licenciatura 2013. (UBA)





[1] La capacidad creativa que da lugar a elementos posibles es propia del H. Sapiens. La capacidad técnica en cambio se caracteriza por la repetición mecánica de movimientos.
[2] Ver desarrollo del concepto de marcador somático en mi tesis de Licenciatura 2013
[3] Algo que le llama la atención a los arqueólogos es que las especies anteriores al homo Sapiens si bien elaboraban herramientas de piedra, no innovaron en absoluto el modo de realizarla, sino que mantuvieron la manufactura de modo constante  ¡durante cientos de miles de años!

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